Francisco Miguel Beasley 'Billy' (Sevilla, 4 de marzo de 1981) ha aprovechado el confinamiento para lanzar '22 pares de botas', un librojuego de fútbol que ya ha sido un éxito de ventas en Amazon. Este bético que dirige el Hotel Portmán es licenciado en INEF y ha pasado por clubes como Costa Cálida, Los Alcázares, Beniaján, Bala Azul, Plus Ultra, Molina y Real Murcia.

¿Cómo fueron sus inicios en el fútbol?

Pegándole patadas a un balón en la calle en Sevilla, una ciudad donde se vive la dualidad Betis-Sevilla y los niños estábamos todos los días con el fútbol.

¿Y después jugó en algún equipo federado?

Sí, hasta juveniles, pero tuve una lesión grave de rodilla y me tuvieron que operar dos veces. Al mismo tiempo ya había empezado a tener interés por el mundo de los banquillos, ayudaba al entrenador y era muy preguntón.

¿Entonces entrena desde joven?

Estudié en Granada CAFD, antes INEF, y me especialicé en fútbol. En primera instancia acepté el rol de preparador físico porque no tenía experiencia y mi objetivo era pegarme a un buen entrenador. Así lo hice hasta que me vi preparado y di el salto a los banquillos, que coincidió con mi llegada a Murcia.

¿Y qué es '22 pares de botas'?

Una ilusión que yo tenía desde hace mucho tiempo por reunir una serie de ideas y contarlas de una forma diferente a lo tradicional.

¿Va dirigido solo a entrenadores?

No, mi mujer lo ha leído y no tiene ni idea de fútbol. De hecho, va muy pocas veces a verme a los partidos pese a que me conoció por el deporte. Por seguir con el mismo ejemplo, mi mujer, en las partes técnicas del libro, que hay muchas y son la base, se pierde porque no es especialista. Pero el libro ha tenido una gran aceptación entre los amantes del fútbol y cualquier persona que le pique la curiosidad y quiera iniciarse en este mundo, porque se encuentra un camino muy ameno. Desde la primera página te metes en primera persona en la novela, y a raíz de tus decisiones, llegas a cinco finales diferentes.

En la portada pone que es un librojuego.

Así es, porque tiene unas fichas de entrenador, equipo y resultados. Tú puedes apuntar las puntuaciones en el libro o descargar las planillas en Facebook.

El problema es que un libro así no se puede escribir como una novela, es muy diferente.

Por eso me ha costado mucho trabajo escribirlo, porque va saltando. A la vez que escribía iba jugando como si fuera tres personas distancias. A una le iba bien, a otra regular y a otra mal. Si lo ponía fácil corría el riesgo de que el lector no se motivara, y si era muy difícil, también.

Pues la imaginación es muy importante.

Muchas veces me he cabreado conmigo porque no me gustaba, borraba una página o me tiraba hora y media para escribir otra... El proceso ha supuesto un momento introspectivo en mí y una responsabilidad porque eso no es juntar letras. Al final han sido casi 400 páginas que me han costado muchísimo.

¿Cuánto tiempo llevaba escribiendo el libro?

Empecé en 2019 y, como explico en la introducción, iba haciendo manuscritos inconexos, separados y guardando ideas con la idea de fusionarlos en un futuro. Pero en noviembre vino a mis manos un librojuego de aventuras de David Velasco que me pareció muy original.

¿Y cómo se juega al fútbol en un libro?

Cada lector juega diez partidos con los dados. Hay que descargarse una aplicación gratuita y empiezas desde la pretemporada. El nivel de ataque y de defensa te hace disputar los encuentros y enfrentarte a diferentes rivales.

Pero perderán los lectores pocas veces, porque de lo contrario se desmoralizarán.

Yo que lo he escrito no fui campeón de liga ni entré en play off. Hay cinco finales totalmente diferentes.

¿Y también se puede descender?

Te cesa el club y en algunos casos también te renueva. He dejado la puerta entreabierta para un segundo libro.

¿Cuántas horas le ha llevado esto?

No las he contado, pero sí te puedo decir que el 19 de marzo me vine a mi casa con un ERTE. Yo estoy acostumbrado a un nivel alto de ocupación, ya que salgo a las seis de la mañana de casa y vuelvo por la noche. Se me caía la casa encima y busqué una solución. Le dije a mi mujer que mi jornada laboral en el confinamiento la iba a emplear en terminar de escribir el libro.

¿Cómo surgió la oportunidad de publicarlo?

A mitad del proceso, como me estaba divirtiendo tanto, empecé a investigar y una de las opciones era a través de Amazon. Por su formato, tenía que salir en papel, no podía ser digital. A mitad de abril fue cuando lo lancé.

¿Y cuál es la clave para que un autor neófito se haya convertido en uno de los más vendidos en Amazon?

No me considero escritor ni autor, incluso me da vergüenza escuchar esa palabra. Y la clave es que al margen de tener muy buenos amigos, es porque conecta con la gente. Hay millones de libros de fútbol que salen en base a una figura de éxito, como Guardiola y Simeone. Pero 22 pares de botas está dirigido a personas con interés en mejorar. Es diferente a un libro tradicional porque no tiene ni índice. Aquí cada uno elige su aventura y su devenir...

Pero nadie elegirá que le despidan.

Es que tú no lo eliges, tus decisiones son las que te llevan a un mal resultado y a esa situación. El libro tiene 111 apartados y lo construí con cartulinas. Al final te invita a releerlo varias veces porque es diferente.

¿Me aburriré leyéndolo al no ser especialista?

Tiene un transfondo táctico, pero es un juego para el lector, por eso puede leerlo cualquiera dejando fluir su imaginación. Y además, a través de códigos QR, puedes ir a Youtube para ver charlas de otros entrenadores que te van a ayudar a tomar decisiones o que te dan informes de un jugador que vas a incorporar a tu plantilla. Entre esas aportaciones está una de Adrián Hernández, entrenador del Real Murcia.

¿Por cierto, cómo acabó dirigiendo un hotel?

Porque soy una persona muy inquieta. He sido militar, he vendido tarjetas de crédito, responsable de una ONG y coordinador de una empresa de ocio y tiempo libre. He terminado como director de un hotel porque en mi afán de ser buena persona, conocí a buenas personas, como es mi jefe actual, que era el presidente del Beniaján. Me llamó para ofrecerme ser director de hotel porque confiaba en mí. Me formé en todo lo que pude y me tiré, entre otras cosas, un mes limpiando váteres en el hotel Nelva.