¿Dónde están sus orígenes deportivos?

Fue en el colegio, pero a nivel competitivo empecé a jugar el fútbol en el pueblo de mi madre, que lo conocerás, el Casar de Cáceres. ¿Te suenan las tortas del Casar?

Por supuesto, muy buenas. Hace un tiempo estuve allí y me vine cargado. ¿Y hasta dónde llegó en el fútbol?

Llegué hasta Tercera División. Lo que ocurrió es que coincidió con mi época universitaria. Ocasionalmente nos llamaban a algunos del filial para completar los entrenamientos del primer equipo, y cuando me llamaban a mí tenía que dejar la Universidad ese día. Mi padre, que era muy forofo, que me acompañaba a los entrenamientos y partidos, tuvo a bien decirme que había un chico en Primera División, que se llamaba Raúl González Blanco, y que ese sí iba a llegar, pero que para jugar en Tercera era mejor que siguiera estudiando.

¿De qué jugaba al fútbol?

Extremo o delantero.

¿Y marcaba goles?

Sí, tenía olfato. Evidentemente por mi estatura no metía muchos goles de cabeza, pero al contraataque la verdad es que me iba muy bien. Me gustaba mucho cuando llovía y el césped estaba mojado superficialmente, porque cuando el balón bota, coge mucha velocidad. El que es rápido va de frente y el defensa, que suele ser bastante más grande, te espera parado y en sentido contrario. A mí me comparaban mucho con Víctor, que entrenó al Cartagena y estuvo en el Valladolid, y también con Pedro Munitis, pero creo que era más por la estatura que por la calidad. A mí se me daba bien, pero no fui contemporáneo de los pequeñitos del Barça, porque en mi época solo valían los delanteros grandes.

¿Era buen estudiante?

Se me daban bien, era bastante buen estudiante y conseguí una nota de corte muy interesante para entrar a hacer la carrera que yo quería, que era Educación Física. Bueno, a mi familia también le extrañó porque mi historial académico incitaba a pensar que iba a estudiar Ingeniería, Arquitectura, Medicina€ Pero mi pasión era el deporte y desde bien pequeño tenía claro que viviría del deporte de una manera o de otra. He tenido la suerte de tocar los tres grandes palos del deporte, que son la gestión, el entrenamiento y la docencia. Soy un privilegiado por haber podido estar muy intensamente en los tres.

¿Cuándo entró el tenis en su vida?

En la Universidad, hasta ese momento no había jugado al tenis, solo las típicas pachangas en el verano con los amigos, pero conocí varios compañeros que eran monitores de tenis y en una ocasión, una amiguete que no podía dar clase, me pidió que le sustituyera en unas clases de la Federación Extremeña de Tenis. Eran unas clases con unos niños pequeños y como era bastante valiente dije que sí. Resultó que este chico faltó más de lo habitual y di unas cuantas más. Pero aquello me gustó tanto que elegí en la universidad la maestría de tenis en alto rendimiento. Me involucré en la Federación y llegué a ser secretario técnico y dirigir las escuelas. El presidente se fijó en mí y me fue dando responsabilidades hasta ser seleccionador extremeño.

¿Y cómo llegó a Murcia, porque usted aterrizó aquí por el Club Cordillera?

Todo fue por aventura. Vine a un Campeonato de España de tenis al Cordillera. Cuando llegué allí vi un club tan bonito y tan grande que pensé que acabar en un sitio como ese sería algo bonito. Y allí conocí a Paco González, uno de mis grandes amigos murcianos, que me dijo si me gustaría venirme aquí. Yo estaba estudiando y eso se quedó ahí. Seguí con mi vida en Cáceres y hablé con mis padres que si acababa la carrera antes de tiempo, con el que me sobraba yo podría hacer con mi vida lo que quisiera. Y acabé seis meses antes y me fui a Mallorca e Ibiza a trabajar como monitor en hoteles. Estando allí recibí una llamada de Paco, volví a Cáceres, me compré un coche con lo que había ganado en Mallorca y me vine al Cordillera.

