Hace justo un año, Javier Juárez Crespo vivía sus últimos días de vacaciones planificando su estreno en un banquillo en la Liga ACB con el UCAM Murcia CB. Pero esa aventura acabó el pasado mes de enero de forma prematura, con el equipo líder en la fase de grupos de la Champions, pero en puestos de descenso en la competición nacional. Después de seis meses, analiza en una entrevista con este diario qué circunstancias provocaron su despido sin ocultar que supuso un «fracaso» personal en una ciudad de la que se ha enamorado y donde no descarta afincarse con su familia en un futuro no muy lejano.

¿Veía venir antes el desenlace final de su trayectoria en el UCAM Murcia?

Hombre, sí. Nunca esperas que pase porque en cada partido de la mala racha de enero, estuvimos a punto de conseguir la victoria, pero en el mundo del deporte, la victoria y la derrota es lo que marca el devenir de un entrenador. Después de noviembre y diciembre, con cinco viajes consecutivos en Champions y sin poder jugar en casa, salimos muy bien parados en ACB, pero también estaba planificado que el equipo tuviese un bajón en diciembre. Aparte de la racha de seis partidos consecutivos perdidos, había una exigencia por parte de la grada.

¿Cree que el entorno le exigió más por ser debutante?

Eso fue así desde el principio. En Murcia he notado y conocido, entre otras muchas cosas, el fracaso a nivel global. Yo no sé diferenciar la parte personal de la profesional, por ello la temporada para mí fue un fracaso. Vine con toda la ilusión del mundo y en todos los equipos en los que había estado, los resultados acompañaron, pero aquí conocí el fracaso y también el rechazo. La afición de Murcia, desde el principio, por el hecho de ser debutante en la liga y no tener experiencia, receló de mi capacidad para poder dirigir al equipo. La grada, en cuanto tuvimos una mala racha, así lo mostró en un número importante. Lo respeto absolutamente, porque siempre lo he hecho, y mucho más ahora porque la afición es soberana. Pero fue duro encontrarme rechazo porque en ningún sitio lo había vivido. Es una enseñanza que me llevo.

¿Pero se sintió respaldado por los dirigentes del club?

La directiva apostó por mí muy fuerte. Sé que ellos confiaban plenamente en mi trabajo, de lo contrario, es evidente que no hubiese venido. Si Alejandro Gómez hubiera creído que no lo iba a hacer bien, no me hubiese traído. Me hubiese gustado acabar la temporada, por supuesto, y creo que de haber seguido con la marcha que teníamos en la Champions, habríamos conseguido la permanencia. Estoy convencido de ello, pero quien tenía que estarlo también era Alejandro. Lo respeto porque no sé diferenciar la parte profesional de la personal, y tanto él como José Miguel Garrido me parecen excelentes personas a las que voy a apoyar en cualquier decisión que tomen.

¿Cree que le ha perjudicado no saber diferenciar lo personal de lo profesional?

Pues seguramente para mucha gente sí, pero para mí no. Soy así y voy a seguir siendo así. Estaré eternamente agradecido al UCAM por darme la oportunidad de entrenar en ACB, y estoy mucho más agradecido a la acogida que tuve en Murcia. Siempre me he guiado por lo que me dice mi instinto y el corazón, y a estas alturas de mi vida, no voy a cambiar.

¿Qué derrota le dolió más, Tenerife o Gran Canaria?

Contra Tenerife fue muy dolorosa porque fue en casa. Pero creo que hay un partido fundamental en esa mala racha y fue contra el Joventut en el Palacio. Veníamos de perder en el campo del Real Madrid con un triple de Llull, que metió una de las mejores mandarinas de su carrera. Cuando empezó el partido ante la Penya se notó una comunión grada-equipo muy buena. Salimos con una energía tremenda, parecía difícil que se nos escapara la victoria con el nivel de la primera parte, pero no estuvimos acertados en ataque. Eso hizo que en la segunda, con el despertar de Laprovittola, nos entrasen los nervios. Perdimos confianza y a eso se unió que se escapaban las opciones de Copa del Rey. El equipo se desinfló y así se vio en los siguientes encuentros. Ese fue el partido clave, porque si lo hubiésemos sacado, todo habría cambiado.

¿Pero la forma de perder esos partidos no cree que acrecentó la presión?

Está claro que cuando te quedas en varios partidos muy cerca de la victoria y no lo consigues, piensas que falta algo. A día de hoy sigo pensando que al equipo le faltaba algo, pero el mercado no lo dio antes de enero, lo dio después y ayudó a que consiguiese la salvación.

¿Seguro que no había en el mercado jugadores?

No había esa opción. Alejandro quería que el equipo fuese bien y que no entrase en esa dinámica, pero hay que tener en cuenta que el mercado no es tan fácil a veces como parece. La lesión de Todorovic nos hizo mucho daño porque venía para liderar al equipo y era cupo. Tuvimos la suerte de encontrar a Urtasun, pero a estas alturas de la carrera de Urtasun, es evidente que no era lo mismo que Todorovic. Por una razón u otra, hasta febrero no se pudo completar la plantilla en aspectos que eran evidentes que faltaban. El equipo carecía de un base director y eso se veía desde el principio. Cuando vino Lecomte se solucionó algo y de cara a la próxima temporada, se ha solucionado definitivamente con Rafa Luz.

