La política de austeridad impulsada actualmente por el consejo de administración del Real Murcia no es nueva en las oficinas del club murcianista. Solo hay que echar la vista atrás a las tres temporadas posteriores al descenso administrativo del verano de 2014. La caída al infierno de Segunda B provocó un cambio de mentalidad en el club entonces presidido por Jesús Samper. Con José Manuel Aira comandando el barco desde el banquillo y con apenas dos semanas para confeccionar la plantilla, el Real Murcia tiró de canteranos -Arturo, Isi, Carrillo...-, de jugadores referencia como Acciari y Miguel Albiol, y de futbolistas que no encontraban acomodo en otros equipos o que estaban en el paro.

Fue la campaña del destierro en el Grupo I, el curso en el que José Manuel Aira demostró que el dinero no da la felicidad, porque el Real Murcia no necesitó tirar la casa por la ventana económicamente para conseguir una plaza en el play off, aunque el Hércules acababa con el sueño grana a las primeras de cambio. Unos 800.000 euros fue el coste de aquella plantilla, una cifra similar a la que se manejó una temporada después, también con Aira en el banquillo y también con plaza de play off a final del curso, en esta ocasión en el Grupo IV.

Más cerca del Real Murcia que ahora venden en Nueva Condomina estuvo el equipo confeccionado por Guillermo Fernández Romo en verano de 2016 y que fue desmontado en enero, ante los elogios y los aplausos de los aficionados y peñistas, por Deseado Flores. El madrileño, entonces director deportivo, dispuso de solo 550.000 euros para la primera plantilla, que estuvo entrenada por Paco García. El límite salarial fue de 40.000 euros, con la mayoría de fichas entre 20.000 y 30.000 euros, y con futbolistas que en algunos casos apenas ganaban 1.500 euros al mes. Al cierre de la primera vuelta y antes de que Deseado Flores sacase la chequera para tirar la casa por la ventana, el Murcia de Paco García estaba luchando de lleno por meterse en el play off, teniendo en esa jornada 19 cinco puntos menos que el cuarto clasificado.

El nuevo Real Murcia solo es una vuelta al pasado más reciente, a las últimas dos temporadas de Jesús Samper y a los meses de Guillermo Martínez Abarca en la presidencia y Víctor Alonso en la dirección general. Los 700.000 euros actuales que costará una plantilla que todavía no tiene entrenador son similares a las partidas presupuestarias manejadas por Aira y bastante más alta que la que dispuso Fernández Romo. Sin embargo, nada tiene que ver el mercado actual con el mercado de hace tres o cuatro temporadas. Y es que en las últimas campañas ha crecido tanto la competencia en Segunda B que cada vez son más los equipos que aspiran a estar entre los mejores. De hecho, los directores deportivos de los clubes de la categoría tienen claro que para luchar por estar en el play off, el presupuesto debe rondar el millón de euros, mientras que para poder optar a jugadores de nivel y experiencia en la categoría, la oferta no debe bajar de los 45.000 euros, una cantidad que en el Real Murcia quieren que sea una excepción. Incluso los responsables de varios clubes de fútbol explican que a veces es necesario arriesgar un poco y elevar el presupuesto al máximo posible, porque al final solo con obtener el billete para el play off ya te aseguras unos ingresos que en ese tramo final de campaña suponen algo más que oxígeno.

«Ahora hay más presupuesto por encima del millón, por lo que los 700.000 euros de ahora son mucho menos que los 800.000 que se manejaron con Aira en el banquillo», indicaba ayer a esta redacción un responsable de uno de los equipos de la categoría que está luchando por el ascenso. De hecho, en este curso, la Cultural Leonesa, con una plantilla de tres millones, no ha jugado el play off, y el Castellón, con un presupuesto de dos millones, se ha salvado en la última jornada. «Con lo que se está moviendo ahora en el mercado, como mínimo tienes que tener un millón de euros para tener opciones de estar arriba», coinciden uno de los directores deportivos del Grupo IV y un entrenador de la categoría de bronce.