Vamos, rompió con todo sin saber cómo iba a salir.

Al principio pensaba que sería para un tiempo. De hecho, hablé con la Federación para que me guardasen el sitio, que tenía 22 años y que no se preocuparan, que yo volvía, que solo venía aquí a tener una experiencia.

Y explíqueme cómo consiguió acabar la carrera antes.

La acabé seis meses antes aunque se me quedó una asignatura, Biomecánica, que la aprobé después, en los cinco años. Me matriculaba de un curso y me cogía un par de asignaturas del siguiente, las que eran más fáciles, pero Biomecánica se me atragantó, aunque te digo que en la facultad de Cáceres, quien aprueba esa asignatura, tiene media carrera. Tengo compañeros míos que se tuvieron que matricular en otra universidad para poder sacársela.

¿Y qué pasó para que se quedara en el Cordillera?

Empecé a dar clases en la última pista, pero el club sabía que estaba dispuesto a hacer lo que quisiera. En cualquier actividad estaba yo allí porque era eso o estar en mi casa sin hacer nada. Al año me hicieron coordinador de la escuela de tenis y duplicamos alumnos. Apliqué la formación que tenía muy reciente, que era novedosa, y ese aire nuevo hizo que la escuela empezara a funcionar. Pero es que entonces se hizo el primer curso de entrenador nacional de pádel y me metí ahí. Recuerdo que el primer torneo de pádel, que fue de los primeros de la Región, las pasé canutas para conseguir diez parejas porque en aquella época solo había seis pistas en la zona, en Altorreal, Infante y Cordillera. Después de tres años, la familia González Díaz me nombró director deportivo del club y me hice del cargo en toda su totalidad. Ahí fue cuando me salieron todas las canas, pero aprendí muchísimo en todos los sentidos porque tuve relación con muchas federaciones deportivas. Hicimos de todo, incluso un Campeonato de España de volteo.

Sigue compitiendo en tenis.

Sí, en un circuito de tenis amateur, no profesional. Está destinado a gente que juega bien, pero que no tiene las posibilidades de meterse en los circuitos nacionales. Había un pequeño vacío y la Federación decidió llenarlo con este campeonato nacional. Y ahora que soy profesor y tengo más tiempo, retomé la competición y llevo dos años y medio o tres que he vuelto a jugar y he sido campeón en 2018 y 2019.

Sigamos. ¿Y el running, tanto tiempo tiene?

Bueno, lo que más me ha dado tiempo es que en 2011 me casé con una murciana y aunque la vida de un club con 8.000 socios es muy enriquecedora, a veces no es muy compatible con la vida familiar. Vi que tenía cierta caducidad. Los diez años que estuve allí fueron de mucho desgaste y llegó un momento donde ambas partes entendimos que se había acabado. Pero yo sigo compitiendo con cuatro equipos del Cordillera, dos de pádel y otros tantos del tenis. De hecho, se me conoce aquí como Juanjo Floriano como el del Cordillera. Allí me hice un hombre y la mayoría de cosas que sé las aprendí allí. Cuando empecé a tener más tiempo, después de tanto tiempo gestionando para que los demás hicieran deporte, entonces volví a hacerlo yo. Mi mujer tenía claro que se casaba conmigo y con el deporte, y después de unas navidades muy copiosas empecé a correr. En dos o tres semanas empecé a notar los beneficios de hacer ejercicio aeróbico de forma continuada, y a los tres meses un amigo me engañó y me llevó con él a la media maratón de Murcia.

Pero correría los 10K, no la media.

La media, la media. Hice 1 hora y 37 minutos en la primera y me emocioné. Cuando crucé la meta vi las puertas del infierno abrirse, pero me gustó mucho y como me llenó tanto, entrando en meta pensé que yo tenía que hacer algo de eso en mi colegio. Y entonces se me ocurrió la Carrera Popular Los Olivos, que este año vamos a hacer la novena edición. Yo seguí corriendo pese a que mi cuerpo no está hecho para correr, pero tengo mucho corazón. En realidad mi cuerpo no está hecho para nada porque los tenistas son muy altos y yo no lo soy; los atletas son muy finos, los jugadores de pádel son muy altos€

Pero se demuestra que con corazón se puede hacer todo.

