¿Ha hecho deporte toda su vida?

Con doce años ingresé en el seminario menor, que estaba a 60 de kilómetros de Idiofa, mi ciudad, y allí el deporte era una actividad obligatoria para todos los chicos los miércoles, sábados y domingos.

¿Qué era lo que más le gustaba?

El fútbol, pero empezábamos corriendo todos juntos y realizando algunos ejercicios, aunque después cada grupo se dividía según el deporte que quería practicar, ya fuera voleibol o fútbol.

¿De qué jugaba al fútbol?

De lo que me ponían, la realidad es que me daba igual. Luego tuve un problema de rodilla que me impidió seguir jugando y entonces me apunté a kárate, pero al final me he dedicado a hacer running y senderismo por el monte.

¿No se ha apuntado nunca a una carrera popular?

Me gustaría, pero no tengo tiempo. Entre las clases y la parroquia de San Pedro, no me da para más.

¿Y cuándo hace deporte ahora mismo?

Los domingos, cuando tengo misa por la tarde, me voy por la mañana con un grupo a subir al monte. Muchas veces, aunque tenga también que dar misa por la mañana, voy a primera hora y a las once ya estoy en la Iglesia.

¿Anima a sus feligreses a hacer deporte?

Sí, de hecho salgo a hacer deporte con algunos de ellos que después vienen a mis misas.

¿A la gente ya no le sorprende que un sacerdote corra o haga cualquier ejercicio?

¿Por qué tiene que sorprenderse? El deporte también es una escuela para aprender. Yo hablo con la gente haciendo deporte, entiendo, escucho y es un momento para mí de hacer mi pastoral porque me preguntan cosas que quizás en otro momento no han tenido tiempo de hablar. Al tener esta oportunidad me preguntan allí.

Vamos, que tiene otro confesionario.

Confesionario no, pero sí es un acompañamiento.

¿Y por qué eligió con 12 años ser sacerdote?

Toda vocación es un misterio al principio. Puedo dar muchas explicaciones, pero seguro que no le valen a la gente porque el lenguaje humano es un poco pobre, pero me ha gustado siempre servir al Señor, por eso me he dedicado siempre a eso desde el seminario menor y después en el mayor. Y estoy muy feliz.

¿Volverá a su país cuando acabe los estudios?

Sí, yo he venido a estudiar, después me volveré a la República del Congo, donde también tengo a mis cuatro hermanos y a mis padres.

¿Es muy diferente vivir en España?

En algunas cosas sí porque son dos culturas distintas. Pero a mí en Murcia me han acogido muy bien, no he tenido ningún problema. Me siento en familia aunque hablo el español regular.

¿Le costó adaptarse a la vida española?

Claro, es que vine sin saber hablar y si conocer a nadie. En estas circunstancias, me costó bastante, todo era nuevo, hasta la gente. Tenía que celebrar la misa en español, aunque no sé si era español o un idioma parecido lo que hacía al principio.

A veces pienso que la iglesia anda un poco alejada de la sociedad actual, sobre todo de los jóvenes.

Yo creo que no es tanto así. Por ejemplo, cuando voy a hacer deporte, algunos me conocen como cura, pero otros no. La Iglesia está ahí, ellos también son Iglesia, y la presencia de los sacerdotes en algunas ocasiones hace falta, pero también debemos que tener en cuenta que no somos muchos.

¿Tienen déficit de vocaciones?

Necesitamos vocaciones porque no podemos estar en todo. Intentamos llegar a todos los sitios, pero para eso necesitamos ser más. Y en el deporte hace falta la presencia del sacerdote. Cuando una persona juega acumula tensión y ahí nosotros tenemos que estar para aportar tranquilidad.

¿Se pone nervioso viendo el fútbol?

Bueno, entiendo que la tensión es parte del juego, que sube la temperatura cuando coges la pelota y haces un sprint. En esos momentos necesitamos que la persona baje los nervios, que no se enfade.

¿Del Barça o del Real Madrid?

Del Real Murcia, mejor así. Bueno, voy a ver partidos tanto del Murcia como del UCAM y soy de los que animan en la grada. Si hay que gritar, grito, no pasa nada. Me gusta el ambiente del fútbol.

Si le dijeran a los niños que para hacer la Comunión no solo hay que ir a catequesis, que también hay que hacer deporte, quizás irían con más ganas.

Pues es una idea la que me acaba de dar. Hay que hablarlo con los padres y el obispo, pero es una idea que puedo someter al párroco. Está muy bien.

Creo que el Papa Francisco ha beneficiado bastante la imagen de la iglesia.

El Papa Francisco viene de la pastoral directamente, no era un profesor en la Universidad. Su manera de predicar, de hablar, de hacer las cosas, llevan ese sello. La iglesia tiene que salir a la calle, él mismo lo dice, y la manera para mí de hacerlo es jugando con los jóvenes. Algunas veces salimos a correr por la mañana y por la tarde ellos están en misa, que para mí es una gran alegría.

Vamos, que ha ganado feligreses con el deporte.

Por supuesto, es uno de mis objetivos, así como que me vean con confianza, no como un extraterrestre.

Con el coronavirus se les están multiplicando los frentes donde tienen que estar presentes.

Sí, es una situación que toca a todo el mundo. La iglesia está trabajando mucho, sobre todo Cáritas, para atender a muchas familias. La caridad es la base de la iglesia y Cáritas es nuestro pulmón. Es un momento difícil, donde tenemos que mostrar que todos somos humanos, que el dolor de uno tiene que ser también mi dolor. Está bien que yo te diga 'Dios te bendiga', pero eso no es suficiente.

¿Cómo llevó el confinamiento?

Pues celebraba en mi habitación la misa. Algunos feligreses me llamaban por videoconferencia para oír misa.

¿Qué extraño, no?

Claro que es extraño, porque salía de lo común. Además, no era algo que avisara, salía de forma espontánea.

Dicen que vamos a aprender de todo esto, pero...

Una persona que ha vivido la situación muy cerca, lo va a notar y aprenderá, pero otra que ha vivido en las nubes no lo notará tanto. Nuestro trabajo es enseñar a los demás las lecciones de esta experiencia que hemos vivido para ser más humanos. Ha sido también un momento crítico para nuestra vida, saber parar porque éramos personas que siempre íbamos corriendo y muchos padres quizás no tenían ocho o nueve horas para vivir con su familia, pero ahora han estado casi dos meses.

¿Qué lección le ha dejado a usted?

Lo primero, que mi vida no depende de mí y que necesito prepararme todos los días cuándo me tocará. Tengo que estar ya listo para la muerte. Y durante este tiempo he aprendido a entrar en contacto a través del móvil e internet.

¿Las nuevas tecnologías las utilizaban en el día a día de la iglesia?

Sí, pero no de esta manera.

Pueden celebrar misas por Zoom.

Por ejemplo, gente de la parroquia que aún no puede salir de sus casas, ve las misas por Youtube porque hemos puesto un canal. Es algo nuevo y tenemos que aprender a vivir con esto. Otra cosa que he aprendido a nivel personal es que puedo vivir lejos de mis padres y mi familia.

¿En su país ha afectado mucho el Covid-19?

A ellos sí porque se acordaban de mí, me llamaban para preguntarme si había comido y estaba bien todo los días.