No estamos habituados a ver a muchos jóvenes ser ejemplo de sacrificio. De hecho, apostaría lo que fuera a que la imagen que la mayoría de personas tienen de ellos es más bien todo lo contrario. Sin embargo, esto difiere bastante de la realidad. Por suerte hay otros muchos adolescentes que, lejos de acercarse a todo eso, dan lecciones de constancia y perseverancia día tras día. Es el caso de Bárbara Rodríguez, de 17 años, componente de la plantilla del equipo femenino del Fútbol Club Cartagena, que compite en Primera División Autonómica, que también es una de las mejores regatistas del país. Además, vive uno de los años más importantes de la vida académica, pues está inmersa en segundo de Bachillerato y tiene que decidir de aquí a pocos meses a qué quiere dedicarse en un futuro.

Llega a su cita con La Opinión acompañada de Domingo López, su entrenador en el conjunto albinegro y quien le ha dado la oportunidad de formar parte por primera vez de un equipo de fútbol. «Tampoco le ha costado nada convencerme. Ojalá todas las chicas que llegan tuviesen su nivel futbolístico y humano», afirma el técnico.

Dice de sí misma que siempre ha sido una chica inquieta en los deportes. Su padre le inculcó esa afición desde bien pequeña apuntándola a tenis, baloncesto y a la que hoy en día es una de sus dos pasiones: la vela. «Siempre me ha gustado estar haciendo algo y captando los valores del deporte. Creo que me han influido mucho en mi vida para ser como soy». Combina los entrenamientos de ambos deportes con los estudios. Entrena con el Cartagena tres veces a la semana, va al gimnasio y los fines de semana los dedica a la vela. Mínimo cinco horas sábado y otras cinco el domingo, a lo que hay que sumarle las horas de vídeo para seguir corrigiendo detalles.

Unas horas de entrenamiento y dedicación que ni mucho menos han sido en vano. El año pasado fue galardonada con el premio a la mejor deportista revelación de Cartagena y en el actual ha confirmado que motivos no le faltaban para recibirlo. Ha sido tercera en el Campeonato de España en categoría sub-21, y hace apenas dos semanas volvió de disputar el Campeonato del Mundo de la clase Láser en Croacia. Allí fue la mejor española gracias a acabar sexta en la categoría sub-19 y trigésima en sub-21 representando al Club Náutico de Los Nietos. «Es muy complicado llegar al Campeonato del Mundo. Somos 500 los que optamos y solo vamos tres, así que es muy difícil. Una vez en el campeonato tienes que lidiar con los nervios el estrés y confiar en el trabajo que has estado haciendo. Pero si no lo consigues, tienes que ser consciente de que estás aprendiendo para estar más cerca de lograrlo a la siguiente. De hecho, en el Mundial quedé por delante de la gente que me había ganado en el Campeonato de España», comenta.

Ahora -desde su posición de centrocampista- quiere trasladar todos esos éxitos al fútbol, deporte en el que debuta este año: «Siempre me ha gustado, pero nunca había tenido la oportunidad ni había buscado de forma decidida un equipo. Domingo me ha dado la oportunidad y estoy encantada», asegura Bárbara. Todavía no ha disputado ninguno de los seis partidos de liga que lleva el equipo -dos victorias y cuatro derrotas- por la preparación para el Mundial, pero el técnico nos confiesa que esta jornada tendrá sus primeros minutos con la elástica del Cartagena. La de un club que este año ha duplicado los equipos femeninos que tenía la temporada pasada: «Lo veo como un proyecto muy bueno en el que se está formando a las chicas y se les está inculcando el fútbol. Pero no sería posible si no fuera por el esfuerzo de los entrenadores y todas las personas que lo están sacando adelante». Le ha enganchado tanto el balón, que incluso duda de sus preferencias: «Si tuviera que elegir no sabría por cuál decantarme. Es verdad que en la vela estoy desde pequeña, pero el fútbol me está encantando».

No obstante, es inevitable que se note el cambio de un deporte individual a uno colectivo: «Tienes que pensar como un equipo, que es algo que no hago cuando voy sola en mi barco. Cuando cometo un error en mi barco las consecuencias son para mí, mientras que si pierdo el balón sufrimos todos. Me pone nerviosa que por un fallo mío pierda todo el equipo. Estamos trabajando para cambiar ese chip».

Con la misma ambición que muestra en el deporte, afronta el último año de instituto. Asegura que quiere estudiar alguna ingeniería porque siempre le ha llamado la atención esa rama. No se achanta ni ante la dificultad ni ante la falta de tiempo para disfrutar de algunas horas de ocio: «La vida social es lo más complicado de sacar. Cuando tengo algún rato libre lo dedico a estudiar para sacar el bachiller. Mis compañeros y profesores me dicen que tengo muchas narices, y que serían incapaces de llevar lo que llevo yo», termina diciendo.