¿Cómo llegó hasta San Javier su familia?

Mi padre es médico y pudiendo elegir destino después del MIR, porque hizo una oposición muy buena, quiso vivir cerca del mar y eligió San Javier. Estaban iniciando los centros de salud en el año 1984, visitó todos los pueblos costeros y decidió que era el que más le gustaba. Imagínate cómo estamos ahora con el Mar Menor, porque el drama que tenemos allí es muy fuerte. Allí me crié desde los tres años y a los siete me metí en el Club Polideportivo Mar Menor de piragüismo.

¿Y por qué eligió el piragüismo, por tradición familiar?

No, buscaron una actividad para mí y en aquel momento algún amigo se metió y yo fui detrás. Era el deporte mejor estructurado que había en San Javier gracias a Manolo Díaz y Manuel Pastrana, que era su cuñado y mi vecino. Yo fui muy joven y de hecho no había ficha para niños tan pequeños, pero yo viajaba con el equipo sin poder competir con 8 años y me dejaban salir de exhibición porque no había competiciones para mí.

Pero usted fue un buen palista.

Bueno, fui campeón de España varias veces en categoría cadete y juvenil y mi rival era David Cal porque nos llevamos dos meses. En la edad juvenil, como yo era más grande físicamente, los seleccionadores me cogieron a mí en lugar de a él. Yo fui al equipo nacional y él se quedó en casa, entrenando con el fallecido Suso Morlán, pero yo no tuve la suerte de tener un entrenador tan bueno como él y eso me dejó marcado, porque con unos buenos técnicos habría tenido mayor progresión, aunque nunca sabremos dónde habría llegado. Mis entrenadores del equipo nacional no fueron todo lo profesionales que debieron haber sido, y eso quizás me motivó a estudiar esta carrera y finalmente a ser entrenador y Fisiólogo del Ejercicio. Pero tuve otros muy buenos entrenadores en categorías inferiores, como Nemesio Mariño y otros, con los que mantengo una relación extraordinaria de amistad, similar a la que sigo teniendo con la inmensa mayoría de los deportistas que han estado bajo mi tutela.

Vamos, que provocaron que se pasara de rosca.

Sí porque entonces los entrenadores no se preocupaban por lo principal, que es la salud. Cuando una persona está bien alimentada, tiene buena salud y se recupera, el entrenamiento es positivo y efectivo, pero si no es así€

Entonces encontró pronto su vocación como entrenador.

Aquello me incitó a estudiar Ciencias del Deporte. Dejé de entrenar por una lesión importante en la rodilla que no se recuperó convenientemente porque siempre había mucho que entrenar y poco tiempo para recuperar. Con 18 años dejé de hacer piragüismo.

¿La culpa fue por la lesión?

El sobreentrenamiento provocó que anímicamente no tuviera la fortaleza mental para superar aquella lesión. También es cierto que David Cal ya despuntaba muchísimo y era campeón del mundo. Fue un sumatorio de todo. Mi paso por el equipo nacional me permitió saber que era muy difícil compaginar con aquellos técnicos la carrera académica con la deportiva. Para mi familia era prioritario que estudiara y no me hubiesen dejado seguir.

¿Y con 18 años cómo aceptó tener que retirarse?

Fueron momentos difíciles, de cambiar el chip. También fue progresivo, tuve el apoyo de la familia y la suma de eventos me llevó a esa decisión. En casa intentaron que después de un período de recuperación volviera, pero ya mentalmente no estaba dispuesto a realizar los esfuerzos de compromiso que requieren una semana de 25 horas de entrenamiento.

Entonces usted solo tenía un entrenador.

Sí, pero ahora mismo ese mismo equipo nacional tiene cuatro o cinco personas alrededor que protegen la salud, que es lo más importante, y también se facilita la carrera académica porque los centros de alto rendimiento, por decisión del CSD, tienen dentro la formación, es decir, que se adecua el horario escolar a los entrenamientos. En la Universidad es más sencillo porque vas cursando los créditos que puedes anualmente, pero antes son necesarias las residencias con la formación interna, y eso en mi época no existía y fue imposible compaginar lo uno con lo otro.

