En un estadio a orillas del Guadalquivir que hace cuatro días era de Primera División, el Yeclano Deportivo cayó en los minutos finales por un penalti más que dudoso. Todo ello después de que los de Sandroni hicieran lo más difícil, aguantar el chaparrón cordobés en la primera media hora para después empatar y soñar con una igualada en la segunda parte que habría correspondido al nuevo gran esfuerzo de este equipo.

El guión del partido en la primera parte fue parecido a otros duelos ante peloteros como Granada o Cartagena, encajando gol muy temprano para pasar a agonizar de esa forma sadomasoquista futbolísticamente hablando que solo este equipo sabe hacer, resurgiendo después con éxtasis en un chispazo de los que parecen casualidad pero que no lo son.

Seguramente el Yeclano debe mejorar en eso de empezar algunos partidos, pero lo cierto es que cuando un equipo con tanto poderío ofensivo se pone a mover la bola así es difícil de contener. Y es que más que un ataque parecía una conjunción de califas que supieron volver loca a la defensa con toque y pared por aquí y apertura a banda por allí. Un soberbio Valverde inauguraba el marcador llegando solo en una apertura hacia el área que, sin lateral por esto de las coberturas, Serna no pudo anticiparse saliéndole a los pies.

Los paisanos de Romero de Torres se las presumían felices, y es que en el lienzo del partido que se les ponía delante, el primer trazo había sido muy vivo y técnico, y con tanto artista en el césped lo único que no se sabía era si las siguientes pinceladas serían al óleo, en acuarela o al gouache. Willy y el fichaje proveniente del Rayo, Piovaccari tuvieron varias, e incluso pidieron un penalti de Ubai que el árbitro a dos metros decidió no pitar.

Sin embargo, el pigmento no terminó de cuajar para que llegara el segundo y entonces apareció el otro arte: el de sufrir, aguantar y aprovechar el más mínimo hilo de vida para competir al máximo exponente. Con recursos bien distintos, el Yeclano encendió la moto de Mario Sánchez por la derecha, se fue de dos con un auto pase y avance entre los dos cuerpos, y la puso de vicio al segundo palo donde remachó Alayeto para empatar el partido.

La igualada también llegó entonces en el juego, con un Córdoba impreciso y un Yeclano valiente, que abrían en la segunda parte un vaivén de brochazos. La mejor de los azulgranas la tuvo Álex Vaquero en la frontal del área a pase de Luis Castillo, pero lanzó la bola levemente arriba tras un bote excesivo en boca de frontal. Los andaluces tuvieron arreones en los que pudieron anotar, pero no lo hicieron. Lamentaron, tras múltiples protestas al colegiado a lo largo del choque, un gol anulado que antes que golpeara Flores ya tenía el banderín levantado el linier, y Valverde a bote pronto tuvo una acción estupenda. Pero, como cantaba Medina Azahara, todo tiene su fin y a los ochenta y cinco minutos finalizaron tanto el sueño azulgrana de puntuar como el aislamiento del valenciano Escriche Guzmán ante la presión constante de todo un Nuevo Arcángel. En la jugada menos pitable señaló el penalti resignando a los yeclanos a cantar lo de «señor colegiado, usted se ha equivocado». Valverde transformaba para pena máxima de jugadores y, sobre todo, de los excelentes aficionados desplazados que se desgallitaron mientras todo un Córdoba celebraba, como ya lo hizo en el 88 al empatar en La Constitución, con una alegría desbordante que intrínsecamente le reconoce mucha grandeza a este Yeclano.