Cinco días después del cierre de la ampliación de capital, Alfonso García debe andar lamiéndose las heridas. No pudieron salir peor las cosas para el aguileño. Lo tenía absolutamente todo a favor para demostrar que los que hay dentro no le han dado ni una sola opción. Lo tenía todo de cara para, con la credibilidad intacta, sentarse a esperar que la soga se fuera apretando al cuello del consejo de administración. Era tal su ventaja que podría haber aprovechado para tostarse al sol mientras disfrutaba releyendo El Arte de la Guerra de Sun Tzu. Sin embargo, viendo cómo ha actuado, o cómo ha dejado actuar a los que le representaban, estoy segura de que el empresario murciano jamás ha echado un vistazo a un libro que nos enseña que «si utilizas al enemigo para derrotar al enemigo, serás poderoso en cualquier lugar donde vayas». Una idea parecida defendió también Napoleón Bonaparte cuando dijo que «nunca interrumpas a tu enemigo cuando esté cometiendo un error». El general chino y el militar francés se hubieran relamido los dientes teniendo delante a Francisco Tornel, sin embargo, Alfonso García se ha dejado derrotar a las primeras de cambio por el presidente más torpe y con menos idea que ha pasado en los últimos años por Nueva Condomina, y mira que hay nombres que es mejor no recordar.

A día de hoy, todavía no me explico cómo Núñez Mediavilla, teniendo en su teléfono móvil una auténtica bomba de relojería, ha sido capaz de salir tan mal parado del pulso echado al consejo de administración del Real Murcia. A día de hoy tampoco entiendo cómo Quique Baeza, que va dando lecciones a todo el que se cruza en su camino, ha permitido que sus nuevos amigos metan la pata hasta el fondo. Y es que cualquier persona inteligente que tenga un mensaje en el que el presidente grana le asegura que «si pones 100 euros en la ampliación, te doy una silla en el consejo», no solo saldría ileso de cualquier pelea sino que además tendría en sus manos la bala que podría haber destrozado en mil pedazos al máximo accionista del Real Murcia. Sin embargo, Mediavilla y Baeza solo sacaron a la luz el vergonzoso WhatsApp cuando Alfonso García ya debía estar escondido debajo de la cama o dentro de un armario del ridículo al que sus asesores lo sometieron un día antes.

El mensaje no sirvió para dar impulso al aguileño, pero, una vez que se ha conocido, sí debe valer para exigir a Francisco Tornel que vaya dejando ya paso por fin a un presidente que no haga el ridículo cada día y que no se sienta cómodo pisoteando el escudo. Porque, mientras que sus compañeros de consejo defienden a ultranzas lo del 'Real Murcia es de todos' o lo del modelo alemán, Tornel, que dentro de un capital social de 3,1 millones de euros, apenas cuenta con 264.000 euros, se salta las reglas un día sí y otro también, obligando a su equipo a apagar constantemente el fuego y convirtiendo a un club centenario en una función de circo.

¿Cómo puede el presidente del Real Murcia salir a dar una rueda de prensa en la que se le exige a Alfonso García que ponga tres millones de euros para entrar y unas horas después, sin contar con nadie, mande a Mediavilla un mensaje en el que le diga que con cien euros tiene una silla en el órgano de mando? ¿Cómo pueden los defensores del presidente del Real Murcia insistir cada vez que hablan en que no se pueden abrir las puertas al aguileño cuando hay otros empresarios que han apostado por el club grana, y Tornel manda un WhatsApp regalando cargos? ¿Cómo hubiera salido del embrollo el notario si el ex del Almería hubiera actuado con inteligencia, metiendo el dinero y presentándose en el club a reclamar lo prometido? ¿Qué pasaría ahora si cualquier accionista que tenga cien euros o más acudiese a las oficinas a solicitar un sillón en primera fila del palco? ¿Se atreverían a negárselo? ¿Acaso no apostamos por el modelo alemán y repetimos que el Murcia es de todos? ¿Por qué a García se le dio esa posibilidad y al resto nada?

A estas alturas de la película no me extraña ya nada. Han sido tantas las meteduras de pata de Francisco Tornel, que lo raro es que transcurran 24 horas sin que el presidente del Real Murcia monte un incendio por su charlatanería. Si en vez de hacer una rueda de prensa sin sentido cinco días antes de acabar la ampliación, la hubieran realizado hoy, la pregunta obligada sería: ¿A qué hora dimite Francisco Tornel?