Quedarse en casa es complicado para cualquier ciudadano. Casi nadie desea estar encerrado entre cuatro paredes cuando la salud le acompaña. Pero si además eres deportista profesional y necesitas estar en permanente actividad física, la situación se agrava mucho. Un buen número de deportistas de la Región se encuentra en una situación de incertidumbre y delicada. De hecho, a partir de mañana lunes, no se podrá realizar ejercicio físico en la calle. De ningún tipo. Ni salir en bicicleta. El estado de alarma por el coronavirus así lo ha decretado y ellos también están confinados en casa.

La Opinión ha contactado con diversos deportistas de la Región de varias modalidades deportivas para conocer qué soluciones están adoptando. Ninguna de ellas es la idónea y todas están marcadas por las dudas. ¿Hasta cuándo se prolongará la situación? ¿Cuántas competiciones se suspenderán? Hay mucho en juego. Salvo casos excepcionales, muchos dependen de los premios, becas y dietas por desplazamientos. Si no compiten no tienen ingresos.

Ayer, en los márgenes del río Segura a su paso por Cieza, realizó el último entrenamiento el grupo que dirige José Antonio Carrillo, quien cuenta en su nómina con atletas como Álvaro Martín, campeón de Europa, Lidia Sánchez, Luis Manuel Corchete y los murcianos Miguel Ángel López Nicolás, Manuel Bermúdez, Amanda Cano e Iván López, entre otros. Los dos primeros, que son extremeños, optaron por regresar a sus lugares de residencia ante el temor de no poder atravesar en coche Madrid. El resto optaron por entrenar casi en solitario, como recomiendan las autoridades sanitarias. «No sabemos qué vamos a hacer», afirma Carrillo, un técnico con más de treinta años de experiencia que nunca se había encontrado en una situación parecida. «Se han paralizado hasta las concentraciones. Iván López y Manuel Bermúdez se bajaron el domingo pasado de Sierra Nevada con la idea de aclimatarse para el Campeonato de España que se iba a disputar en Murcia el día 22 de marzo. Ahí estaban en juego las plazas para la Copa del Mundo. No podemos parar, pero tengo que ir viendo qué hacemos», afirma el ciezano, quien barajó la posibilidad de «irnos a la playa, pero visto lo visto, que se había inundado de madrileños, pensé que no era lo más conveniente porque hemos tomado todas las precauciones y seguido las normas de higiene a rajatabla», apunta.

Carrillo no descarta cesar toda la actividad, incluso la que puedan hacer en casa los atletas, durante diez días: «¿Pero quién dice que no se alargue más?», se pregunta. Ahora le toca remodelar todo el planning. «Me estoy devanando los sesos. Natación no vamos a poder hacer porque no nos vamos a tirar al río. Encima, algunos no tienen elíptica y los gimnasios están cerrados. Estoy pensando en alquilar alguna a los gimnasios para que las instalen en casa o comprar tapices rodantes. De verdad, no sé qué vamos a hacer», dice.

Manuel Bermúdez e Iván López son otros de los damnificados. Los dos jóvenes atletas se pagaron de su bolsillo una concentración en Sierra Nevada para poder tener un entrenamiento en altura antes de los Campeonatos de España. La inversión se ha ido al traste, como le ha ocurrido a Kike Siscar, uno de los mejores tenistas en silla de ruedas de nuestro país y que está luchando por la clasificación para las Paralimpiadas de Tokio. El pachequero tuvo que hacer frente a un gasto de 4.000 euros para comprar los billetes de avión. El pasado jueves logró una gran victoria en el ITF1 de Georgia ante el número 45 del mundo, el estadounidense Conner Stroud. Horas después se cancelaba tanto ese torneo como el siguiente que iba a disputar, el Súper Series Cajun Clasic en Luisiana. Rápidamente tuvo que anular el vuelo de vuelta, comprar uno nuevo, con el consiguiente desembolso económico, y regresar a España vía Amsterdam, pero lo importante «es la salud y estar en mi casa cuanto antes», decía.

