Gustavo Munúa vive un momento dulce en su carrera como entrenador, gracias a la buena trayectoria que está desarrollando con su FC Cartagena en estas 22 jornadas que se han disputado.

El preparador uruguayo cumplía ayer 41 años y aunque no se pudo llevar a casa el regalo de una victoria que hubiera supuesto la séptima consecutiva y que habría echado más tierra de por medio con sus perseguidores, el Cartagena de Munúa acaba este mes de enero, tradicionalmente malo campañas anteriores, en lo más alto de la tabla clasificatoria.

Obtuvo el primer puesto en el choque que disputó ante el Linense y no lo ha soltado en las tres siguientes jornadas, por lo que acumula ya un mes en lo más alto del Grupo IV.

El técnico cartagenerista ha logrado que su equipo tenga un fútbol reconocible y que la afición haya olvidado otras campañas para mirar con esperanza ésta, la actual. Munúa ha usado su discrección, su perfil bajo y su talante conciliador para aunar a unos y a otros y conseguir que este bloque solo piense en el ascenso como único objetivo, que los seguidores se emocionen en cada victoria y que la directiva considere que con su llegada se puede marcar un punto de inflexión. Munúa era de sobra conocido por todos los aficionados por su trayectoria como futbolista, pero mucho menos en su perfil de entrenador. El hecho de haber dirigido a un filial, como el Deportivo Fabril, no ofrecía demasiadas pistas para saber de su capacidad real de tomar a este toro como es el Cartagena y ascender a Segunda División.

El preparador sigue superando marcas en el Cartagena y se acerca cada vez más a su propósito de fútbol que repite una y otra vez en las ruedas de prensa.

A sus 40 años, Munúa sabe lo que es dirigir equipos de élite en su país con el Nacional de Montevideo, pero ha tenido que volver a pisar el barro en España para hacerse con un nombre en el mundo de los banquillos y tiene toda la pinta de que no tardará demasiado en dar el salto, bien en el FC Cartagena o en cualquier otro equipo español.

Eso sí, en su 40 aniversario se quedó sin esa guinda que supone hacerse con la victoria y marcharse a casa con un regalo extra.

Muchos inconvenientes se encontró el entrenador con un Recreativo que constriñó al Cartagena con un método ultradefensivo, casi infranqueable para los albinegros. Ni la voluntad de los jugadores ni el ánimo que ofreció la afición desde la grada fueron suficientes para romper esa muralla con la que Salmerón llegó a la ciudad portuaria.

El día, con un viento fuerte, no ayudó sobre el césped. En una de esas cesiones al portero Joao Costa, Antonio López puso el corazón en un puño a los aficionados, porque se pasó de fuerza en el desplazamiento y daba la impresión de que el esférico podía causar algún quebradero de cabeza, que finalmente no sucedió.

Por último un par de detalles. El Recreativo de Huelva alineó a tres jugadores con los dorsales 14, 15 y 18 de inicio. Tras la aprobación por parte de la Real Federación Española de Fútbol, los jugadores del equipo onubense ya lucen sus números personalizados, algo que reivindicaba la Segunda Divisón B desde hace mucho tiempo y que por fin ha visto la luz.

Para finalizar, en el Cartagonova, como en la mayoría de los campos de fútbol españoles este fin de semana, se guardó un minuto de silencio en memoria de Julen, el niño fallecido tras caer en un pozo en la localidad malagueña de Totalán.