Por supuesto, con ganas y corazón se puede. Como el físico no me acompañaba he tenido que ser inteligente. En tenis gano a gente más joven que son mejores que yo pero que compiten peor. Y en las carreras sé controlarme y las analizo bien.

Y del asfalto pasó al trail. ¿Cómo fue?

Porque me di cuenta que en asfalto, si no haces entrenamientos de calidad y le dedicas mucho tiempo, no mejoras. Y yo soy un picado. Que una carrera no me saliese mejor que la anterior me molestaba. Pero dedicarle más tiempo al asfalto suponía quitarme mi partido semanal de fútbol, el pádel, el tenis y tenía que eliminarlo todo solo para correr. Entonces descubrí a través de Juanma Molina el circuito Running Mountain y ahora soy el presidente del comité de trail de la Federación Murciana. Juanma me lanzó el reto de hacer el circuito con él y el compromiso de comenzar y terminar todas las carreras juntos, pero él a mitad del mismo se presentó a alcalde de Cieza y no pude seguir. Sin embargo, yo tiré para adelante y estoy muy orgulloso de lo que conseguí, porque fui campeón de mi categoría y tercero absoluto. Yo no soy muy diestro para este deporte, pero hay que ser realista, fue el primer año y los máquinas de verdad no estaban. Y ahí me enganché al monte porque me pareció maravilloso salir sin presión, correr para disfrutar€

¿Cómo se corre sin sufrir?

Se sufre, pero se sufre de manera diferente. Cuando haces una carrera de asfalto sabes lo que te vas a encontrar por delante. Casi siempre sabes en qué forma llegas a la misma y conoces el ritmo que tienes que hacer el tiempo en cada kilómetro. El monte es tan chungo, que en el kilómetro cinco estoy rezando a la Fuensanta para que me dé fuerzas para no morirme. Normalmente vas solo y ahí te das cuenta cómo ha ido la carrera cuando llegas. El monte es tan grande que no tienes una referencia visual de los rivales.

Por lo que dice no compite solo contra sí mismo, sino también contra los demás.

Así es, siempre intento tener localizados a los cuatro o cinco que son de mi preferencia, pero me lo tomo de manera sana, son los que después me tomo la cerveza. Y el ambiente de la montaña no tiene en absoluto nada que ver con el asfalto, aunque en los dos es magnífico. Pero en la montaña he visto a un tío pararse porque ha visto a otro torcerse un tobillo. O uno llegar a meta y decir que cree que se ha saltado una baliza y que debe ser descalificado. Aparte, yo he descubierto unos sitios de Murcia que si no llega a ser por el trail no hubiese visto en mi vida y estoy seguro que muchos murcianos no lo conocen. Eso de que Murcia es un desierto y que aquí la planta más bonita que sale del suelo es el esparto, es mentira. Tenemos unas zonas de montaña que son espectaculares.

¿Cuál es la mayor barbaridad deportiva que ha hecho en su vida?

Recuerdo que sufrí muchísimo en los 101 de Ronda. Me fui a hacerlos pero sin tener ni idea de nada. Me fui con un saco de dormir, una tienda de campaña porque no había sitio donde quedarse, y no sabía ni que había que llevar material especial. Fui con unas zapatillas de asfalto que había estrenado dos días antes y a mitad de carrera reventaron, fue una odisea. Y ahí fue donde descubrí que hay que planificar bien los deportes, que hay que hacerlos en términos saludables y que el material debe ser el adecuado.

Pero hay mucha gente que no toma precauciones.

