«No hay nada más retobado que el que se ha visto arriba y de golpe se encuentra abajo, ya que el que se ha visto obligado a estar abajo, al final, aprende a resignarse, pero el que está arriba y se golpea, eso es jodido». La frase del expresidente uruguayo José Mujica viene como anillo al dedo para lo que ya se ha atrevido a hacer, con más o menos valentía, el nuevo Consejo de Administración del Murcia. «Lo económico prima sobre el objetivo deportivo». Una frase, y ya prácticamente un eslogan, que una parte del murcianismo entiende como única vía de escape, apoyando evidentemente la actual gestión de la Plataforma de Apoyo al Real Murcia (PARMU) para un club sujetado con alfileres por su tremenda falta de liquidez económica y su preocupante deuda con Hacienda y la Seguridad Social.

Pero son muchas las cuestiones que tiene abiertas la nueva directiva comandada por el doctor José María Almela como presidente, una persona a la que solo por sentarse en uno de los sillones que más trascendencia tiene en toda la Región de Murcia y ser militante de otra fuerza política a la que gobierna actualmente, ya ha visto perjudicada hasta su vida profesional, por lo que resulta evidente que nadie está de fiesta dentro de los nuevos responsables de los despachos granas.

Sin embargo, la delicada situación económica que el Murcia arrastra desde los últimos seis o siete años ha provocado que más de uno tenga que preguntarse, ante la salida de jugadores importantes como Dani Aquino y encima dejar claro que tienen la puerta abierta la inmensa mayoría de los futbolistas que tienen fichas elevadas, si es el momento idóneo de cambiar la idiosincrasia de una entidad centenaria que, además de ser el club que más años ha militado en Segunda División de todo el panorama nacional, ha tenido en su centenaria vida la misma exigencia, muy alta, tanto militando en el barro de la Tercera como en el fútbol profesional.

Entonces, ¿es el momento de cambiar la propia historia del Real Murcia? ¿Están preparados los aficionados para ver a un equipo que termine luchando por el décimo puesto? ¿Los seguidores que pagan su carné, incluso fraccionado para los que tienen que hacer un esfuerzo, son partidarios de ver al club de su vida mirando de repente donde no esperaban?

Desde la PARMU se defienden con fiereza de los que no están dispuestos a asumir la teoría tan drástica que la propia plataforma defiende, la de que «se hace lo que se está haciendo o el Real Murcia desaparece, ojalá lo entiendan ya los aficionados». Y también sacan las uñas con argumentos que parecen convencer a uno de los dos sectores, el que abraza con sinceridad el discurso de que el Murcia debe ser más parecido a una empresa normal que a un club de fútbol. Un paso que lleva implícito el mismo nivel de valentía que de incertidumbre.

Otro sector de los abonados, también numeroso y que tampoco se esconde, entiende que hay que tomar medidas, pero insisten en que no quieren ni pensar en la idea de que el Real Murcia renuncie a unos objetivos deportivos y una exigencia que siempre acompañará a la entidad deportiva más importante de la Región, esté en la categoría que esté y atraviese la situación que atraviese.

Existe otra cuestión de justicia y transparencia que ha comenzado a provocar las primeras sombras, a pesar de las buenas intenciones de los nuevos gestores desde que José María Almela y la PARMU tomaron el control del club tras alcanzar un acuerdo con la familia Gálvez el 5 de noviembre.

El empresario oriolano y su hijo, dos meses y once días después de marcharse del coliseo grana, no han sido tadavía denunciados por unos dirigentes que asumen el desfalco que han padecido las arcas granas tras una campaña de abonados en la que no hubo datáfonos en las taquillas y en las que todo el dinero se recogió en metálico por instrucciones de un Toni Hernández que sigue guardando silencio, pero que no se atreve a pisar Nueva Condomina tras conocerse a través de este diario que el dinero iba directamente del bolsillo de los más fieles murcianistas a una sociedad mercantil de la que el valenciano es el apoderado. ¿Acaso se firmó alguna patente de corso en algún despacho para que los Gálvez y sus colaboradores no vayan a sufrir represalias legales? ¿Compraron los Gálvez y Toni Hernández de alguna manera su impunidad? Son muchos aficionados los que esperan con muchas ganas alguna medida rotunda contra los anteriores gestores, salvo que exista algún hipotético pacto de caballeros en el que nadie desde la grada quiere pensar para no explotar de impotencia.

Entre tanto, y a pesar de perder actualidad, lo que no ha perdido la figura del mexicano Mauricio García de la Vega es importancia, ya que el norteamericano tiene dos documentos, uno del Consejo Superior de Deportes (CSD) y otro del Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAD) que ambos le acreditan como máximo accionista de la entidad, aunque los actuales dirigentes no lo reconocen. Los responsables actuales no han inscrito a De la Vega en el libro de socios y se limitaron a invitarle entrar en el club a través de la ampliación de capital, algo a lo que no accedió De la Vega. Desde la Federación Española lo tienen claro, ya que los actuales consejeros están 'amenazados' por la RFEF de ser inhabilitados al saltarse a la torera la resolución del TAS. De la novela en la que se ha convertido el Murcia desde el fallecimiento de Samper hace tres años nadie puede saber el final.