Es muy humano pensar tiempo después qué habría sido de haber encontrado otras condiciones.

Bueno, en mi caso tengo la certeza de que no hubiese sido excelente ni excepcional porque estaba David Cal, y eso me sirvió para tranquilizarme y decir que si no le ganaba en mi mejor estado de forma, difícilmente yo hubiese sido mejor que él. En su momento me alegré de sus triunfos porque de alguna forma justificaban mi decisión. Yo fui su máximo rival y en alguna época quizás le serví de incentivo. Él tenía un entrenador excepcional.

¿Los entrenadores tienen que ser obsesivos?

Tienen que ser metódicos, invertir muchísimo tiempo, hipotecan su vida familiar, como me ocurrió a mí, porque la dedicación que se necesita es altísima. Por ejemplo, en el piragüismo el componente físico es muy alto, pero también el técnico porque una palada es muy difícil. De hecho, cuando David Cal alcanzó la élite mundial, fue capaz de sostenerse en el podio olímpico durante muchos años porque la técnica, una vez que se queda grabada en el programa motor, se queda para siempre aunque el físico pueda ser un pelín mejor o peor.

Como puede ser en el tenis un revés.

Así es. En el momento que dominas un gesto técnico, tu capacidad física puede ser superior o menor, pero tu rendimiento puede ser muy alto. En otros deportes muy físicos pero menos técnicos como el atletismo o el ciclismo, el 99% de tu rendimiento depende de tu estado de forma.

Pues usted ha pasado por el ciclismo.

Claro, es que es mucho más sencillo. Yo pude entrenar a muchos ciclistas y atletas a la vez, pero a piragüistas tienes que estar encima de ellos. El programa motor es tan sencillo en la carrera y en la bici, que una vez que cojas la posición aerodinámica, es simplemente que tu sistema cardiorespiratorio sea capaz de generar más energía. Los fisiólogos somos buenos entrenadores de deportes sencillos, de bucle cerrado. Nunca sería un buen entrenador de natación porque nunca he vivenciado todo un desarrollo deportivo de un nadador. En los deportes con alto componente técnico, solo los que lo han conocido desde la juventud, pueden ser buenos.

En Murcia tenemos un caso atípico como Alejandro Valverde. ¿Cómo se puede explicar que un señor de 39 años siga en activo?

Es un caso excepcional. Alejandro Valverde es admirable. Hay un componente psicológico que para mí es fundamental y que él manifiesta, y es que él se divierte cada día que sale a entrenar. Todos los que a veces hemos rodado en las carreteras a su lado lo vemos disfrutar, cosa que llegada a una determinada edad, es muy difícil. Tiene que motivarte mucho el día a día para llegar a esa edad y tener la motivación intrínseca del ejercicio físico, porque la motivación extrínseca de un sueldo o de un logro deportivo está ahí.

Es que parece que disfruta más ahora que antes.

Desde un punto de vista físico tiene una explicación, porque conforme pasan los años te haces más eficiente y por cada pedalada gastas menos energía. El patrón técnico mejora con los años, por eso es muy habitual ver a los mejores deportistas de fondo a partir de los 30 años. Necesitas 20 años de práctica deportiva para ser muy eficiente. Es cierto que hay nuevas generaciones en el ciclismo de chicos de 20 años que están rompiendo esa tendencia, como Evenepoel, pero ellos vienen de una generación del entrenamiento científico y tienen otras capacidades que han desarrollado que están siendo exitosas. El otro día veíamos a Jesús Ángel García Bragado competir con casi 50 años en el Mundial. En torno a los 30 o 35 años llega un punto de equilibrio donde se alcanza el máximo rendimiento deportivo. Eso no pasa en los deportes de fuerza, donde a partir de los 28 o 30 años baja.

¿Y cómo llegó al equipo de la India de hockey sobre hierba una persona que procedía del piragüismo?