¿Se quiso cargar a Booker?

No, jamás.

Pero varias veces se vio al jugador discrepar con usted.

Es un tema que he hablado mucho con la gente del club. Tanto a sus compañeros como a la afición le costó entender a Booker. En el tiempo que yo estuve, recibió muchas críticas de la afición a lo largo de los partidos, como también le pasó a Marcos Delía con los tiros libres, o me pasaba a mí cada vez que perdíamos. A Askia le produjo ansiedad y a sus compañeros les costó mucho entender su juego porque es muy diferente a los bases que había tenido el equipo anteriormente -Hannah y Facundo Campazzo-. Digamos que cuando Askia explotó y sacó su talento fue en los momentos en los que más falta hacía al equipo, y entonces la afición sí se lo supo reconocer, de lo cual me alegro mucho porque de verdad que es muy buen chico. Alejandro me llegó a decir en dos ocasiones si creía que era mejor cortar a Booker cuando él era el principal valedor de que estuviera aquí, pero veía que su adaptación al grupo y a la grada era difícil. Él sabe que me negué siempre porque es un jugador diferente, un pedazo de jugador. Jamás pensé en cortar a Booker, ni en situaciones que quizás era necesario.

Ha hablado de Delía. ¿Por qué se fue? Usted fue duro con él.

A día de hoy aún me sigue doliendo el tema de Marcos porque es un chaval excepcional, un profesional como la copa de un pino. Creo que debería seguir en Murcia. Irse al Joventut le dio la opción de jugar la Copa, de estar en un equipo que iba mejor, pero estaba haciendo aquí buena temporada?

De hecho, fue el jugador que más minutos jugó con usted.

Bueno, es que es un jugador que me gusta mucho. Creo que hubiese acabado la temporada muchísimo mejor de cómo acabó tanto para él como para mí de haberse quedado. La salida de Marcos Delía fue otro de los momentos clave de la temporada, al igual que la lesión de Todorovic. Su sustituto, Mitrovic, es muy buen jugador, pero no vino en condiciones para jugar en la ACB; físicamente no estaba para jugar en ese momento en esta liga.

Si le dieran la oportunidad de cambiar algo, ¿qué modificaría de lo que hizo en Murcia?

Sí que hay cosas que cambiaría y que son responsabilidad mía. Pasado el tiempo, he visto que he cometido errores que de no acabar la temporada en enero, seguramente no me habría dado cuenta. Esa es la parte buena de una situación desagradable como es un despido. En algunos momentos del año era consciente de que había cosas que cambiar y que no hice, quizás porque durante el tiempo que estuve, el equipo apenas pudo entrenar. A mucha gente dentro del equipo le faltaba el compromiso necesario para llevar la temporada mejor.

¿Y ahora qué va a hacer?

La situación es difícil porque el mercado es complicado para conseguir equipo a un entrenador que viene de una temporada como la mía. Lo que no quiero tampoco es dar ningún paso en falso. Me apetece entrenar independientemente de la categoría que sea, incluso fuera de España, en un proyecto que me ilusione y me motive.

¿Ha sonado muchas veces el teléfono este verano?

No. Si te digo lo contrario, te miento, y lo peor es que ha sonado de gente que no esperaba, mientras que de gente que esperaba, no ha sonado nada. Bueno, es otra parte del aprendizaje del fracaso. Me ha servido para reconocer a la gente que está cerca y a otros que no lo están y que se han portado muy bien. Alejandro, José Miguel y la gente del Real Madrid, que son mis dos últimos clubes, han estado pendientes en todo momento de mí, intentado echarme una mano, pero el teléfono ha sonado menos que en los veranos anteriores.

¿Y volver a Murcia, aunque no sea para entrenar al UCAM?

Estoy convencido de que volveré a Murcia porque estoy encantado aquí. La ciudad se ha quedado en mí y en mi familia, y eso no va a cambiar. Una espina que tengo clavada es que no me hayan salido aquí las cosas como en los demás proyectos, pero volver no es algo que me plantee que vaya ligado a entrenar al UCAM. Me gustaría es que al UCAM le vaya de maravilla y que tenga un entrenador sólido para varios años, porque creo que es la única forma de crecer. Este club tiene una estabilidad en su propiedad y dirigentes, pero esa estabilidad no se ha visto reflejada en el banquillo, creo que porque muchos de los técnicos que han venido, cuando lo han hecho bien, han preferido proyectos más atractivos y promocionarse, y si no les ha salido bien, se han cambiado. El día que al UCAM todos los entrenadores que lleguen, que son muy buenos, tengan una estabilidad y se consigan plantillas de jugadores que tengan como objetivo crecer sin salir de Murcia, no que vengan a promocionarse, se conseguirá. Por lo que he visto, creo que hay muy pocos sitios como Murcia para desarrollar una carrera deportiva, y me gustaría que los jugadores y entrenadores que vengan lo hagan con la idea de quedarse en la ciudad, porque eso hará crecer al club.