En la Federación de Baloncesto de la Región de Murcia (FBRM) saben que lo importante no es solo formar buenos jugadores, sino que también hay que formar buenas personas. Solo así se puede llegar lejos en el baloncesto, y también en la vida, y por ello apuestan en todas las categorías de base porque los chicos aprendan a trabajar en equipo. Es algo imprescindible para avanzar en el deporte y en cualquier ámbito de la sociedad. El planteamiento de esta entidad es que los valores intrínsecos al baloncesto sirven para conseguir una mayor armonía en un colectivo, y así cada jugador también se beneficia y es más feliz.

Los técnicos y los monitores son los que deben transmitir este compañerismo a los jugadores, para que aprendan y pongan en práctica este valor con su grupo de compañeros en la universidad, con sus amigos en su tiempo de ocio e, incluso, en su relación con la propia familia.

En la Federación de Baloncesto de la Región señalan que trabajar en equipo es difícil, principalmente porque es necesario un componente solidario muy elevado. La clave es tener cuenta que el bien común está por encima del individual, y siempre hay que priorizar lo que necesita el equipo por encima de los intereses personales. Además, recalcan que estos valores hay que inculcarlos desde la infancia, porque a partir de la adolescencia es mucho más difícil incorporarlos. La receta para conseguir la eficacia del trabajo en equipo consiste en varias claves.

En primer lugar, hay que provocar la cohesión, para que los chicos lo pasen bien con sus compañeros. El sentimiento de pertenencia es fundamental, y por ello hay que buscar frases, conceptos y experiencias que unan a los miembros del grupo.

También consideran que es fundamental inculcar valores como la benevolencia, la solidaridad o el altruismo para que los chicos se ayuden entre sí. Practicar una comunicación abierta y sincera es otra de las claves, porque los niños responden mejor cuando se les dice lo que tienen que hacer que cuando se les critica las cosas que hacen mal.

Tanto los monitores como los jugadores tienen que ser justos y honestos con el grupo, y hay que intentar trabajar la empatía; es decir, que el niño exprese cómo se siente, y que reciba apoyo por parte de sus compañeros. Además, hay que evitar las comparaciones y las rivalidades entre los jugadores, y generar confianza y seguridad en cada uno de ellos.