Estefanía Fuster Pastor (Murcia, 8 de marzo de 1987) es licenciada en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte. Ha vivido en Granada, Canarias, Atenas, Barcelona y ahora en Sidney, en Australia, hasta donde se fue para ser entrenadora personal y poder surfear todos los días, aunque antes tuvo que ser limpiadora, camarera y nani. Fue atleta en su juventud y ahora también baila samba.

¿Desde cuándo está vinculada al deporte?

Desde pequeñica. Mientras mi hermano jugaba al fútbol, yo le daba vueltas al campo cuando tenía tres o cuatro años. Me apuntaron a atletismo, pero no destacaba, solo lo hacía porque me encantaba. Sobresalí en los juegos escolares y federativamente no fui una estrella, pero en el colegio sí que era la única niña que hacía deporte.

¿No llegó a mucho en el atletismo?

Me especialicé en vallas y fui a Campeonatos de España, tenía un nivel, pero no era campeona de nada.

¿Y cuándo se metió en el surf?

Cuando estuve en Canarias, con 26 años. En Barcelona quería pero no podía, necesitaba irme a vivir a un sitio donde hubiera olas. Desde entonces, todos mis viajes han sido para surfear y también empecé a bailar samba.

¿Eligió irse a Australia por el surf?

Sí, tenía el sueño de venirme para aprender inglés, surfear y vivir una aventura. Al principio me daba mucho miedo y la gente me decía que era difícil, pero con 30 años tomé la decisión y aquí estoy.

¿No le daba respeto la aventura laboralmente?

Un poco de miedo sí porque en Barcelona estaba muy bien, gestionaba el área de clases dirigidas de Metropolitan. Me daba miedo perderlo, pero estaba estancada en el trabajo y me enfoqué en cumplir este sueño.

¿Tanto le aporta el surf?

Qué difícil es responder eso. Soy una amante del deporte, pero el surf, junto con el baile, es el único que me ha enganchado. Cuando quieres correr te pones las zapatillas y sales, pero en el surf nunca tienes la misma ola ni condición, y la bajadita es tan corta, que te dan ganas de más siempre, es muy adictivo.

¿Le costó adaptarse a la vida allí?

En Sidney la vida es muy cambiante. Yo vivo en el este, donde hay más extranjeros que australianos. No estoy aún adaptada porque me he mudado siete veces en dos años y la vida cambia mucho aquí.

¿En qué está trabajando?

Conseguí ser entrenadora. Me decían que aquí no me valía mi carrera, pero no paré hasta conseguirlo.

¿Trabaja para gimnasios?

Tengo mis propios clientes y trabajo para dos gimnasios, pero empecé limpiando. He sido camarera, nani y no me acuerdo qué más cosas. Pero no me conformé y busqué estar en lo mío.

¿Se vive de forma desahogada económicamente?

Aquí se vive bien trabajes de lo que trabajes.

¿Y hay muchos españoles por allí?

Muchísimos, y en el área donde estoy yo, más. Aquí está toda Latinoamérica y España.

¿Cómo aceptan a los extranjeros?

Nunca he vivido ningún episodio de racismo ni exclusión. Mis jefes, por ejemplo, son bastante cálidos para ser anglosajones. Sí que es difícil hacer tu vida con australianos, pero eso pasa en todos sitios, como en España.

¿Sus clientes de qué origen son?

Son australianos y súper agradables y cariñosos conmigo. Incluso ahora que me mudo de casa, un cliente se ha ofrecido a ayudarme con la mudanza.

¿Es muy difícil ser entrenador personal allí?

Aquí das una patada y salen cinco entrenadores personales, pero pese a ello, es una profesión muy demandada y la gente tiene mucho dinero. No falta el trabajo y Australia tiene una lista de profesiones demandadas, pero personal trainer no está entre las mismas.

¿Se ha tenido que abrir hueco a codazos?

La verdad es que sí. Vine convencida de intentarlo y muy segura de que lo iba a conseguir. Lo que hago me encanta y lo sé hacer bien, y esa seguridad se demuestra cuando vas buscando tu sitio.

¿Se ha peleado mucho con el idioma?

Venía con soltura, pero no me enteraba de nada y hablaba fatal. Tenía un inglés de supervivencia. Es difícil entender a los nativos y ha sido una barrera a superar.

Se ha especializado en mujeres. ¿Son muy diferentes sus necesidades a las de los hombres?

Sí y no. Un hombre y una mujer tienen que hacer entrenamientos de fuerza, pero sí es cierto que hay que tener en cuenta las variantes fisiológicas y hormonales.

¿Las australianas hacen más deporte que aquí?

Me han dicho que Australia no es como donde yo vivo. Aquí es todo muy loco, todo el mundo entrena fuerza e intensidad y está más fuerte que el vinagre, pero esto es como una burbuja, porque en todos sitios no es así. En España hay que empujar a las mujeres, pero en Australia hay que frenarlas para que no se hagan daño.

¿Cómo les ha afectado el coronavirus?

Muchísimo menos que allí. Al principio yo estaba asustada porque aquí empezaron los casos cuando en España ya estaba todo muy mal. Veía que nadie reaccionaba, pero finalmente no sé cuáles son las circunstancias que han hecho que no vaya a más. Empezaron a subir los casos, hicimos un semi confinamiento que nos permitía salir a hacer ejercicio y comprar, y todo se ha relajado.

Dice que el círculo social es más pequeño allí. ¿Eso conlleva mayor dificultad para relacionarse?

No te voy a ocultar que me he sentido sola en algunos momentos y que mis amigos son gente de fuera.

¿En su familia le han dado por perdida?

Sí, pero me quieren feliz y surfeando.

Su madre es una santa.

Bueno, yo me he educado así. Ella disfruta con que viaje tanto y siempre me ha animado, nunca ha sido la típica madre que me haya retenido.

A lo mejor quiere tenerla lejos.

Bueno, lo único que no le ha gustado es que me haya venido a Australia.

¿Volverá a Murcia para quedarse?

No, solo de visita. Quiero probar sitios de España que tengan olas cerca o Lisboa, Canadá, Latinoamérica... Ahora mismo estoy aquí y podría salir del país, pero no podría volver por el coronavirus. Solo pienso en disfrutar el tiempo que me quede aquí y después ya veremos.