Están en casa, calentitos, con la calefacción tirando a todo gas. Al fondo se oye la lavadora haciendo su trabajo. La pantalla de su ordenador indica que son las nueve de la noche. Hora de cenar. Se levantan, cogen la pizza del frigorífico y encienden en horno. Y entonces.... Plaffff. Se hace la oscuridad. El cuadro de electricidad ha dicho basta. Los plomos han saltado.

Que no cunda el pánico. No hace falta ponerse nervioso. Todos hemos vivido una situación parecida. Cuando encendemos demasiados electrodomésticos, cuando superamos la potencia contratada, los plomos saltan y la casa se queda en penumbra.

Algo parecido ocurrió ayer en Nueva Condomina. Al Real Murcia le saltaron los plomos. El Real Murcia, que en las últimas jornadas había sorprendido a todos encadenando su mejor racha de toda la temporada, excedió la velocidad contratada y dijo basta. El Real Murcia no solo perdió, algo que no hacía desde el 8 de diciembre, sino que además realizó un partido decepcionante. En 90 minutos, el Talavera, un equipo en zona de descenso y que no ganaba desde hace dos meses, devolvió de golpe a los granas a su realidad.

Después de ganar al Cádiz B, al Algeciras, al Córdoba y empatar frente al San Fernando daba la impresión de que los granas habían madurado lo suficiente para dar otro salto en la clasificación que le dejase en los puestos que siguen al play off, a la espera de que a alguno de los favoritos les entre la pájara en esta segunda vuelta.

Viendo el estado de forma de los murcianistas y el calendario que se les presentaba, con rivales de la zona baja, todo hacía presagiar que el Real Murcia estaba preparado para dar batalla. Pero lo que nos habíamos olvidado es de la potencia contratada, y es que después de cuatro jornadas jugando por encima de sus posibilidades, a la quinta, cuando las cabezas se relajaron y la euforia apareció por los alrededores, los plomos hicieron plaffff. Y Adrián Hernández, posiblemente entretenido revisando las ofertas que tiene sobre su mesa, entre las que todavía no está la del Real Murcia, no encontró el cuadro de luz que reactivase a los suyos.

No estuvo acertado el preparador murciano a la hora de plantear el partido. Tampoco durante el mismo. Y el Talavera lo aprovechó. Ganaron los manchegos por la mínima. Con sus enormes limitaciones era lo máximo que podían sacar de Nueva Condomina, sin embargo, aunque les faltó chispa en ataque, tuvieron ocasiones para exigir a Tanis e hicieron saltar por los aires un centro del campo en el que Juanma Bravo se vio superado por todos los lados ante la incomparecencia de la mayoría de sus compañeros. Porque ayer Dorrio no fue Dorrio, porque ayer Josema demostró que sigue sin digerir el castigo al que le somete su técnico obligándole a jugar en la media punta; porque Víctor Meseguer ni se vio, porque Alberto Toril se desquició demasiado pronto y porque con solo aparecer no es suficiente si Peque quiere llamar la atención. Por Chumbi no me pregunten, el aguileño sigue en paradero desconocido.

Del centro del campo hacia arriba el Real Murcia fue un juguete en manos de un Talavera que se divirtió campando a sus anchas por el césped de Nueva Condomina. Ganó la posición a las primeras de cambio y puso la intensidad suficiente para convertir en un trapito a un Real Murcia desapasionado, con la mente en otro sitio y perdedor de cualquier batalla que se librara sobre el terreno de juego.

Si llegó vivo al descanso el cuadro grana fue porque el Talavera no tenía chispa dentro del área. Muy activos los manchegos por banda, sobre todo gracias al trabajo de Cristian, los centros apenas ponían en aprietos a un Tanis que reaccionó bien en la única ocasión clara de los visitantes. También ayudó que el remate de Álvaro iba más bien flojito (34').

Hasta firmando un partido para olvidar tuvo el Real Murcia su oportunidad. Fue en un córner. Remataba Meseguer en el segundo palo, pero apareció Buigues para dejar con la miel en los labios al canterano grana.

Si Adrián Hernández hubiera tenido once cambios, los hubiera utilizado casi con total seguridad todos en el descanso. Como solo tenía tres, el técnico grana realizó dos. No fue el día de los jugadores, pero tampoco del preparador. Se limitó a lo de siempre. El problema estaba de centro del campo para arriba, donde Peque, Dorrio, Josema, Meseguer y Alberto Toril habían decidido ni comparecer, sin embargo Adrián Hernández vive obsesionado con la defensa.

Quitó a Quereda, posiblemente creyendo que los milagros se repiten todos los días y que Iván Pérez marcaría como hizo frente al San Fernando; y a Josema. Al campo saltaron el de El Palmar y Edu Luna. Pasaban los minutos sin que el Real Murcia reaccionase, sin que los retoques hechos desde el banquillo hicieran efecto. Pero de nuevo, en un chispazo, pudieron los locales desnivelar la balanza. Dorrio con un gran remate comprobó que Buigues estaba caliente. También Edu Luna en el córner que Armando sacó a continuación. De un golpe, el meta del Talavera mataba dos pájaros de un tiro.

Ese momento que podría haber significado el principio del Real Murcia en el partido se convirtió en el final del equipo grana, porque en la siguiente jugada saltaron los plomos literalmente. De nuevo, encajaron los granas un gol cómico. Uno de esos tantos que tienes que verlos repetidos varias veces por televisión para entender qué es lo que ha ocurrido. Un balón colgado al área acaba en los pies de un Cristian que marca a placer después de que Edu Luna blocase la salida de Tanis Marcellán. Con el portero y el defensa anulados, el Talavera, ni queriendo, podía fallar un gol que fue decisivo, y es que ni contra las cuerdas reaccionó el Real Murcia.