El Real Murcia comenzó la pretemporada el pasado jueves, y lo hizo sin Josema Raigal. El futbolista muleño no volverá a vestirse de grana. No hay confirmación oficial de su fichaje por el Espanyol, pero el atacante, a la espera de que todo quede cerrado, ha preferido no ponerse a trabajar con los que todavía son sus compañeros. Con el visto bueno del club, que sabe que su marcha está decidida, el joven de 20 años -cumplirá 21 en unos días- no tendrá que cruzarse con Adrián Hernández, el técnico que ha acelerado que diga adiós al Real Murcia y lo haga dejando en caja menos de lo esperado.

En esa primera sesión de entrenamiento sí se vistió de corto Armando Ortiz. El centrocampista volvía al estadio donde ha jugado las últimas seis temporadas, el terreno de juego que descubrió en 2014, cuando apostó por el Real Murcia en una situación de urgencia por el descenso administrativo y en el que ha crecido hasta el punto de acumular ya más de 200 partidos con la elástica grana.

De momento, ni volverá a ejercitarse en Nueva Condomina, ni seguirá sumando partidos como murcianista. El de Santiago y Zaraiche ha tomado posiblemente la decisión más importante de su vida. Siempre reticente a probar nuevas aventuras, pese a tener ofertas interesantes en años anteriores, el futbolista más 'casero' del vestuario grana ha decidido marcharse cedido al Hércules, y lo hace después de ver que, pese a ser uno de los integrantes que más minutos jugó el pasado curso, nunca estuvo en la lista de favoritos de un técnico que no necesitó ni dos meses en el club para mandarle un mensaje, que también tenía a Josema como destinatario.

«He decidido ser yo», decía Adrián Hernández allá por septiembre de 2019, y lo decía después de cargarse a tres de los futbolistas llamados a ser los baluartes de un nuevo Real Murcia. Armando no es un jugador llamativo, ni nunca llevará el cartel de estrella, pero antes de la llegada del entrenador del Churra, el murciano había sido titular con José Manuel Aira, con Paco García, con Vicente Mir, con Manolo Sanlúcar, con José María Salmerón, con Manolo Herrero y con Julio Algar. Pero el auténtico Adrián Hernández no lo quería en su equipo. Tampoco a Josema. La razón. Le complicaban las cosas dentro del vestuario, según indicaba por aquellas fechas a los responsables del club que preguntaban por la suplencia de futbolistas llamados a ser importantes.

Ni Josema ni Armando tenían el visto bueno del técnico. Se vio en las cuatro primeras jornadas ligueras. Pero tanto Josema como Armando tenían la calidad suficiente para ayudar al Real Murcia, y eso acabó siendo más importante que los caprichos del entrenador, de ahí que, con el agua al cuello, el atacante y el centrocampista, adaptado al centro de la defensa, demostraran que su sitio estaba en el césped y no en el banquillo o la grada.

Quitando esas cuatro primeras jornadas que marcaron y mucho el inicio, Armando solo se perdió dos encuentros ligueros de los 24 que se jugaron hasta que el coronavirus hizo acto de presencia. Y ambas ausencias fueron por causa mayor.

Sin embargo, pese a sus 2.034 minutos y a ser indiscutible en el centro de la defensa, Armando nunca sintió la complicidad del técnico, entendiendo muchas veces que Adrián Hernández le alineaba más por obligación que por creencia. Ni el paso de las semanas ni la acumulación de minutos cambió su impresión.

No ha movido ni un dedo el entrenador grana por la continuidad del capitán del Real Murcia ni tampoco lo ha hecho a lo largo del último año por devolver la sonrisa a Josema. El muleño, que acabó la temporada 2018-2019 volando por la banda derecha de Nueva Condomina y sintiéndose como un jugador importante para un equipo que hablaba de cantera y de futbolistas de la casa, solo ha recibido 'golpes' a lo largo del curso pasado. Señalado incluso antes de empezar, una lesión se cruzaba en su camino cuando había demostrado que tenía que ser titular, y después recibió más castigos que premios, que acabaron pasándole mucha factura en un momento en el que no tenía una gran fortaleza mental.

La paciencia que Adrián Hernández tuvo con otros muchos jugadores, como Iván Pérez, Edu Luna o Chumbi, nunca apareció con Josema. Cuando jugaba y las cosas iban mal, el dorsal del muleño siempre aparecía a las primeras de cambio para irse al banquillo, en algunos casos incluso en el descanso; cuando había que castigar a alguien con la grada, el joven jugador se quedaba fuera de la convocatoria. Y así hasta un inicio del 2020 en el que apenas disfrutó de minutos.

Josema, a falta de confirmación oficial, ya es historia del Real Murcia. Armando, que incluso era imagen de la campaña de abonados del club, también se marcha, aunque solo cedido -salvo ascenso del Hércules-.

Además de perder de golpe a dos jugadores de la casa, los granas también se quedan sin un futbolista polivalente que podía actuar tanto en el centro del campo como en la defensa y que acababa de superar la barrera de los 200 partidos, y a un extremo sub-23 que ya lleva 50 encuentros en Segunda B y que necesitaba paciencia para consolidarse.

El único aspecto positivo de sus salidas es que Adrián Hernández, que prefiere futbolistas con menos galones para se él el único líder del vestuario, deja de contar con dos piezas a las que no consideraba fundamentales. A eso hay que añadir que tanto el cuerpo técnico como la dirección deportiva andan de fiestas al considerar que Yeray, centrocampista tinerfeño de 32 años que llega de un Hércules que coqueteó con el descenso a Tercera División, es un regalo caído del cielo.