Cuando un chico de quince años de edad juega en la pista central del centenario Murcia Club de Tenis ante más de mil personas ansiosas por verlo en acción y no le tiembla el pulso, nadie pone en duda que ese adolescente es especial. Carlos Alcaraz, encima, no tiene vértigo. Tiene un talento impropio para su edad que su entorno quiere dosificar. Pero el jugador de El Palmar no entiende de velocidades. Ha marcado la suya y el resto le da igual. La semana pasada se convirtió en uno de los jugadores más jóvenes del mundo en ganar un partido de un torneo del circuito profesional Challenger -solo otros tres lo han logrado en la historia y uno es Rafa Nadal-. Ayer, en casa, sumó otro más. Carlitos, que aún ni siquiera tiene ránking ATP, que está en el puesto 24 de la clasificación mundial júnior pese a estar en su primer año en la categoría, derrotó en su estreno en el Open de Murcia a un tenista que le dobla en edad, Gleb Sakharov, que este mismo año ha estado en el Abierto de Australia. El francés de origen uzbeko se encontró con el desparpajo de un 'niño' que se enfrenta a los grandes retos como si estuviera en el patio de su casa intercambiando raquetazos con su hermano Álvaro.

El mismo día que Nicolás Almagro ponía el punto final a su carrera deportiva profesional, Alcaraz, un chico equilibrado, disciplinado, que tiene como gran virtud saber escuchar, demostraba una madurez impropia a la que suma un talento descomunal. Quizás por ello todos los aficionados al tenis murciano querían verlo en acción después de conseguir hace una semana que otro veterano, Lukas Rosol, la acabara aplaudiendo después de ponerle muy cara la derrota en Villena en tres sets.

Alcaraz entró en el partido rompiendo el servicio a su rival, se situó con 4-2 a su favor y cuando Sakharov pudo ganar la primera manga con 5-6, sacó carácter para igualar el choque y llevarlo a la muerte súbita, dando la impresión que el jugador de 30 años que estaba sobre la pista era él y no su rival. Pero otra vez se vio perdido el pupilo de Juan Carlos Ferrero y Kiko Navarro, este vez en el 'tie break', donde tuvo que salvar tres bolas de set para acabar imponiéndose por 8-6 ante el delirio de una grada entregada al 'Expreso de El Palmar'.

Solventada la prueba, casi idéntica a la que vivió una semana antes en Villena ante Lukas Rosov y que no superó, se lanzó a por el partido sin temblarle el pulso. En un santiamén se situó con un 3-0 en la segunda manga y mantuvo su servicio hasta que con 5-3 logró una rotura Sakharov que puso el marcador en 5-4. A cualquier otro chico de su edad le habría entrado canguelo encontrarse ante esa situación, pero Alcaraz, con la templanza de un veterano, se hizo con el set y el partido, lanzando una aviso al alcireño Pedro Martínez Portero, su rival de hoy a partir de las cuatro y media de la tarde, un jugador en forma, que llega de hacer semifinales en Marbella y final en Villena.

Las fuertes emociones vividas en el partido de Carlos Alcaraz fueron el aperitivo ideal para otro encuentro especial para la afición de Murcia. Se despedía Nicolás Almagro, uno de los primeros jugadores españoles que no necesitó emigrar a Barcelona para convertirse en profesional gracias a la templada mano de su primer técnico, Antonio González Palencia, y la Federación Murciana. Como era de esperar después de un año alejado del circuito profesional -su último partido lo jugó en noviembre en el Campeonato de España de clubes-, apenas pudo oponer resistencia a Mario Vilella, número 262 del ránking mundial y que la semana pasada llegó hasta cuartos de final en Villena. Rodeado de un buen número de amigos, el murciano cayó por un doble 6-2. En un final emotivo y con su hijo en brazos, se despidió del tenis, aunque hoy jugará un partido de dobles junto al exprofesional Juancho Marín, en la actualidad director de la escuela del Murcia Club de Tenis, donde definitivamente cerrará una carrera con 13 títulos ATP.