A un niño de 9 años no le puedes dar a elegir entre su pasión musical y hacer la Comunión. Si te llaman para hacer un viaje a Madrid para participar como cornetín de orden en un festival de cornetas y tambores, lo dejas todo y te vas. No dudas. Pero Francisco Javier Gómez Pérez, Javi Pachorro para los amigos, se tuvo que quedar en Cieza. Su madre, no le dejó irse con la banda de la OJE el mismo día que hacía su Primera Comunión. Así era Javi, todo corazón, hombre pasional que transmitía a todos sus ganas de vivir. Pero el maldito cáncer entró en su vida, primero a través de su mujer, José, que falleció hace dos años y medio, y ahora él, que con 41 años ha dejado a Elena, con solo 11, sin padre, y a Pilar, su actual pareja. También ha dejado un vacío inmenso en sus hermanos, que lo adoraban, y a esa legión de ciezanos que han convivido alguna vez en su vida con Javi Pachorro.

Hace quince días, la Peña Los de Siempre, del Club Deportiva Cieza, el equipo de fútbol al que se entregó con pasión, se fue hasta la puerta de su casa en pleno confinamiento para animar a Javi con bombos y banderas. "Fue él quien terminó animando a los demás", recuerda José Miguel, uno de los hermanos de Javi, un hombre que ha dedicado gran parte de su vida al baloncesto como jugador, entrenador y árbitro. En el mundo de la canasta también estuvo Pachorro durante muchos años. Empezó siendo ayudante de estadísticas en el Club Baloncesto Cieza y muchos aún recuerdan el día que llegó a Molina de Segura, que acababa de estrenar su nuevo pabellón, y nadie sabía cómo funcionaba su flamante marcador electrónico. Después de estar el equipo arbitral, los auxiliares de mesa y miembros del club local trasteando ese artefacto, llegó Javi y lo puso en marcha en un santiamén con esa capacidad innata que tenía para hacer funcionar todo.

Javi fue encofrador y panadero en la Panadería Hijos de Joaquín. También se dedicó a la hostelería, como la mayoría de miembros de su familia. Pero hizo muchas cosas más en su vida pese a fallecer con solo 41 años. Fue festero de la kábila Los Galzules y participó activamente en la Semana Santa, donde entró de la mano de su tío y su padre. De allí pasó a la banda municipal de música con Francisco Lorito y Ginés Martínez Morcillo. Tocaba la trompeta y la caja, pero él siempre estaba disponible para todo. "Tenía unos pulmones tremendos", recuerda su hermano.

También practicó el piragüismo en el CP Cieza hasta los últimos días de su vida, y el fútbol y los toros eran sus otras pasiones. De hecho, la última camiseta que ha vestido ha sido la del Club Deportivo Cieza. "Se fue con ella puesta", dice José Miguel. Acompañaba a su equipo siempre que su trabajo le dejaba, como en aquella fase de ascenso a Segunda B donde no tuvo dudas en coger el coche para irse a Azuqueca de Henares en un viaje relámpago. Y tampoco dejaba pasar ni una sola oportunidad de ir a los toros. Todos los años, con la Escuela de Música de Cieza, cada vez que le llamaba el maestro Francisco García Alcázar, se colocaba su camisa blanca y sus pantalones azules para irse a la plaza. Allí, Javi Pachorro sonreía y hacía reír a todos los que estaban a su alrededor con esa tremenda bondad con la que ha impregnado toda su vida Cieza.