Todos los días, a las ocho de la tarde, decenas de ciudadanos salen a los balcones para aplaudir. Pese a que ha pasado el tiempo desde que esta iniciativa se pusiera en marcha, nadie falla para dar el cariño y el reconocimiento a todas esas personas que se dedican a la sanidad, ya sean médicos, enfermeros o celadores, ninguneados en muchas ocasiones. Pero ahora ellos, que siempre son esenciales, se han convertido en imprescindibles. Están exponiendo su salud y cada uno se ha convertido en un héroe durante esta terrible pandemia que está dejando tantos muertos y enfermos.

«Cada aplauso es un impulso de energía para seguir luchando», dice Pablo Carsellé Baillo (Cartagena, 24 de noviembre de 1993), jugador de baloncesto que milita esta temporada en el filial del UCAM Murcia, que compite en la Liga EBA y que está en primer línea. «Me siento muy orgulloso cuando todos los días escucho los aplausos. Siento que la gente se da cuenta de la importante labor que realizamos», afirma este base de 26 años de edad que trabaja como enfermero en el Hospital Perpetuo Socorro de Cartagena, su ciudad natal, aunque en estos momentos reside en Murcia junto a su pareja.

Carsellé estudió Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, Enfermería y tiene un máster MBA en administración de empresas. Todo ello lo ha conseguido compaginándolo con el baloncesto. Desde hace cinco meses trabaja como enfermero. «Quién me iba a decir que iba a vivir una pandemia en tan poco tiempo de vida laboral», afirma Carsellé.

La dinámica de trabajo en el centro hospitalario ha cambiado por el coronavirus: «Las urgencias se han reducido y solo viene la gente que realmente está grave. En el Perpetuo Socorro hemos aislado un ala para pacientes de coronavirus, donde tenemos 24 camas, y hemos reagrupado en otras alas del hospital al resto de pacientes. Está claro que el volumen de trabajo ha aumentado un poco, pero de momento estamos haciendo los mismo turnos. Sí es verdad que algún compañero se ha tenido que coger un día de baja y hemos tenido que hacer un poco de apoyo», explica.

Carsellé, que esta temporada estaba siendo el suplente de Ismael Corraliza en el UCAM de EBA, disputando una media de 12 minutos por encuentro, admite que, como le ha ocurrido al resto de ciudadanos, hizo falta un tiempo para asumir la gravedad de la pandemia: «Al principio no éramos conscientes de lo que estaba ocurriendo, pero conforme avanzó, los que trabajamos en el sector de la sanidad, nos dimos cuenta antes que el resto de la población», admite, para añadir que «en el hospital hemos llevado mucho cuidado desde el primer día. Hemos sufrido bajas de algún médico o enfermero que se ha tenido que ir a casa, pero no han sido grandes cosas, lo estamos llevando bastante bien», comenta.

De casa de sus padres, donde él y su pareja se han quedado a vivir estos días de confinamiento, al hospital. Ese es el único contacto con el exterior que tiene diariamente Carsellé, quien cada vez que vuelve a casa sigue a rajatabla todas las recomendaciones sanitarias para evitar la expansión del virus, «como quitarme la ropa, ducharme, desinfectar las llaves, el móvil, todo. Igual que tienes el miedo de llevarlo al hospital, lo tienes cuando vuelves a casa», afirma.

Ahora más que nunca, Carsellé se siente orgullos de ser enfermero. Asegura que «no paso miedo por mí, sino por la gente que está ingresada, porque yo salgo a la calle y me lo puedo llevar. Tengo que tener mucha precaución para no contagiar a nadie. Nosotros hacemos lo que nos gusta y es nuestro trabajo porque ser enfermero es vocacional, lo hacemos encantados», comenta.

Muchos sanitarios han lamentado durante la pandemia la escasez de los recursos para poder realizar su trabajo y evitar el contagio. Sin embargo, Pablo Carsellé no ha vivido estas restricciones porque «en el hospital donde yo estoy, tanto los coordinadores de enfermería como director médico se adelantaron a la situación y siempre hemos tenido material para todo el personal. Tenemos desde el primer día mascarillas, guantes, gafas de protección y pantallas protectoras, todo lo que se necesita para ofrecer un buen servicio», termina diciendo este deportista que está en primera línea.