Se hizo de rogar. No fue nada fácil lograrlo, pero ya está aquí. El Fútbol Club Cartagena es equipo de Segunda División. La victoria ante el Atlético Baleares en los penaltis le da a los albinegros el tan ansiado y merecido premio del ascenso once años después del último y ocho temporadas después de volver al pozo de la Segunda B. Las lágrimas de tristeza de Barcelona, Majadahonda, Extremadura y Ponferrada ya son historia y son reemplazadas por las de alegría que anoche recorrieron las mejillas de los miles de aficionados albinegros que vibraron con la victoria, la celebración y la vuelta de su equipo al fútbol profesional. La Rosaleda, Málaga y esta plantilla entran con letras de oro en la historia del fútbol cartagenero y se le pone así la guinda al pastel que comenzaron a cocinar Paco Belmonte y Manuel Sánchez Breis allá por 2015. Mucho trabajo, dedicación y sufrimiento que se -por fin- se ven recompensados.

En un estadio La Rosaleda completamente vacío, impropio de una final por el ascenso, Borja Jiménez optó por sacar un once bastante acorde a lo que cabía esperar. Marc Martínez en la portería estuvo flanqueado por Diegui Johannesson, Andújar, Forniés y un Álex Martín que dejó en el banquillo a Carlos David completando así el centro de la zaga. En la medular, Cordero y Carrasquilla estuvieron acompañados de Lucas de Vega, que apareció en el medio y terminó jugando los 120 minutos y siendo clave también en la tanda. Por su parte, Cayarga dejó en el banco a Elady, que salió en la segunda parte. Acompañando al ex del Racing, William y Vinicius Tanque completaron el once.

El Atlético Baleares, por su parte, salía con el esquema y los futbolistas que se podía prever antes del encuentro. Peris dejó fuera a Aurtenetxe en el lateral izquierdo, mientras que Samu Sashoua sentó a David Haro. Gabarre era la gran amenaza.

Respeto y miedo excesivo

El partido comenzó con ambos equipos más pendientes de no cometer errores que de plasmar sobre el terreno de juego todo lo ensayado durante las semanas de preparación. Unos primeros minutos sin dominador en el juego y sin oportunidades. De hecho, el primer disparo del encuentro no llegó hasta que pasaron los 10 minutos de juego. Jorge Ortiz inquietó por primera vez a Marc con un disparo desde fuera del área que el arquero repelió sin problema. Le costó al Cartagena empezar a encontrar sensaciones. Algo que consiguió a partir del minuto 15, que fue cuando tuvo la primera y más clara ocasión. Vincius Tanque recogía un pase de Cayarga dentro del área tras una jugada enredada, pero el remate del delantero brasileño salió flojo y raso y terminó rechazado por Manu Herrera. Desde ese momento el Cartagena empezó a encontrarse más cómodo y tuvo sus mejores minutos, viéndose esto traducido en algún acercamiento. Una buena jugada entre Diegui y William acababa con el centro del extremo y el remate del lateral desde el interior del área, pero era repelido por la defensa.

No iba a amedrentarse, sin embargo, el conjunto balear. De nuevo con Jorge Ortiz haciendo daño por banda izquierda, iba a ser Samu Sashoua el que iba a recibir un pase de este y a lanzar un centro que no encontraba rematador. A partir de ahí, el partido volvió a ser el de los primeros minutos. Ni siquiera la pausa de hidratación y las primeras cartulinas amarillas hicieron que se abriera el encuentro. Solo una carrera de Carrasquilla que no desembocó en nada, puso algo de picante al último tramo del primer tiempo.

El segundo acto comenzó con el conjunto albinegro mucho más metido en el partido. No solo con el balón, sino también llegando y pisando el área contraria, aunque sin generar demasido peligro. No obstante, no tardó el Atlético Baleares en revolverse y comenzar a generar acciones de ataque. Un disparo de Jorge Ortiz detenido por Marc, una combinación entre Sashoua e Iturraspe y un doble disparo de Gabarre inquietaron a Marc Martínez. El Cartagena quería recuperar de nuevo el control y las llegadas. Un disparo mordido de Lucas de Vega fue el preludio de la más clara de los de Borja en la segunda parte. El balón le caía en la frontal a William y el disparo del brasileño se marchaba rozando el poste de la portería de los isleños. También del Cartagena iba a ser la más clara en los últimos minutos. Andújar filtraba un gran balón y el disparo de Diegui era detenido por Manu Herrera en una de las últimas acciones antes de la prórroga. En el tramo final terminó entrando Elady Zorrilla sustituyendo a William de Camargo, que a la postre terminaría siendo uno de los encargados de lanzar una de las penas máximas de la tanda.

Con el tiempo reglamentario finalizado, la tónica de la prórroga fue aún más conservadora que la de los noventa minutos. Miedo y tensión en ambos conjuntos que ni siquiera dejaron acercamientos a la portería contraria.

Antes del pitido final y aprovechando un parón por lesión, Mandiola realizó un cambio que seguro que traerá cola en las islas. El técnico vasco decidía dar entrada a Ginard, portero suplente, para que estuviera en la tanda. Manu Herrera no escondió su enfado y se marchó lanzando incluso un botellazo contra el césped.

Fue lo inmediatamente anterior al pitido final y a una tanda de penaltis en la que se decidiría todo.

Agonía y gloria en once metros

Llegado el momento de la verdad tocaba decidir quién lanzaría los penaltis que podían devolver al Cartagena al fútbol profesional. En el corro de los albinegros, fueron alzando la mano uno por uno los futbolistas y tras el sorteo, los dos equipos se fueron al centro del campo.

Para abrir la tanda, ambos entrenadores optaron por la experiencia. Lekic fue el encargado de convertir la primera pena máxima engañando a Marc Martínez, mientras que Verza puso la igualada en el marcador. Posteriormente, Peris con un gran lanzamiento con la izquierda y Elady dándole la pausa y tensión habitual que le suele poner, hicieron el segundo para cada uno de los equipos. Alberto Gil volvió a engañar a Marc y Lucas de Vega puso de nuevo la igualada. Se acercaba el momento crucial y el que fallara iba a pagarlo caro. Samu Sashoua envió su lanzamiento por encima del travesaño y Caballero transformó el que ponía en ventaja al Cartagena. En el quinto penalti de los baleares, Marc se vistió de héroe deteniendo el lanzamiento de Jorge Ortiz.

De esta forma el Cartagena logra el ascenso que se le resistía desde que descendió a la categoría de bronce allá por 2012. Ocho años en Segunda B en los que, después de rozar el descenso a Tercera en una ocasión y tocar con los dedos el fútbol profesional en otras tantas, consigue poner de nuevo al club y a la ciudad en el panorama nacional. Miles de cartageneros amanecen hoy sabiendo que lo vivido anoche tardarán mucho tiempo en olvidarlo. Ellos son, precisamente, quienes más lo merecían y, por supuesto, quienes más lo van a disfrutar. Porque hoy por fin podemos escribir que el Cartagena es de Segunda División.