¿Se pueden fallar más oportunidades de gol, o más claras, que las que desperdicia el UCAM Murcia? La pregunta parece tener fácil respuesta, más aún tras lo acontecido ayer en el estadio Iberoamericano Bahía Sur de San Fernando. Duró unos noventa y cuatro minutos el encuentro, pero daba la sensación de que podía durar toda una vida, que el resultado sería siendo el mismo, al menos por parte del bando universitario.

El cúmulo de circunstancias negativas en torno a los delanteros universitarios parece estar alcanzando su tope. Falta de puntería, ansiedad o ausencia de fortuna. Pero la solución, visto lo visto y sin ironías de por medio, empieza a pasar por dejarse llevar. El UCAM juega bien, cada vez mejor, se muestra sólido en defensa y tiene la capacidad de plantarse en San Fernando, hogar del segundo clasificado del grupo IV, y superar en todas las facetas del juego a un equipo de sobrada calidad acostumbrado a arrollar a los rivales en su feudo.

Pero no hubo manera. A Miguel Rivera, su cuerpo técnico y a los jugadores del banquillo no les faltó ningún gesto de lamentación más por hacer en la banda. El UCAM no tuvo manera de evitar el que fue su segundo empate consecutivo, esta vez tras mandar al limbo seis o siete oportunidades claras de gol, algunas de ellas de esas que, como suele decirse, son más fáciles de meter que de fallar.

La obsesión por marcar quedó patente desde la primera ocasión manifiesta de gol, la cual llegó a los tres minutos de partido. Barbosa, quien cada vez agrada más con su desborde y su empuje desde la izquierda, la sirvió a la frontal del área chica. Ahí Mayoral apareció con todo para marcar, pero como siempre, la mandó a las nubes. El San Fernando también se mostró animado en el arranque del encuentro, ya que a los ocho minutos de juego, con un potente y lejano disparo de Roger Marcé que se marchó rozando el poste, tuvo su primera ocasión del encuentro. Además, Toscano comprobó los buenos reflejos de Iricibar con un disparo a bocajarro justo después.

Tras esas llegadas, el UCAM fue de menos a más en el encuentro, ganando mucho peso en la posesión, con claridad de ideas y siendo consistente en la presión sobre su rival. La primera mitad no traería nuevas ocasiones claras para los de Rivera, pero sí un nuevo disgusto, y gordo, en forma de lesión: el centrocampista Vicente Romero se retiró por problemas en su pierna derecha. Solo De Vicente y Chavero, quien no atraviesa precisamente su mejor punto de forma física, son los jugadores de los que dispone en la medular el técnico universitario.

Tras la reanudación, el partido tomó un claro color amarillo, el de la equipación del UCAM Murcia. El guardameta Rubén tuvo que emplearse a fondo para desviar con la manopla un remate de Mayoral con un escorzo muy complicado de ejecutar. Higón y Mayoral no dejaron de intentarlo durante los minutos posteriores, pero ni uno ni otro fueron capaz de derribar la muralla psicológica que suponía no marcar.

El citado Mayoral, en el minuto 76, estampaba el balón en la madera con un potente y lejano lanzamiento con la pierna izquierda. Pero antes, a Higón y al extremo abulense se les hizo de noche ante la portería en tres ocasiones más. El culmen del despropósito llegaría en el minuto 82. De nuevo Mayoral, solo dentro del área, controló la pelota, disparó a puerta, y cuando cantaba el gol el balón se estrelló contra el cuerpo de su compañero Aketxe.

Una semana más, la pregunta encontró respuesta. No se puede fallar más. Pero los brotes verdes en el juego del equipo solo pueden ser una antesala de algo mejor.