Sí, hay mucho loco. Lo que pasa es que o te das un trompazo como me pasé a mí en Ronda€ Fíjate que al final la acabé en 16 horas y entré en meta diciendo que no volvería a correr en mi vida, pero a los dos días ya estaban pensando qué iba a hacer. También he hecho la Falco, los desafíos de la sierra del Segura, pero ahora estoy en un momento donde creo que más de 45 kilómetros no voy a hacer en carrera porque el desgaste es mucho y tienes que estar recuperándote cuatro o cinco días. Creo que un maratón de montaña puedo hacerlo con la preparación que tienes, sin más. Y luego está que cuando llego a mi casa mi mujer me dice que llegó muy envejecido, muy feo.

¿Ha echado cuentas de las horas que dedica al deporte semanalmente?

Todos los días. Trabajo de nueve a tres en el cole y recojo a las niñas a las cinco. Todos los días de tres a cinco hago deporte. Si algún no puedo, esa tarde tengo que llegar a algún tipo de acuerdo con mi mujer para irme después. Y todas las semanas intento hacer una sesión de fuerza, salir a correr, un partido de tenis y otro de pádel, porque aunque no es un entrenamiento específico, si lo hago una vez a la semana me mantengo ahí. Todos los días tengo que hacer algo de deporte.

¿Cómo llegó a Los Olivos?

Esto es una cooperativa de enseñanza que fundamos unos cuantos locos. Es un proyecto que parimos entre unos cuantos y nos hemos convertido en el único centro de España que tiene todas las etapas educativas, desde 0 años hasta universidad. Lo que trato es de hacer llegar la pasión que yo siento como deportista y lo que me hace sentir a mis alumnos. Hay que predicar con el ejemplo y tengo que intentar que los chavales creen hábitos de vida saludables fundamentados en una buena nutrición y la actividad física continuada.

Pues tenemos un problema, porque los hábitos de vida de la juventud son cada día peores.

Es muy grave, yo estoy preocupado porque la tecnología nos ha dado mucho, pero nos ha quitado más.

Es que ahora los niños, en lugar de jugar en la calle como usted o yo, no salen.

Nada, cero. Es que los principales problemas no son motrices y mis exámenes prácticos he tenido que reducir la dificultad.

Pues ahora se supone que hay más bienestar y estamos mejor formados físicamente.

Sí, duramos más, tenemos más calidad de vida y los niños son más altos y guapos. Pues he tenido que reducir la dificultad de los exámenes porque cada día los niños son más malos motrizmente. Y la culpa no es de ellos, es de la sociedad porque todo está diseñado para ser más fácil. Ellos ya no necesitan moverse para divertirse, solo necesitan dos pulgares. Te escriben un wasap a la velocidad del rayo pero no son capaces de lanzar un tiro libre. He leído hace un poco de unos profesores que se han ido a los colegios a medir y la conclusión es que el 80% de los alumnos de secundaria no son capaces de trotar suave durante 15 minutos. Y otro gran problema es la inteligencia emocional y la relación con los demás. Los niños están encerrados con su mundo y no se relacionan con los demás, y el deporte es la mejor herramienta que existe para suplir todas esas deficiencias de la sociedad.

Es que creo que hemos involucionado, no evolucionado.

Sí, es involución. De hecho, cuando hablas con un papá que tiene un hijo que hace deporte está ávido de que su hijo gane. Yo estoy deseando que mis niñas compitan para que pierdan porque hoy en día los niños no están acostumbrados a asumir la frustración. No se frustran, lo tienen todo, solo tienen que pedirlo, pero en el deporte vas a encontrar siempre alguien que es mejor que tú y peor, vas a tener siempre malos y buenos días, y es la mejor herramienta para aprender y asumir esa frustración. Todos conocemos muchos deportistas de élite que hasta que no han asumido eso no han sido buenos. David Ferrer partía tres raquetas por partido, y Roger Federer, que es el paradigma del deportista elegante, tenía un carácter muy fuerte y su padre tuvo que sacarlo de vez en cuando de la pista avergonzado. Es una muestra más de que cuando se entiende bien la derrota, eso suma para el deporte y para la vida.