¿De niño hacía deporte, jugaba al fútbol?

Como la mayoría de los niños, empecé a jugar al fútbol con cuatro años y estuve hasta los dieciocho, pero a los catorce me apunté a los árbitros porque tengo dos familiares en este mundo, mi tío y mi primo. Además, otro motivo fue que cuando yo jugaba, vi que uno de los árbitros tenía mis misma edad y por eso me interesé.

¿Pero su tío y su primo no le aconsejaron que no era buena idea ser árbitro?

No, la verdad es que no.

Pues le quieren poco, entiéndame el comentario.

Sí, es normal. Hay muchos árbitros que no quieren que sus hijos sean árbitros, pero mi tío sí me animó, se ve que me quería poco.

Yo creo que sí le quería mucho.

Pues sí porque al final salió bien la cosa y aquí estoy.

¿Pero qué le llamó más del arbitraje, porque meterse en un mundo donde sabe que le van a insultar...?

Jugando al fútbol ya vi el comportamiento de los padres hacia los árbitros, pero a mí eso no me tiró para atrás. Dije 'voy a probar'. Lo mismo duraba un día que los veinte años que ahora llevo.

¿Y alguna vez pensó en dejarlo?

No, la verdad es que no. Siempre se ve lo malo porque hacen más ruido los malos comportamientos que los buenos. Los casos malos son aislados, pero aún hay mucho trabajo que hacer.

¿Considera que hay más cosas positivas que negativas?

Sí, mucho más. Lo negativo es lo que tienes que soportar de los padres, pero el arbitraje es de los deportes más sanos que hay. A mí me ha hecho crecer como persona y me ha dado valores como el respeto, el esfuerzo, el trabajo en equipo, la seguridad en mí mismo, y todo eso que me ha servido mucho para mi vida. Desde los catorce años me ha servido para formar una personalidad.

¿Maduró antes que los amigos de su edad?

Ahora mismo lo pienso y recuerdo que con catorce años, como mis padres trabajaban, me tenía que ir solo a Santomera o Zeneta a pitar. Tenía que mirar la ruta del autobús, ver dónde estaba el campo, que entonces no era tan fácil como ahora con el GPS, y llegar al campo solo. Con catorce años ya mandaba sobre un terreno de juego.

¿Y se iba solo?

Siempre. Alguna vez iba mi padre, pero como la mayoría de las veces era imposible, lo hacía solo. Yo creo que eso me ha ayudado mucho. Y, sobre todo, el hecho de tener 14 años y decirle a alguien de 30 e incluso 40 que eso no se hacía así o que se fuera de allí. Tienes autoridad sobre gente mayor y eso te hace madurar.

¿Tiene mala leche?

No, considero que no. Siempre intento llevar las cosas por las buenas, pero hay veces que si no te pones serio, la gente no entra en razón.

¿Alguna vez le han aplaudido en un campo?

Sí, por ejemplo, cuando era pequeño y pitaba a categorías inferiores, me encontré con muchos padres que fuera de un campo de juego me han parado por la calle y me han felicitado, incluso algunos que habiendo perdido el equipo de su hijo, me daban la enhorabuena. Es una de las cosas buenas que no se ven, porque no solo hay afición mala.

¿Y malas experiencias?

Sí, eso también.

¿Recuerda a alguna en especial?

Con 15 o 16 años, un padre se acercó a la puerta del vestuario. Pensaba que me iba a dar la enhorabuena, pero no, fue a recriminarme, a decirme que yo no tenía vergüenza y que su hijo había perdido por mi culpa. Pero ya te digo, tengo más buenos recuerdos que malos, pero no he vivido muchos episodios desagradables.

¿Pitar en Segunda B es complicado?

Sobre todo por la presión que tienes de querer hacerlo bien. Estoy en mi primera temporada en la categoría y puede que por eso tenga un extra de presión. Sí que sube un peldaño el nivel de los jugadores, las jugadas son más rápidas y hay que ser más hábil, pero tampoco es una dificultad excesiva con respecto a Tercera y Preferente. Yo admiro a la gente que pita en Territorial, esos son los árbitros que más aguantan. Por ejemplo, en Segunda B los jugadores se lo toman como un trabajo y se lo piensan mucho. También te digo que en Tercera no tuve ninguna cosa nada extraña ni nada de eso.

Llegar a Segunda B con 29 años, algo que es raro hoy en día porque se buscan colegiados jóvenes.

Efectivamente. Los últimos ascensos sí que han sido de gente más joven, como mi compañero Fulgencio, que lo hizo con 22. Yo llevaba seis años en Tercera y en las dos últimas temporadas sí que me vi con opciones. La Federación es transparente y sube quien se lo merece en el momento que se lo merece. Subir con 28 años supone más veteranía. Yo conocía mucho la Tercera y eso me dio puntos.

