Pablo Francisco Sánchez Palacios es una de las grandes promesas del piragüismo nacional. Con solo 18 años ya tiene en su palmarés una medalla de bronce en un Campeonato del Mundo júnior. Ayer fue el protagonista de las entrevistas en Instagram de La Opinión, donde admitió que le costó bastante trabajo encontrar la motivación para entrenar -lo hacía durante el confinamiento en el garaje de sus padres en Lo Pagán con un kayak ergómetro-, pero que tras superar esa primera fase y volver a remar en el agua, la situación ha cambiado. «Me desanimé al principio de la cuarentena. Solo pensaba en jugar con el móvil, pero me sentía inútil. No usaba las pesas ni el kayak ergómetro, pero poco a poco me entró el gusanillo y ahora estoy con muchas ganas», explicó el palista de la Escuela de Piragüismo Mar Menor, de la localidad sanjaviereña de Santiago de la Ribera.

Con solo seis años comenzó a practicar el piragüismo y nunca olvidará su primera competición: «Fue en Fuentidueña del Tajo. Me engañaron diciéndome que había pirañas en el río y otras tonterías para asustarme. Recuerdo que acabé la carrera llorando. En esa prueba no cogí medalla ni nada, pero después sí que fui dando más la cara y tomándomelo más en serio. Me picaba mucho con los mayores, siempre quería ganarle a la gente de más edad», afirmó el pupilo de Nemesio Mariño, quien también admitió durante la conversación que «me suelo saltar mucho la dieta, no la sigo mucho, pero en el confinamiento incluso he adelgazado, aunque creo que es de músculo porque me noto muy flojo».

Ahora sale todos los días al Mar Menor a entrenar. «Al principio me mandaba mi entrenador los entrenamientos por móvil y me subía a la piragua yo solo, pero ahora ya estamos más acompañados». Y también expresó su satisfacción por el estado en el que ha encontrado la laguna. «El Mar Menor se está recuperando, hay zonas donde antes no se veía nada y parecía chocolate que ahora están cristalinas. El parón del coronavirus le ha venido bien».

El período que ha tenido sin poder entrenar en el mar no le había venido bien «para tener un poco de descanso. No me gusta madrugar y llevaba mucho tiempo sin parar, pero he terminado echando de menos la piragua».

Atrás ha quedado un duro episodio que tuvo que vivir en su corta carrera. Estando concentrado con la Federación Española en Asturias le diagnosticaron mononucleosis. «2018 y 2019 fueron años caóticos pero muy buenos porque logré mis mejores resultados. No pude ir a los Juegos Olímpicos de la Juventud porque estando en Asturias pillé una mononucleosis. Pensaba que tenía anginas porque escupía sangre y no podía comer. No podía con mi alma hasta que me llevaron un día de urgencias al hospital», recordó. Solo unos meses después, subió al podio del Mundial júnior, una regata de la que recuerda todos los detalles, incluso que «cinco minutos antes de que se diera la salida estaba llorando de la emoción por verme allí. Es algo que no sabe ni mi entrenador», comentó.

Anécdotas como el acuario que llenaba con sus chupetas cuando era un bebé o sus experiencias futbolísticas también salieron a relucir en una conversación donde Pablo Sánchez lamentó que el piragüismo no tenga tanta relevancia social como el fútbol, pero «ser campeón de España, por el nivel que tenemos aquí, significa ser uno de los mejores del mundo».