Los derbis siempre traen más emoción en la previa que sobre el terreno de juego. Ha vuelto a suceder en La Condomina. UCAM y Real Murcia no han sido capaces de pasar del empate a cero. Suma un punto cada equipo, aunque las sensaciones son diferentes en uno y otro banquillo. Mientras los universitarios encadenan una semana más sin dar sensaciones de mejoría -solo han ganado un partido en seis jornadas., los granas se marchan de La Condomina lamentándose por haber dejado vivo a su 'vecino'.los granas se marchan de La Condomina lamentándose por haber dejado vivo a su 'vecino

Demostraron más los murcianistas, que se mostraron compactos, ganando el centro del campo y eliminando cualquier salida a los locales. Les faltó el último pase para forzar a un Iricibar que apenas tuvo peligro. Un disparo al larguero de Peque cuando los de Rubén Albés ya jugaban con diez por la expulsión de Galas fue la mejor ocasión de los visitantes.

Tampoco el UCAM fue capaz de corregir sus defectos. Después de un mal primer tiempo, sacaron un poco la cabeza aprovechando el cansancio del Real Murcia. Un cabezazo de Hugo Álvarez que sacó un inseguro Lejárraga es lo único destacable de los locales en ataque.

Llegaban Real Murcia y UCAM con ánimos distintos a La Condomina. Afrontaban los universitarios el derbi con muchas dudas acumuladas, problemas que se amontonan sobre todo en la cabeza de un Rubén Albés que, después de más de un mes de competición, demuestra que cada semana tiene las cosas menos claras. Saltaban al terreno de juego los granas con el respaldo de los aficionados que los impulsaban desde las gradas y con el peso de los seis puntos conseguidos en las dos jornadas anteriores.

No tardó en verse sobre el césped el momento anímico de cada uno de los equipos. Nadie duda de la calidad de los jugadores del UCAM, tampoco de que el Real Murcia tiene una plantilla que, sobre el papel, está por detrás de los universitarios. Pero cuando el balón comenzó a rodas no solo se igualaron las fuerzas. A los diez minutos, Adrián Hernández ya había ganado la partida a Rubén Albés. No se vieron grandes ocasiones en los primeros cuarenta y cinco minutos, pero el dominio y la sensación de peligro solo tuvo un color, el grana.

Se le había criticado a los murcianistas que no tienen peso en el centro del campo, que siempre pierden esa batalla, pero esta mañana, con Juanma, Manolo y Josema, el Real Murcia ha anulado de un plumazo a Rafa de Vicente y Carlos López. Y con ese movimiento, mientras que el UCAM continúo sumido en una depresión que nadie comprende, el Real Murcia tiró de coraje, de voluntad y de esa intensidad que faltaba en el inicio para moverse como pez en el agua sobre el césped. Capando cualquier posibilidad de salida de balón de los locales y aprovechando que entre líneas no hay entendimiento en el cuadro entrenado por Rubén Albés, Juanma y Josema tomaron el control. Sostenía el centro del campo Manolo, con los dos jóvenes jugadores murcianos disparando a todos sitios. Se ofrecía una y otra vez Iván Pérez por la derecha y tampoco desaprovechaba la oportunidad de subir Alberto Rodríguez. Marcos Legaz, la novedad en el once murcianista, también se mostró muy activo.

La campanada no llegó

El escenario era perfecto para que el Real Murcia diese la campanada a las primeras de cambio. Solo faltaba conectar con Víctor Curto, que jugaba más solo que en jornadas anteriores por la suplencia de Alberto Toril. Buscaron distintos caminos los granas, todos los que querían por la inoperancia de un UCAM que campaba como un alma en pena por el terreno de juego. Sin embargo, ese dominio no se tradujo en ocasiones de gol. Los centros de Iván Pérez pocas veces encontraban aliados y Josema no era capaz de superar la defensa formada por Hugo Álvarez y Vicente Romero.

El centro de la defensa es de lo poco salvable del UCAM en la primera parte del partido. Con Rafa de Vicente anulado, la partida de los universitarios parecía que acabaría en 'game over' antes de tiempo. Y es que las bandas apenas tenían protagonismo. Higón, al igual que De Vicente, estaba vigilado a cada paso. Camacho, por su parte, pasó tan desapercibido que de no ser porque aparecía en la alineación, muchos habrían dudado de su presencia sobre el terreno de juego. Y así, mientras que el UCAM se peleaba con los fantasmas que llenan la cabeza de su entrenador, Aketxe y Chavero andaban incomunicados, como en dos islas desiertas.

Por no aprovechar, no aprovecharon los universitarios la inseguridad que transmite Lejárraga en la portería del Real Murcia. Y eso que en el minuto siete, el meta murcianista ya había enseñado todos sus defectos. Con una mala salida en un córner, puso a temblar a todos sus compañeros, que salvaron como pudieron. Pero ni con ese aviso fue capaz el UCAM de, como fuese, meter centros al área para seguir hundiendo la moral del madrileño.

Se igualaron más las fuerzas en el segundo tiempo. El Real Murcia empezó a pagar los esfuerzos. Josema empezó a notar los plomos fundidos, y las bandas ya no subían tan regularmente. A la vez que los vatios del Murcia bajaban, el UCAM se sentía más cómodo. Más por el bajón de los visitantes, que por la mejora de los locales, el partido se abrió, ganando en emoción, sobre todo pensando en las ocasiones de gol.

Fue el Real Murcia el primero que lo volvió a intentar. Álvaro Rodríguez tuvo en sus botas el gol, pero su disparo se marchó muy cruzado en el minuto 57. Luego se creció en ataque el UCAM. Probó Rafa de Vicente a un Lejárraga que no es capaz de blocar un balón a la primera; insistió Manu Justo con varios disparos fuera del área y cabeceó Hugo Álvarez en la mejor ocasión de los visitantes hasta ese instante, aunque en esta ocasión el meta grana sí estuvo certero para enviar a córner. Mayoral, que había salido en lugar de Aketxe, hizo daño colándose por la derecha. Su centro buscando a Manu Justo y Camacho fue despejado con mucho esfuerzo por Lejárraga.

No había forma de mover el marcador. A falta de cinco minutos del final, pese a que en las áreas había más peligro, nadie era capaz de dar un golpe sobre la mesa. Era necesario un chispazo, algo que cambiase el partido, y el Real Murcia se encontró jugando los últimos minutos con uno más por la expulsión de Galas.

Se iba animando el derbi por momentos. Peque, que había salido en la segunda parte, pudo llevar la locura a la grada lateral donde estaban los aficionados granas. No se lo pensó al recibir al borde del área, pero su disparo se encontró con el larguero (88').