Es un artilugio para orientar el sentido de la navegación sin descuidar el eje norte-sur como referencia. Y lo que tan bien manejan el doctor Moreno y sus colegas, les haría falta ahora y siempre a nuestros gobernantes y a quienes aspiran o dirigen algo para prever las consecuencias de sus decisiones sin perder de vista la situación real y hacia dónde ir.

En política debería ser el bien común de los españoles, según han ido decidiendo en cada consulta ciudadana durante los últimos cuarenta y cinco años. Y en fútbol, respetar el espectáculo al que tanto han contribuido los clubes y aficionados hasta colocar nuestra liga en primera línea mundial.

España es un estado de derecho basado en los principios liberales de libre concurrencia de ideologías representadas por partidos que respeten sus leyes, empezando por la Constitución que por abrumadora mayoría votamos en 1978, y los fundamentos de la distintiva e inviolable separación de poderes establecida desde Montesquieu en las democracias parlamentarias: el legislativo, el ejecutivo y el judicial. Por eso escandaliza el oscuro asunto del ministro Marlaska, precisamente agravado por su condición de juez. Desde esta perspectiva es difícil entender que, si es como parece, un respetado coronel de la Guardia Civil le haya dado una lección magistral de respeto a la ley a todo un ilustre profesional de la judicatura que se ganó a pulso la consideración general en el ejercicio de su profesión. Prestigio ahora embarrado hasta límites insostenibles.

El presidente Sánchez necesita una aguja de marear que le indique continuamente hacia donde dirige la nave España, más allá de sus querencias partidistas y las de quienes le acompañan, a veces tan contradictorias e incomprensibles como insolidarias y trasnochadas, e incluso de su autoproclamada resiliencia personal.

La progresiva crispación ciudadana es geométrica y debería tener presente nuestra cainita historia y que en España no se ganan elecciones; se pierden. Véanse los casos de Zapatero y Rajoy; sus clamorosos errores les derribaron del caballo. La primera herradura perdida por el socialista fue negar en principio la crisis que acabó echándolo, y reiterarse en tal cerrazón hasta que tuvo que gobernar contra estilo, como hacen los principiantes o los toreros ayunos para figurar. Y el conservador, despreciando a personas relevantes y convicciones ideológicas que fueron santo y seña de su partido y minusvalorando corruptelas internas hasta dejarlo hecho unos zorros; recibió un centro derecha sólido aglutinado en el PP y lo dilapidó dividiéndolo en tres. Así les luce el pelo ahora, y lo que les queda mientras no utilicen también una aguja de marear certera y aúnen esfuerzos.

En nuestro fútbol igual, aunque el navajeo entre Liga y Federación parece aparcado hasta que escampe. Pero el carácter personalista de las disputas entre Rubiales y Tebas hace que la desconfianza se extienda más allá de esta liga. Ahora, a la fuerza del Covid 19 ahorcan, pero pronto volverán a las andadas. El manejo del dinero en torno al fútbol, con sus dádivas personales y mamandurrias, librará una batalla decisiva en las elecciones federativas.

Mientras, Real Madrid y Barça continúan su dispar trayectoria. Los de Florentino haciendo virtud de su apuesta juvenil y remodelando el campo como promesa cumplida, lo cual es sintomático de su seguridad institucional y saneada situación; la aguja de marear blanca está controlada. Y los de Bartomeu coleccionando fichajes virtuales, lo que apunta que no tienen claro el eje norte-sur en su deriva. Como Messi estornude, y parece que algún moco asoma, la pulmonía blaugrana será de aúpa. Ya relampaguea por las Ramblas el afile de cuchillos. No obstante, los resultados, como siempre, dictarán sentencia.

Tomen nota Sánchez y similares. A la larga, el sufrido pueblo, como el general tiempo, pone las cosas en su sitio. Con virus o sin virus, la falta de grandeza en unos y otros es nuestra peor pandemia.

Nos queda la esperanza por eminencias humanas de la talla del doctor Santiago Moreno, jefe del servicio de Enfermedades Infecciosas del Ramón y Cajal de Madrid, que en los años más duros del SIDA trabajó en el Morales Meseguer de Murcia con resultados extraordinarios.

Su diario sobre las penalidades por el coronavirus sufrido, cuya lectura reflexiva recomiendo, es una lección de la fidelidad incondicional que distingue su vocación: entereza, empatía, compañerismo, profesionalidad, entrega, humildad, cariño y coraje para luchar por los demás.

¡Honor a él y a cuántos nos regalan su aguja de marear para conducir el sentido de la vida!