José Antonio Camacho (Cieza, 8 de junio de 1955) cumple este lunes 65 años y casi dos alejado de los banquillos y de su pasión por sentir de cerca el fútbol. Del marcaje a Johan Cruyff al "Iniesta de mi vida", para el recuerdo de millones de españoles en la celebración del gol que valió un Mundial.

A Camacho siempre le marcó la pasión y máxima entrega en su carrera como futbolista. La honestidad siempre por delante como entrenador, con la valentía de dimitir de su cargo soñado en el banquillo del Real Madrid cuando sentía que el proyecto no estaba a la altura de las expectativas marcadas y la exigencia del club. Y siempre con esa naturalidad que ha instalado en su labor como comentarista en medios, la de uno de esos hombres nobles del mundo del fútbol.

La carrera de Camacho como futbolista quedó marcada a sus 18 años. Los ojeadores tenían controlado a un jugador del Albacete al que deseaban los grandes y se decidió por el Real Madrid. Crecía en el Castilla cuando las lesiones le abrieron las puertas del primer equipo con la llamada de Luis Molowny. De golpe se veía en la foto del once posando al lado de su ídolo. El 3 de marzo de 1974 debutaba, y como titular, en La Rosaleda. "Lo recordaré siempre. Con 18 años, posando con Amancio al lado. Era mi gran ídolo y de golpe me vi junto al futbolista que más admiraba, jugando con el primer equipo".

Llevaba 19 partidos en Primera, ya ganada la ficha del primer equipo, cuando llegó ese día que el madridismo jamás olvidará. El partido en el que Camacho secó al mejor jugador del planeta. El 5 de enero de 1975 aterrizaba en el Santiago Bernabéu el holandés Johan Cruyff tras alguna exhibición en la casa blanca (0-5) para dar la última Liga al Barcelona, siendo Balón de Oro e impulsando a Holanda a acariciar el título del Mundial.

Camacho tenía solo 19 años por los 28 de Cruyff, pero Miljan Miljanic no dudó de que debía convertirse en su 'sombra'. Y el holandés no tocó el balón en la primera parte, antes de que Camacho cediese su tarea a Goyo Benito y tomase aliento. Acabó con una brecha en la frente y la imagen de luchador incansable. "Marcó un antes y un después", siempre confiesa Camacho cuando le hacen recordar.

"Cruyff era el mejor en aquel momento y lo anulé. Tuvo una connotación especial. Representó un cambio de ciclo. Les ganamos con gol de Roberto Martínez, conquistamos Liga y Copa. Iniciamos un ciclo ganador", señala.

Camacho llegó a disputar 414 partidos de Liga, 577 oficiales con el Real Madrid, con una sola expulsión pese a asociar su nombre siempre al coraje. Fue 81 veces internacional con participación en dos Mundiales y dos Eurocopas con España. Las remontadas históricas madridistas del Bernabéu siempre traerán a escena su nombre junto al de Juanito. Desde el autobús tras la derrota de la ida comenzaban una labor psicológica decisiva.

"Siempre me transmitieron en el Real Madrid que jamás se puede dar un partido como perdido. Me convertí en uno de los que recordaba a los compañeros a diario que se podía remontar, que nunca hay nada perdido en el fútbol y menos en un Bernabéu lleno que intimidaba a cualquiera con su ambiente. Teníamos que ser los primeros en crear una ocasión, en dar una patada, tirar a puerta. Meter el miedo al rival para que se hiciese pequeño", destaca.

En 1989 colgaba las botas con 9 Ligas, 2 Copas de la UEFA, 5 Copas del Rey, una Copa de la Liga y 2 Supercopas de España ganadas, dejando su nombre como defensa legendario madridista, e iniciaba su carrera como entrenador junto a una leyenda como Alfredo Di Stéfano. Rayo, Espanyol, Sevilla, Benfica, Osasuna y dos etapas en sus regresos a casa, el Real Madrid, que provocaron salidas inesperadas.

"La primera sentía la confianza de Lorenzo Sanz y Pirri, pero no la de Onieva. Vi desde el primer momento que no contaban con la opinión del entrenador para confeccionar la plantilla y decidí romper antes de empezar a trabajar", recuerda.

Su reválida llegó con Florentino Pérez, en plena etapa de los galácticos. "Las estrellas estaban por encima del club. Florentino confiaba en mí, pero había muchos nombres y algunos ya habían dado todo lo que tenían. Yo sobraba", subraya.

En la tercera jornada dejó a David Beckham en el banquillo en casa del Espanyol. Tras perder 1-0, dijo: "No he visto que mi equipo jugara al fútbol". Y decidió marcharse. "Era imposible juntar en un equipo a seis de los mejores del mundo. A ese equipo no se le podía sacar el rendimiento que pensaban. Me marché y en febrero ya se habían comido al presidente", comenta.

Camacho cumple 65 años alejado de su pasión y aún con cosas que aportar desde el banquillo. Como seleccionador, dirigió a España en una Eurocopa y un Mundial, en el que solo una actuación arbitral frenó a España ante Corea del Sur en 2002.

Desde entonces ha dirigido a la selección de China y también a la de Gabón, que fue su última experiencia como técnico y de la que se cumplirán dos años en septiembre.

En su labor de comentarista dejó una frase eterna con el gol de Andrés Iniesta que culminó la mejor etapa de la selección española con la conquista del Mundial de 2010. Aquel "Iniesta de mi vida" que le salió del alma mientras millones de españoles celebran emocionados el gol de sus vidas.