El UCAM Murcia se plantó con la necesidad -casi con la obligación- de ganar en casa contra el Linense después de una semana un tanto revuelta con cambio de entrenador incluido. La derrota del pasado miércoles contra el Sanluqueño y la proximidad con los puestos de abajo encendieron las alarmas en la directiva. Se optó por destituir a Miguel Rivera y darle el cargo momentáneo al entrenador del filial, Sergio Aracil.

Con esa tensión existente en el ambiente, empezó el partido contra el Linense, uno de los equipos que más rentabilidad saca de sus goles y una de las mejores defensas del grupo IV. Arrancó el UCAM Murcia con una gran imagen, mostrando una concentración y una regularidad que pocas veces se habían podido ver en esta temporada. Llevó el control del partido durante casi toda la primera parte y, aunque no estaban creando ocasiones claras, se podía apreciar hambre en los jugadores. Parece que la plantilla ha entendido que el tramo decisivo de la temporada ha empezado ya.

La primera ocasión del partido fue para Mayoral, que lanzó un disparo lejano y blocó Javi Montoya en dos tiempos. Se mostró muy activo el extremo derecho de los universitarios aunque no estuvo muy acertado. Pero ese era el camino a seguir para un jugador que prometía mucho más a principio de temporada de lo que demostró en la primera vuelta del campeonato.

Cuando parecía que el partido había bajado las pulsaciones y el Linense se había escapado de la presión inicial del UCAM, el colegiado señaló una falta en la frontal del área, en una posición excelente para el centro y un poco escorada para el disparo. Reapareció Gurdiel después de su lesión y fue el encargado de lanzar un centro chut muy potente que mo pudo atrapar Javi Montoya y la repelió. Apareció con la caña Hugo Álvarez y el rechace lo empujó hacia el fondo de las redes. Se adelantaba el UCAM y hacía justicia a lo que estaba sucediendo sobre el verde.

Después del gol universitario, se produjeron los mejores minutos de los de Aracil y crearon varias oportunidades. Una clarísima de Aketxe, que no llegó por los pelos tras un gran centro de Barbosa. El UCAM estaba mostrando la garra que muchas veces se le ha echado en falta a lo largo de la temporada.

A falta de cinco minutos para el descanso, Hugo Álvarez, autor del primer gol, cometió un penalti sobre Koroma. Manu Justo fue el encargado de tirar la pena máxima y la transformó con un gran golpeo pegado a la base del palo. Poco pudo hacer Iricibar.

Frenético segundo tiempo

La segunda parte fue una historia muy diferente a la primera. A pesar de que se pudieron ver dos goles en la primera parte, las ocasiones no fueron muy numerosas. De hecho, el primer tiro a puerta de los universitarios llegó pasado el cuarto de hora de partido.

En la segunda parte se marcaron cinco goles, tres para los locales y dos para los visitantes. Fue un toma y daca entre los dos equipos y brindaron un espectáculo ofensivo que dejó boquiabierto a más de uno. Seguramente, a nivel de espectador, fue el mejor periodo de fútbol de toda la temporada. No opinaron igual los entrenadores, que se quejaron de sus continuos fallos defensivos. Hubo ocasiones a raudales y el marcador podría haber sido incluso más abultado.

Tras el varapalo final de la primera parte, la segunda comenzó de la misma forma que lo hizo la primera. Dominio en la posesión del UCAM pero esta vez, tuvieron un poco más de suerte. A las primeras de cambio, con la segunda parte recién entrada, Hugo Álvarez, superó a la defensa visitante con un gran desplazamiento en largo que dejó a Barbosa solo frente al portero. El extremo solo tuvo que levantar la cabeza y ver a Mayoral solo para que este transformara el 2-1 después del pase de la muerte.

A partir de este momento, la locura se instauró en La Condomina. Poco se hizo esperar la reacción de los visitantes. A los diez minutos del 2-1, volvieron a poner las tablas en el marcador los visitantes gracias a Bakr, que volvió locos a Hugo Álvarez y a Galas desde que saltó al césped. Con un gran juego de espaldas, fijó a los dos centrales y vio solo a su compañero Pito Camacho, que remató delante de Iricibar y empató nuevamente la contienda. Pero no solo eso, a los dos minutos del empate, otra vez Bakr, volvió a sacar un gran centro que remató Dopi con el pecho en el área pequeña para convertir el 2-3. Se durmió la defensa azuldorada y en un abrir y cerrar de ojos el Linense dio la vuelta al marcador.

Fueron unos minutos frenéticos en los que ocurrió de todo.

Solamente cinco minutos más tarde, el árbitro señaló una falta a favor del UCAM en el semicírculo del área. Adivinen quién olió sangre cuando el colegiado se llevó el silbato a la boca. Efectivamente, Gurdiel se relamió. Para él, esas faltas son como penaltis. Sacó su diestra a pasear y clavó un golazo por la escuadra que sirvió para que los de Aracil pusieran el 3-3 en el marcador. Se vieron cuatro goles en tan solo 25 minutos de la segunda mitad. El ritmo era altísimo por parte de ambos conjuntos.

Cuando el partido estaba muriendo, pasado el tiempo reglamentario, apareció uno de los jugadores con más talento del equipo. Rafa de Vicente convirtió un disparo desde fuera del área en un auténtico golazo. Golpeó en el larguero y superó la línea de gol. Estalló La Condomina con el gol que valió tres puntos que son oro.

Fue la primera vez en la temporada en la que los aficionados del UCAM pudieron disfrutar con siete goles. Si encima el reparto de goles beneficia al equipo regional, se multiplican las alegrías de manera exponencial.