Adrián Hernández siempre ha dicho que entrenar al Real Murcia era un sueño. Aunque lo cumplió el pasado mes de junio, cuando firmó su contrato como grana, el técnico murciano todavía no debe creerse que el escudo que lleva en el pecho no es el del Churra, es el del Real Murcia. Y que ya no juega en un campo de barrio sino que lo hace en un estadio de cuatro estrellas. También debe pensar el entrenador que su presentación como murcianista no fue realidad. Porque nueve meses después de su puesta de largo, todavía no se ha visto ni un día el 'rock'n roll' que prometió al murcianismo.

Lleva ya muchos meses el Real Murcia siendo un equipo pequeño. Un equipo que no suena con fuerza cuando se cita a los 'gallitos' del Grupo IV. Pero es que cada jornada que pasa, como si se sintiera cómodo en ese papel, Adrián Hernández se empeña en empequeñecer a los suyos cuando la potencia de los focos es baja. Al igual que ocurre en el cuento de Alicia en el País de las Maravillas, el técnico grana solo ofrece el pastelito mágico cuando llegan los grandes rivales. Es en esos partidos cuando el Real Murcia se vuelve gigante. Para no agotar la dosis, en el resto de encuentros, Adrián Hernández prefiere la botella de la historia de Disney. Con el cartelito de 'bébeme', los futbolistas no dudan en tomarse un buen trago hasta reducir su tamaño a la nada.

Ha ocurrido ya demasiadas veces. Lo contamos hace una semana cuando el Real Murcia perdió frente al Mérida. Y si hoy se van a librar de volver a leer el mismo cuento es porque Alberto Toril y Víctor Curto salieron al rescate de su equipo y salvaron del chaparrón a su técnico, aunque ni los tres puntos evitaron que el preparador murciano quedase señalado. Fue tan evidente, que hasta los ciegos empezaron a ver.

Y es que, como ciertas modas, la defensa de cinco en la que se empeña Adrián Hernández, pese a saber que solo da resultados en un tipo de partidos, debería quedar guardada en el armario de la ropa vieja hasta que toquen rivales ante los que sí o sí no queda otra que ir de víctimas. Pero es que el Real Murcia ya no solo va de víctima ante el FC Cartagena, Marbella o Badajoz; el Real Murcia ya va de víctima ante cualquiera que se ponga enfrente. Y ante el Don Benito, que coquetea con el descenso, no iba a ser diferente.

Dio igual que el choque fuese en casa y ante la afición. Da igual. Adrián Hernández se empeña en echar a la gente de la grada, posiblemente pensando que es más fácil acallar a cuatro mil que a siete mil. Porque resulta extraño que con once mil abonados, ya no se llegue ni a los cinco mil. Entre las múltiples preocupaciones de los granas debería estar la de recuperar a la gente, hacer que vuelvan al campo, aunque posiblemente no esté esa asignatura en la lista. Y es que en el club no gustan las críticas, y los que critican son los primeros que se quedan en casa para ahorrarse el trago.

Pues ante el Don Benito volvió a repetir Adrián Hernández la defensa de cinco. Da igual que Armando a veces dé un paso al centro del campo, la defensa sigue siendo de cinco, porque en el medio ya tienes como pivote a Juanma Bravo. Como si su libreta solo tuviese esa página, al técnico le dio igual que los jugadores quedaran marcados hace una semana en Mérida, donde se sumó la cagada... (he perdido la cuenta). Porque ante el Don Benito el Real Murcia volvió a saltar con un once típico del Churra. Ante el Don Benito las únicas novedades fueron Curto y Pedrosa. Pero, da igual que juegue Curto, Toril, Chumbi... da igual, porque los delanteros en el esquema de Adrián Hernández son un mundo aparte. Están aislados y desesperados, porque entre tantos defensas, nadie es capaz de lanzar al equipo y mirar arriba.

Fue desesperante el primer tiempo. Fue para que alguien saltara al campo y desnudara a los jugadores. O por lo menos les quitara el escudo de la camiseta. Nadie pudo comprobar la evolución de Pedrosa, porque Pedrosa es atacante, y en el Real Murcia los atacantes no son VIP. Tampoco se pudo ver si Curto había vuelto de la lesión con el mismo hambre de antes, porque nadie buscó a Curto. Y mientras que nadie sabe qué pretendía Adrián Hernández ante el Don Benito y en casa, los visitantes aprovechaban cualquier oportunidad para, con sus limitaciones, dar la sorpresa. Y lo hizo al borde del descanso. Abraham Pozo se sacó un latigazo lejano para sorprender a un Tanis que hizo la estatua a la vez que el balón le superaba por alto para, por el mismísimo centro, colarse en la red.

Si el planteamiento de Adrián Hernández no había hecho ni chispa de gracia a la afición; el 0-1 del Don Benito revolvió el estómago a más de uno. Fue tan evidente que hasta el técnico se dio cuenta a las primeras de cambio. Nada más volver del vestuario, Antonio López había abandonado el campo para dejar su sitio a Alberto Toril.

El mallorquín, al que fichó Julio Algar -no todo va a ser malo en este hombre-, volvió a llegar y a besar el santo. Lo hizo ante el UCAM y lo repitió ayer. Solo diez minutos necesitó para poner el 1-1 con su quinto gol en esta campaña.

Igualaba Toril a Curto en la lista de pichichis granas. O eso parecía, porque el catalán volvió a demostrar que dentro del área no tiene rival. Justo después de que Abraham Pozo estrellase un balón en el larguero tras el lanzamiento de una falta, el '10' grana aparecía para volver a ser decisivo.

Quedaba media hora para pulgar todas las penas, para hacer disfrutar a la afición, para demostrarle que hay citas que empiezan mal y que acaban entre sábanas. Y los jugadores parecían dispuestos a una bonita reconciliación después de la derrota en Mérida.

Y en eso estaban cuando Adrián Hernández volvió a olvidarse de esa regla que dice que cuando las cosas van bien, mejor no tocar nada. Porque el técnico, en vez de relajarse y permitir crecer a los suyos, les obligó a dar otro trago a la botella mágica. Y de repente, Víctor Curto desapareció para dejar su sitio a Manolo. Y Pedrosa se fue para que entrara Juanra. Y en un pispás, el Real Murcia volvía a estar tan asustado como un perrito que se escapa y de repente se encuentra en medio de una calle y rodeado de coches.

Dando pasos atrás a un ritmo acelerado, el Don Benito se dio cuenta que podía sacar algo positivo del estadio grana. Con el partido de ida y vuelta y con los visitantes más dominadores y con más recursos en ataque, tuvo que aparecer primero Álvaro Rodríguez y luego Tanis para conseguir que la victoria se quedase en casa pese a Adrián Hernández.