Alcaraz, en una pista privada en Villena

También en Estados Unidos se encontraba Carlos Alcaraz, el joven tenista murciano que está rompiendo moldes con 16 años. Iba a disputar Indian Wells y el Master 1.000 de Miami, donde iba a entrar directamente en el cuadro final por la baja de Martín del Potro. Junto a Juan Carlos Ferrero, su entrenador, regresó a nuestro país desde Los Ángeles vía Barcelona. Su calendario estaba plagado en el próximo mes y medio de grandes torneos. Ahora se encuentra en Villena, entrenando en una pista privada y allí se quedará, haciendo una nueva pretemporada y viviendo casi aislado para tener el mínimo contacto con otros deportistas y personas.

Alba Carrillo también es tenista. Su sustento económico prácticamente se limita a las ganancias en los torneos. Durante toda la semana «estábamos con incertidumbre, pero todo se ha acelerado de manera exponencial», dice. El jueves por la mañana estaba haciendo las maletas para marcharse a jugar dos torneos ITF en Francia cuando se conoció que se suspendía toda la actividad. Estaba en Valencia, donde entrena en la Academia Pancho Alvariño: «Me dijeron que no se me ocurriera salir y por la tarde empezaron a cerrar los comercios», dice. «El viernes hicimos el último entrenamiento conjunto y ahora están todas las instalaciones cerradas, por lo que de aquí a quince días no vamos a poder entrenar ni tocar raqueta. Me he quedado en Valencia haciendo físico en casa y estudiando, no puedo hacer otra cosa», comenta. Ahora está «desempleada durante seis semanas, pero ahora viene lo peor. Solo pensamos en el día a día», añade.

El pinatarense Pablo Sánchez Palacios es una de las más firmes promesas del piragüismo mundial. Después de lograr una medalla en los pasados Campeonatos del Mundo júnior en su primer año en la categoría, afrontaba una temporada crucial. Este fin de semana iba a participar en el Campeonato de España de Invierno. «Está entrenando en el sótano de su casa. Le he llevado un kayakergómetro, que es un aparato que simula el paleo del kayak y tiene un ventilador. Pones los kilómetros que quieres hacer y te pones a palear, pero tampoco se puede abusar mucho. Eso lo utilizamos para los días en los que el tiempo es malo y no podemos salir al mar, pero es una pequeña salida para que no esté parado», cuenta su entrenador, Nemesio Mariño Albal, de la Escuela de Piragüismo Mar Menor. «Estamos en la época del año ideal para hacer entrenamientos de agua, no de gimnasio», añade el técnico, quien también explica que «estamos viviendo una gran incertidumbre porque si anulan el Mundial, que iba a ser en Alemania en julio, ya no sabemos para qué vamos a entrenar».

Laura Durán es de Cehegín. Está en su último año como triatleta júnior y pertenece a la concentración permanente de la Federación Española en la Residencia Blume, de Madrid. Las instalaciones se han clausurado y ha tenido que regresar a su pueblo. A principios de semana se fue a Huelva «porque ya en Madrid estaba la cosa regular. Teníamos allí el principal foco de coronavirus y nos mandaron fuera. Temían que cerraran la residencia y nos tuviéramos que quedar atrapados», recuerda. Hace solo dos semanas inició su temporada: «Fue en un duatlón en Alcobendas, pero era este fin de semana cuando empezábamos de verdad porque dentro de dos semanas teníamos la Copa de Europa en Melilla y después íbamos a Portugal, pero ya tenemos un comunicado oficial donde anuncian la suspensión de todas las competiciones hasta el 31 de abril. El primer pico de forma del año estaba programado para alcanzarlo este mes. Ahora no sabemos qué vamos a hacer y, obviamente, no podemos estar parados un mes, pero tenemos las piscinas cerradas y las pistas de atletismo», dice. También los estudios se han visto afectados: «Los llevo bien porque los hago a distancia con la UCAM. Hago fisioterapia y tenía un examen el próximo martes, pero también se ha suspendido», dice una joven que no sabe qué podrá próximamente.

