Sin pasión, por la soledad, el gozo vuelve a instalarse en los aficionados. Y me cuentan corazones afligidos que también en algunas consortes, que por fin pueden descansar de ciertos metementodos afanados durante el encierro en hacer del hogar su sayo cuando antes pasaban. Ahora, que sus colegas futboleros aguanten su sobrada sapiencia y las depresiones consiguientes por acertar rara vez al confundir deseos con conocimiento.

Pero para redondez, la de Del Bosque, un legendario sin aristas. Aparte de su reconocida sabiduría futbolística, ha tenido el acierto de no meterse en política, como le hubiera recomendado el mismísimo Franco de haberle pedido consejo o escuchado quejas en su momento, quien dentro de su redonda prudencia, por donde lo miraras, sin embargo, era la némesis del salmantino: más esquinas y penumbras que un zoco.

Asimismo, asegura el seleccionador campeón del mundo que ama el deporte porque le gusta el fútbol base sobre el de los figurones y fichajes y toda su fanfarria; la del dinero también.

En eso coincidimos muchos. Los millones son un dopaje que altera la competición hasta el límite de todo cuanto se puede comprar o vender. El poderío basado en la cartera nunca es sinónimo de bondad, de conocimiento ni de ejemplaridad, y es bueno ponerle coto y racionalizarlo, de ahí que aplaudamos los esfuerzos de los organismos futbolísticos para evitar quiebras, mangoneos y abusos por gastar más de lo que se tiene o se ingresa.

De eso deberían tomar nota nuestros gobernantes porque el dinero público sí tiene dueños, al revés de lo que afirmó con pocas luces una impropia ministra de un iluminado ex presidente, ahora metido a Quijote de pitiminí contra molinos gigantes -EEUU- que nos dan más harina que hambres; inteligencia que tiene el hombre para conservar amigos por intereses estratégicos nacionales, como ya demostró hasta largarse aprisa. Y ante los contribuyentes deberían rendir cuentas con todas las responsabilidades legales posibles la referida señora y cuantos manejen la cosa pública porque, chorizos al margen, negligencias manifiestas como endeudar inútilmente a generaciones y el simple descontrol o despilfarro también deberían figurar en los códigos civil y penal, más allá de esa liviandad que llaman responsabilidad política; obligatoria en todo caso por decoro partidista y vergüenza personal, salvo para quienes no la conocen. Y encima, los hay de cualquier nivel y color que tras dimitir por tontucios o echados por algo más se dedican a lucir palmito, asesorar o impartir conferencias e incluso a ocupar poltronas bobas; ¿por qué no se dedicarán a trabajar de verdad? Ustedes mismos. Y como a nadie obligan, quien no quiera polvo que no vaya a la era.

Decía que ávidos de fútbol y competición, este fin de semana hemos disfrutado en silencio -qué desaborío es- la calidad de algunos futbolistas. ¡Qué fácil hacen lo que es difícil para la mayoría! Desde D. Carlos del Sevilla a Gayá del Valencia o al propio Messi, y también de la mediocridad de quienes solo deberían estar en Primera un rato.

El Mallorca huele a Segunda, y no por perder ante un Barça más plomífero que lucido sino por su clamorosa falta de intensidad atrás; ni una falta en su campo y pérdidas infantiles. Y los azulgranas también deberán apretar pese a su engañosa goleada; pocos equipos les dejarán jugar tan a placer y desperdiciando ocasiones propicias.

Picoesquinas murcianos. Aunque sin balón, por Murcia también se juega en despachos y picoesquinas. No conozco a Alfonso García, pero lo respeto como a Paco Tornel, a quien sí tengo el gusto y aprecio. Y desde tal consideración, planteo evidencias que no se valoran suficientemente.

¿Cómo va a poner dinero grande alguien si con los actuales estatutos nunca podría disponer de mayoría? ¿Con qué autoridad se puede negociar con Hacienda y Seguridad Social si no se es nadie en el Murcia? ¿Qué confianza otorga un consejo donde las decisiones son un hombre un voto, independientemente de las acciones que se tengan? ¿Por qué no son públicas las cuentas del Murcia cuando hay miles de accionistas que deberían conocerlas? ¿Por qué no ha aceptado García el ofrecimiento de Tornel de entrar en el consejo, sin arriesgar, para supuestamente enterarse de todo? Y una última fundamental: ¿por qué el empeño del Consejo en cambiar estatutos cuando el presidente tenía conversaciones previas con García y otros? Blanco, líquido y en botella. Y para cuentos alemanes, los hermanos Grimm.

Hay pelotas que tienen más esquinas que púas un erizo de tierra.