Si buscan serpiente en el diccionario encontrarán una acepción que seguro que han escuchado alguna vez aunque no trabajen en un medio de comunicación. Hablo de las serpientes de verano, que no son otra cosa que «informaciones, generalmente poco fundamentadas, que se difunden en verano, cuando hay escasez de noticias».

No será hasta el 20 de junio cuando demos la bienvenida de manera oficial a la época más vacacional del año, pero no sé si es porque en Murcia hace siempre calor o porque el final anticipado de la Liga nos ha dejado a todos con mucho espacio por rellenar, que en este 2020 las serpientes de verano futbolísticas han aparecido en primavera.

No habíamos superado mayo y ya estábamos leyendo 'noticias' que en 2014 y 2015 no surgían hasta finales de julio o principios de agosto. No habíamos saltado a junio y los mismos que en invierno decían no creerse lo de Alfonso García, eran los primeros en devolverlo a la actualidad, cuando no hay ninguna actualidad. Todavía no hemos pisado la playa y ya estamos agotados de escuchar la cantidad de pretendientes que quieren tomar el control del Real Murcia. Madrileños, catalanes, estadounidenses, amigos de jeques, fondos de inversión, intermediarios de todo tipo... hasta el Pequeño Nicolás. Y repito, apenas acabamos de entrar en junio, así que no sé qué ocurrirá cuando llegue agosto.

Si se fijan bien, la secuencia siempre es la misma. Un día alguien suelta el bombazo de que el Real Murcia está a punto de cambiar de manos, independientemente de la calaña del pretendiente, y al día siguiente, sorprendentemente, se ha torcido la operación. Si analizan mejor la situación incluso se ha producido una actualización respecto a las serpientes de 2014 y 2015. Ahora, los titulares siempre van acompañados de letra pequeña. En grande aparece que fulanito o menganito quiere comprar el Real Murcia y ya en pequeño nos dejan claro que «la operación es poco viable».

Reconozcan que algo hemos avanzado. Solo tienen que leer o escuchar las noticias hasta el final y quedarse con el único dato importante, que no es otro que el de «la operación no es viable». Ojalá algunos hubieran utilizado esa coletilla en 2014 y 2015. Se hubieran ahorrado hacer el ridículo con Antonio Perea.

Las serpientes de verano solo tienen una cosa positiva. La ciudadanía de a pie siempre podrá desahogarse y acusar a los periodistas de falta de profesionalidad. Sin embargo, este año los aficionados del Real Murcia no tendrán ni ese consuelo. Y es que por primera vez los que cubrimos diariamente la información del conjunto grana no tenemos que acudir a personajes con ganas de protagonismo para que nos vendan su llegada o la de algún jeque a Nueva Condomina.

Ahora las serpientes de verano relacionadas con la entidad murcianista no nacen en las redacciones. Ni tampoco en las cloacas. Ahora, para conseguir una serpiente de verano de las buenas, de las de echarte a reír un poco, solo hay que marcar el número de Francisco Tornel. Ni siquiera hace falta preguntarle para que el presidente del Real Murcia y máximo accionista te cuente un lunes que ha recibido una llamada del primo de un jeque, un martes que el Pequeño Nicolás va a buscar inversores, un miércoles que está hablando con un grupo de Dallas que como ha bajado el precio del petróleo quiere hacer negocio con un club con 30 millones de deuda, un jueves que unos catalanes se ponen a la cola y un viernes que esperan a un tal Ángel Torres para que hermane Getafe con Murcia.

Y si por casualidad no es él el que lo cuenta, no tiene problemas en confirmar que es cierto que tal o cual ha llamado a la puerta del club, consiguiendo en un suspiro cumplir a la vez los deseos del que quiere audiencia y de esos falsos inversores que lo único que buscan es su minuto de gloria. ¿A costa de quién? Del Real Murcia, al que su presidente no se da cuenta que le está haciendo un flaco favor. ¿Alguien responsable y con cierto caché tomaría en serio a un presidente que no ha dudado en tomar café con un embaucador al que le piden 27 años de cárcel?

No me cansaré de aplaudir al consejo de administración por su gran gestión económica. Han sido ellos los que han conseguido reducir la deuda concursal, los que han logrado que los impagos a jugadores no sean noticia un día sí y otro también, y los que están cumpliendo como pueden con Hacienda. Todo eso ha permitido que el Real Murcia recupere la estabilidad y repare poco a poco su imagen. Sin embargo de poco vale tanto esfuerzo si su presidente se encarga cada minuto de pisotear un poco el escudo de una entidad centenaria asociando públicamente el nombre del club al que tanto dice querer con cualquier pequeño Nicolás de la vida que aparque su Ferrari de renting en la puerta de Nueva Condomina.