El nadador cartagenero Alberto Martínez, que ya tiene la clasificación en aguas abiertas para los Juegos Olímpicos, se encontraba en Sierra Nevada porque «nos habían cerrado el CAR de Sant Cugat, de Barcelona, pero de aquí también nos vamos a tener que ir. Estamos buscando soluciones», dice un deportista que entrena diariamente unas ocho horas en una modalidad de gran exigencia física. «En España no vamos a poder seguir porque se han cerrado las instalaciones. Estamos haciendo una lista de opciones para coger la más adecuada, pero no sabemos qué hacer», comenta.

También en Sierra Nevada se encontraba ayer el ciclista profesional Rubén Fernández. Preparaba con su equipo, el Fundación Euskadi, la Volta a Catalunya y la Vuelta al País Vasco. «Decían que en Cataluña se iba a correr a puerta cerrada, como ha ocurrido en la París-Niza, pero era una locura y ya no nos queda otra. Nos han dicho que en dos días nos tenemos que ir de aquí», dice. Además, el estado de alarma le impedirá salir a la calle a entrenar. «En principio serán casi dos meses sin competir. Esperamos que de aquí a treinta días se vaya aclarando un poco todo el tema, para ver si podemos hacer Vuelta a Asturias y Castilla y León, pero esto es hablar por no callar. Es muy complicado y tenemos que ser responsables y consecuentes con lo que está pasando ahora mismo. Lo importante ahora es solventar este problema y que no vuelva a pasar», comenta. Hasta ahora, los entrenamientos «los hemos hecho individualmente, sin hacer paradas en ningún sitio, teniendo el mínimo contacto posible con el resto de compañeros. La suerte es que estamos al aire libre, pero ahora no sabemos qué va a ocurrir. Habría que preguntarle a la gente que tiene cien años si ha vivido algo así porque nadie sabe decírmelo», dice resignado.

El cartagenero Víctor Ruiz es jugador profesional de pádel. Estaba ante un año importante para él después de colarse en los cuartos de final de varios torneos del World Padel Tour de 2019. Ahora se encuentra con «todas las competiciones, hasta nuevo aviso, canceladas. Pero tampoco podemos parar, tenemos que seguir trabajando». Al menos él puede seguir entrenando «porque tengo la suerte de tener en casa una pista propia. A partir de ahora me toca entrenar ahí con mi padre, que ya ha sido entrenador mío, y en cuanto al trabajo físico, hemos preparado un método de entrenamiento online con el preparador físico. Tenemos previsto hacer entrenamientos vía skype, hablando los dos», comenta.

La regatista cartagenera Fátima Reyes también vive en la incertidumbre. Compite en la clase Láser y afrontaba la clasificación para los Juegos Olímpicos de Tokio, donde partía como la española con más posibilidades. «Ahora teníamos dos regatas muy importantes, el Trofeo Princesa Sofía y la World Cup de Génova, pero ambas se han suspendido. Nuestro país no está clasificado para los Juegos, pero yo acabé el año pasado la primera del ránking, aunque en 2020 no nos habíamos medido todavía». Reside en Palma de Mallorca, donde tiene su lugar de entrenamiento, pero ahora «estoy en casa, haciendo bicicleta y gimnasio. Tengo una máquina para poder entrenar, pero solo puede simular el cansancio de piernas que tenemos cuando nos colgamos en el barco, pero ni el viento ni las olas las podemos sentir», explica. «Ahora no sabemos cómo va a ser nada. Encima, no nos podemos descuidar porque si se levantan las suspensiones, tenemos el Eurpeo en mayo. Ahora habíamos alcanzado un pico de forma para estas competiciones, pero no sabemos ni qué hacer», termina diciendo.