Insulso partido entre un Talavera justito y un mermado Yeclano sobre un césped tremendamente irregular que sirvió para repartir puntos entre unos locales que lo están teniendo muy difícil para sacar cabeza y unos azulgranas que cambian de tendencia tras dos salidas en blanco y dos derrotas consecutivas.

Precisamente, ese contexto propició que ambos equipos estuvieran más preocupados en no cometer ningún error que en hacer méritos suficientes para llevarse el encuentro. Los de Sandroni, con bajas importantes como las de Vaquero, Ubai, Víctor Fenoll e Iker Torre, apostaron por un musculoso doble pivote formado por Selfa y Vivanco, con Javi Saura en la mediapunta y Renato entrando por la derecha tras numerosos partidos sin tener protagonismo. Y si bien faltaba mucha de esa mordiente que posee siempre el Yeclano, el conservador planteamiento del técnico del Talavera, Alcoy, hizo que la iniciativa fuera azulgrana y que los blanquiazules centrasen sus esperanzas en las contras.

Prácticamente no hubo nada que resaltar de la primera parte más allá de un remate de córner de San José, mientras que el balón parado del Yeclano resultó inofensivo y descoordinado. Y es que por abajo era tarea muy difícil, El Prado era un pasto cuyos botes juagron malas pasadas, y ante eso no había mucho más en lo que basar el juego que en pelotazo y tentetieso.

Tras el descanso, los locales salieron con un poco más de brío, aunque probablemente insuficiente para un equipo que tiene el agua al cuello. El Yeclano aportó alguna sensación de riesgo más por la inseguridad del césped que otra cosa, más allá de un par de balones de Expósito y dos entradas por banda en superioridad de Ángel López.

A los ocho minutos de la segunda mitad, un Renato voluntarioso y aguerrido le puso desde la banda un centro a Tonete en la frontal, quien le pegó a la pelota por abajo de primeras provocando la única parada de mérito de los porteros. Sandroni apostó por Rashiti para darle un punto distinto arriba al equipo, y si bien le ofreció bajar la bola y fijar posición, no supo inaugurar su casillero de goles en la última jugada para los azulgranas casi al final, con una buena combinación entre Héctor Camps y Luís Castillo, con llegada a línea de fondo y pase de la muerte al albano, quien, en vez de disfrazarse de Álex Vaquero, golpeó mordida la pelota fuera.

La veintena de aficionados azulgranas que se desplazaron desde el Altiplano hasta Toledo, que volvieron a recibir la