Alfonso Alonso, histórico entrenador de equipos femeninos de Zaragoza, tiene la culpa de que su hijo Sito sea hoy en día entrenador de baloncesto. De hecho, este diplomado en Magisterio se atrevió a dirigir su primer equipo con solo 11 años de edad. Fue en el colegio Escuela Compañía de María de la capital maña, donde también jugaba. Con 18 años abandonó el CAI para enrolarse en el Monzón, un modesto club donde sufrió una lesión en el tendón de Aquiles que le hizo colgar las botas con 21 años. «Miré al banquillo porque yo deseaba ser un jugador de primer nivel, no uno normal», recordaba en una entrevista en la revista Clinic, que edita la Asociación Española de Entrenadores.

Desde ese momento se convirtió en ayudante del primer equipo, que militaba en Liga EBA, y con 23 debutó en esta categoría como entrenador jefe. Su trabajo con la cantera -por sus conjunto pasaron Salva Arco, Xavi Puyada y Jordi Grimau, entre otros- llamó la antención del Joventut de Badalona, el club que le dio la oportunidad de dar un salto de calidad en su carrera, primero dirigiendo a su filial, el CB Prat, el mismo equipo desde el que llegó el rumano Emanuel Cate el pasado verano, y después como ayudante de Aíto García Reneses, quien le encomendó la misión de llevar la técnica individual de un jovencísimo Ricky Rubio. Alonso recuerda que su estreno en un banquillo ACB fue el mismo día que lo hizo el actual base de los Utah Jazz, con quien mantiene fuertes lazos de amistad.

Su carrera desde entonces ha estado marcada, como ocurre con casi todo los entrenadores profesionales, por los éxitos y las dececpciones. Llevó al modesto Joventut en su primer año a jugar la Copa pese a perder a jugadores como Rudy Fernández y el propio Rubio. También dio la campanada con el Lagun Aro y el Bilbao Basket. Dio el salto a un equipo de Euroliga con el Baskonia, y el pasado curso estuvo en el Barcelona, donde fue despedido justo antes de la Copa del Rey que ganaron los azulgranas en Las Palmas de Gran Canaria. Su salida estuvo rodeada de cierta polémica y bajo la sospecha de haber sido precipitada por varios jugadores.

«Mi filosofía es arriesgar, no conformarse con lo establecido», dice siempre Alonso, quien se considera un «autodidacta e investigador que intenta innovar» sin «miedo a equivocarse». Y eso es lo que quiere conseguir en Murcia, donde llega a un equipo en situación límite con la necesidad de salir de una profunda crisis.