Cuando terminé la carrera de CAFD, tenía contacto con Nemesio Mariño y los directivos de la Federación Española. De hecho yo firmé contrato antes de terminar la carrera como técnico de la Española porque necesitaban un chico joven. Eso fue en 2005 y yo llegué para ayudar al entrenador principal de cara a los Juegos de Pekín. Volví para rejuvenecer los métodos de entrenamiento de un equipo muy bueno, con deportistas excepcionales y entrenadores como Miguel García, de una calidad increíble. Con muchos pesares y problemas porque los resultados no salían, juntos fuimos hasta abril de 2008 a clasificar a Saúl Craviotto y Carlos Pérez para los Juegos, y tres meses después, batieron a los campeones olímpicos. Después de esos Juegos nos despidieron a los entrenadores para ahorrarse las contrataciones fijas.

¿Estaba bien remunerado?

Era muy joven, cualquier salario era bueno. Estar allí aprendiendo de esos deportistas y de Miguel García era suficiente. La dificultad añadida que tenía es que era entrenador de deportistas mayores que yo, una situación adversa para hacerme con el control. Además, en lo familiar era algo caótico porque tenía que estar mucho tiempo fuera de casa. Además, la Federación no lo valoraba y acabé extenuado, mucho más que cuando dejé el deporte. Entonces fue cuando en 2009 regresé a casa y pensé en hacer mi tesis Doctoral y seguir con el máster de Alto Rendimiento. Como metódicamente había estudiado todas las señales de entrenamiento de los componentes de ese equipo, lo presenté a Miquel Izquierdo y juntos hicimos mi tesis doctoral. Entonces me convertí en autónomo, entrenando a diferentes deportistas, y en esa época, José Brasa, entrenador del equipo campeón olímpico español de hockey sobre hierba en 1992, recibió la llamada para ser entrenador de una selección que había sido ocho veces campeona del mundo y olímpica. Él contactó conmigo y viajamos juntos a Delhi en 2009 y firmamos con el ministerio de Deportes hasta los Juegos de Londres, en mi caso para ocuparme yo del rendimiento.

¿Pero usted qué sabía de hockey?

Yo le dije a José Brasa que solo había visto un partido en la tele en mi vida. Me dijo que no le importaba, que yo no tenía que saber de hockey, sino de rendimiento. Nos fuimos al Campeonato del Mundo sub-23 y vimos cien partidos en tres semanas, mañana, tarde y noche.. A partir de septiembre de ese año nos concentramos cerca de Bombay, pero la India era totalmente opuesta a lo que queríamos implantar. Un entrenamiento científico es incompatible con esta gente, era un choque brutal al que no estábamos preparados. Allí el problema que tenían es que dejaron de ser una potencia mundial cuando dejó de jugarse en césped natural, ya que un campo de hierba artificial cuesta un millón de euros y ellos no tienen los recursos económicos para hacerlos. Por eso cayeron en picado, porque en toda la India solo había cuatro campos. Recuerdo que antes del primer entrenamiento José Brasa dio la orden de regar el campo, Cuando estábamos esperando que se levantaran los aspersores, empezaron a salir indios por todos lados con mangueras. Ellos tenían gente, pero no dinero. Teníamos que entrenar en zonas pequeñas del campo para darles tiempo a que regaran las otras. Siempre nos decían que la semana que viene iba a empezar a funcionar el sistema, pero no ocurrió.

¿Y aguantó tres años así?