¿Había arrojado ya la toalla?

No, pero sí que hay años en los que lo ves más difícil o más fácil. En los últimos dos me vi más fuerte y con capacidad para subir. Fíjate que cuando ascendí yo estaba trabajando en Sevilla y tenía que ir a pitar a Murcia, pero la Federación me ayudó mucho, aunque tuve que hacer muchos kilómetros. Si no lo hubiese visto posible, habría desistido.

Vive en Almería pero sigue perteneciendo al Comité Murciano.

Así es, pero es que yo me siento muy murciano y creo que se han portado muy bien conmigo. En la Federación Murciana tenemos un gran apoyo de preparación física y técnica, y eso nos ayuda mucho.

¿Es un árbitro dialogante?

Me considero un árbitro dialogante, sí. También tenemos que saber con qué jugadores se puede dialogar más o menos, pero yo suelo hablar en los partidos mucho.

¿Pero cómo sabe con qué jugador se puede dialogar y con quién no?

Eso se nota enseguida porque el arbitraje es bastante psicológico. Nosotros somos humanos y hay veces que sabemos que nos hemos equivocado, pero cuando lo hablas con el jugador, no te puede decir nada.

Pero la cultura española no es esa, la de admitir errores.

Bueno, pero es muy diferente lo que se puede ver desde fuera y lo que pasa en el campo. El trato con los jugadores es muy psicológico y el árbitro tiene que jugar con los nervios de los jugadores. A mí me gusta hablar en esos momentos, pero si el futbolista está muy caliente, es mejor dejarlo un rato.

¿Se siente que ahora maneja mejor las situaciones complicadas?

Ahora mismo sí que es verdad que puede pasar cualquier cosa en el campo, pero desde hace dos o tres temporadas tengo experiencia y el control de los partidos. Hay veces que se nos puede ir un encuentro porque somos personas y no sabes cómo va a responder un jugador, pero sí que más o menos controlo bien las situaciones y los partidos para que no se vayan.

¿Cuando un árbitro llega a este nivel, en qué pueden mejorar?

Bueno, llevo 15 años y todavía tengo exámenes y me tengo que estudiar las reglas. Es que hay muchas variantes que pueden pasar en un campo de fútbol que tienes que resolver en un segundo. Físicamente no es lo mismo llegar a un jugada cansado que freso y decidir. Nuestra formación es continua. Incluso en Segunda B tenemos que hacer autoanálisis, autocrítica y ver en qué hemos fallado. A la hora de afrontar un partido nos ayuda a saber a qué nos vamos a enfrentar. Estudiamos a los dos equipos y sabemos cómo juegan.

Pero eso es fácil en Segunda B, pero en un Zeneta-Palmeral, por ejemplo...

Pues yo incluso te diría que en Segunda B es más difícil porque pitamos en todos los grupos. Yo también tenía esa percepción antes, pero es al revés. Sí es verdad que tienes más material audiovisual en Segunda B y que puedes ver cosas que en categorías más bajas no puedes.

¿Es tan difícil pitar un partido como manejar una clase de niños?

No sabría qué decirte, según la clase y según el equipo. Hay veces que no sé si es peor una clase que un partido.

Bueno, pero usted da una asignatura simpática, que es Educación Física.

Para mí sí porque prefiero estar en el gimnasio antes que un aula. También los niños tienen más predisposición a participar en Educación Física. Y el trato con los alumnos es muy bueno, saben a qué me dedico y me preguntan siempre dónde pito porque a veces también salgo de cuarto árbitro en Segunda División.

¿Por qué eligió ser profesor?

Desde siempre he tenido claro que quería ser profesor, y cuando hice la selectividad y tuve que elegir carrera, vi más atractiva CAFD. En el instituto intento enganchar a los alumnos para que sean árbitros y ya tengo a dos fichados.

¿Qué bondades le cuenta a niño joven del arbitraje?

Ellos siempre me exponen que no quieren estar aguantado, pero les digo que se fijen en otras cosas. Yo les digo que se animen y prueben porque a la mayoría les gusta cuando lo hace. El arbitraje es más que ir a un partido y pitar, es mucho más.

Existe competencia entre los árbitros, pero entre ustedes se nota camaradería.

Sí. Yo he estado en un equipo de fútbol y en el arbitraje, y aquí todos somos compañeros. Por ejemplo, los murcianos que fuimos al curso de Madrid de ascenso, nos ayudamos entre nosotros, pero en un equipo de fútbol no suele pasar eso.