El sueño que el FC Cartagena llevaba ocho años persiguiendo, aún con más ahínco durante los últimos cuatro, se alcanzó en una noche de verano malagueña con los nervios a flor de piel. Los 90 minutos de juego no fueron suficientes para decantar el encuentro; tampoco los 30 minutos de la prórroga, y hubo que esperar que el trabajo de toda una temporada se decidiese desde los once metros. Por suerte, después de muchos sinsabores, esta vez la moneda cayó del lado albinegro.

El sorteo quiso juntar a dos equipos que atraviesan años y años en la división de bronce rozando la de plata. Porque no hay que olvidar que el Atlético Baleares ha sido campeón de grupo en cuatro de las últimas nueve temporadas; más otro curso que entró en la ronda de ascenso como cuarto clasificado, pero siempre ha nadado para morir en la orilla. El Cartagena, que de eso también sabe, tenía la espinita clavada de lo que sucedió en Majadahonda hace dos años, y la suerte que le faltó aquella mañana no le abandonó esta vez. Y eso a pesar de que el guion del partido se parecía.

Como en aquel Rayo Majadahonda-FC Cartagena, el empate sin goles se enquistaba en el marcador. Los dos conjuntos salieron a protegerse. Es normal, en estos play off, que nadie quiera cometer un error que tire por la borda todo lo que se ha conseguido en meses de trabajo y regularidad. Eso sí, fue el equipo de Borja Jiménez el que más apretaba con el paso de los minutos, aunque no consiguió perforar la meta del Atlético Baleares.

En el once inicial de los albinegros, solo había un superviviente de la tragedia de Majadahonda: Miguel Ángel Cordero. El veterano centrocampista se mantiene como titular, a sus 32 años, siendo un pilar básico para todos los entrenadores que han pasado por el club desde su llegada: Monteagudo, Munúa y Borja Jiménez.

Sin embargo, el técnico abulense tiró de savia nueva para formar el once inicial: Álex Martín en el centro de la zaga; los brasileños Lucas de Vega, William de Camargo y Vinicius Tanque; el desequilbrante Berto Cayarga; y la gran revelación de la temporada, el panameño Adalberto Carrasquilla en el centro del campo.

Pero los minutos finales eran para gente con mucha experiencia en sus botas. Y ahí Borja Jiménez supo interpretar el momento del partido para dar entrada a Verza, José Ángel Jurado, Pablo Caballero y Elady Zorrilla. Ese nuevo impulso lo aprovechó el equipo para generar más peligro en la prórroga, pero no fue suficiente.

En la tanda de penaltis, Verza, Elady, Lucas de Vega y Pablo Caballero no perdonaron, Shashoua tiró el lanzamiento a las nubes y Marc Martínez se hizo gigante para detener el último disparo de Jorge.

En ese instante, cerca de la una de la madrugada, se desbordó la alegría en la ciudad portuaria. El momento que llevaban esperando desde que descendieron a Segunda B en 2012 llegó. Pero lástima que llegara en medio de una pandemia que todo lo condiciona desde marzo; y que por un lado ha acortado el trayecto hacia el ascenso, pero por otro ha impedido que la afición lo disfrutara como es debido.

De un modo u otro, el FC Cartagena militará la próxima temporada en la división de plata, en el fútbol profesional. Con un equipo forjado a base de golpes, pero mucho más maduro, y con un proyecto estable que le permitirá competir de tú a tú con equipos de una talla superior.

En psicología, la resiliencia es la capacidad para superar circunstancias traumáticas. Nadie define mejor ese concepto que este FC Cartagena. Levantandose de los golpes, ha vuelto al lugar que le corresponde; el que abandonó hace ocho años, y al que parecía que se les negaba el acceso una y otra vez. En la que será recordada como la temporada del covid, en la tanda de penalti contra el Baleares y en la parada de Marc Martínez, los albinegros han escrito otra página de oro en la historia del club.