No, firmé con un buen contrato económico, pero también era para un desarrollo personal. Antes de salir de aquí se comprometieron a adquirir maquinaria e instrumental para que cuatro personas aprenderían de mí, pero empezaron a incumplir todo esto y en un momento dado me encontré mal y en un viaje a casa me diagnosticaron que tenía tuberculosis. A los nueve meses lo dejé y en la enfermedad me vine para España y abandoné el barco. En ese momento me fichó la Federación Española de Ciclismo para el equipo nacional de pista porque necesitaban alguien para preparar la fisiología de una prueba como es la persecución olímpica, que tiene un componente físico del 99%. Habían sido medallistas en Atenas y después habían caído en picado. Estuve un año y pico trabajando y eso me permitió compaginar para ganar una plaza de asociado en la Universidad de Castilla La Mancha, en el mejor laboratorio de Fisiología del Deporte de España. Me presenté a una plaza por si sonaba la flauta y estuve cuatro años Allí fue donde se consolidó mi carrera como investigador docente.

¿Cómo llegó a la Univesidad de Murcia?

Porque por azares de la vida se implantó esta carrera en el lugar donde había vivido toda mi vida. Me presenté a un par de plazas estando en Toledo, pero no las gané, aunque finalmente se generó en 2014 otra que fue la que me quedé. De estar toda la vida en la carretera he pasado a estar en la puerta de mi trabajo, a cinco minutos de mi facultad. Me incorporé pronto a las labores de gestión con Miguel López Bachero y posteriormente di el salto a la dirección del departamento. Recientemente vimos que era bueno un cambio en la facultad y entre la mayoría de los profesores a tiempo completo, me eligieron por descarte. Todo el mundo quería que hubiese un cambio, pero nadie tenía la situación personal para dar el paso.

¿Cómo puede compaginar un deportista su carrera académica en una universidad pública?

Es más complicado porque tenemos unos reglamentos, con unos mínimos de asistencia, pero la UMU también tiene algunos mecanismos que con previsión se puede adaptar la docencia y los exámenes para este tipo de deportistas, pero eso ya se estaba haciendo antes y seguiremos haciéndolo. Alguna de las cosas que hemos hecho ha sido darle un valor e implantar unas pruebas físicas que habían desaparecido hace unos diez años, ya que la facultad consideraba que estábamos recibiendo alumnos que no tenían un mínimo de competencia motriz para desarrollar todas las prácticas que tiene esta carrera. Por eso para el año que viene habrá que superar unas pruebas físicas para acceder a los estudios.

Uno de los grandes problemas es que no tienen instalaciones...

Estamos trabajando en eso. Tenemos dos objetivos prioritarios y uno de ellos es dotar de las infraestructuras necesarias a la facultad, ya que el profesorado es de un alto nivel. Gracias a que San Javier ha cedido todo y ha apostado por esto tenemos instalaciones, pero aun así no podemos estar constantemente utilizando instalaciones locales porque estamos quitando sitio a los ciudadanos, al margen de tener que realizar desplazamientos. En los próximos años hay un acuerdo para terminar de dotar de equipamiento para conseguir una facultad puntera en nuestro país. Y en la otra línea en la que estamos trabajando es incorporar nuevos títulos, que se paró en 2008 con la dichosa crisis.

¿Hay jóvenes que se interesan por el deporte a nivel académico?

En el deporte ahora mismo han salido unas vertientes que no solo son el rendimiento. Se ha convertido en el mecanismo más efectivo para sanar a las personas. Nuestra técnica del ejercicio correctamente programado es la pastilla preventiva más eficiente. Tenemos ahí un campo de trabajo terrible que tenemos que seguir explotando.

Es que sus alumnos no solo se van a dedicar al deporte de competición.

Así es, muy pocos se van a dedicar al alto nivel. Estamos preparando a los alumnos para un nivel superior profesional en la dirección de equipos, gestión de instalaciones deportivas, promoción de la salud, dominio de nuevas tecnologías, en definitiva, tenemos una serie de campos profesionales actualmente que debemos ser capaces de entrenar. El alto rendimiento deportivo está reservado a unos pocos. Nosotros tenemos todos los años 100 plazas de nuevo ingreso y recibimos 500 solicitudes, es decir, que 400 se quedan fuera y tenemos una de las notas más alta de corte de la UMU porque hay una altísima demanda. En el desarrollo de las nuevas Leyes del Deporte vamos a tener más cabida, con puestos profesionales para nosotros.