En apenas un mes, el UCAM Murcia CB se ha visto obligado a tener que modificar todos sus planes. El equipo universitario ha pasado de intentar pelear por conseguir un billete para la Copa del Rey a asomarse a los puestos de descenso de la Liga Endesa sin apenas poder digerir el cambio de rumbo. La derrota del pasado domingo ante el Iberostar Tenerife confirmó la grave situación por la que atraviesa actualmente el equipo que dirige Javier Juárez, puesto que hacía un par de temporadas que los aficionados del Palacio no veían unos números tan preocupantes. Concretamente desde la campaña 2016-2017, en la segunda etapa de Óscar Quintana al frente del banquillo del UCAM.

El equipo murciano, que por primera vez compaginaba el calendario de la ACB con el de una competición europea al disputar la Eurocup, encadenó de octubre a noviembre cinco derrotas consecutivas al caer frente al Real Madrid, el Tecnyconta Zaragoza, el Herbalife Gran Canaria, el Morabanc Andorra y el Barcelona Lassa. El UCAM arrastró esta crisis durante el resto de la primera vuelta de la Liga Endesa y en los siguientes nueve partidos tan solo logró sumar tres victorias (Real Betis, Bilbao Basket y Estudiantes), lo que provocó el despido del técnico cántabro a mediados de enero tras un balance de 5 victorias y 12 derrotas que le colocaron al abismo del descenso tan solo unos meses después de haber disputado por primera vez el play off por el título ante el Real Madrid.

Las circunstancias favorecieron al UCAM y el destino permitió que Fotis Katsikaris, tras firmar la mejor temporada de la historia del club en la 2015-2016, tomase de nuevo el timón de un barco a la deriva. El entrenador griego le cambió la cara al equipo, tanto que logró que se ganase de nuevo el derecho a regresar a Europa al contar con un billete directo para la Basketball Champions League.

No obstante, el cuadro murciano, en esta época, ya estaba avisado de que vivir con una carga de derrotas tan pesada desembocaría en una lucha de supervivencia con el resto de rivales en la competición doméstica. Con Diego Ocampo, Fotis Katsikaris o Ibon Navarro al frente del banquillo, la época de vacas flacas no superó las tres semanas consecutivas. Todo lo contrario a lo ocurrido en la temporada 2013-2014, donde el UCAM encadenó ocho jornadas consecutivas sin ganar, y esa crisis también desató el despido de Óscar Quintana durante su primera etapa al frente del club murciano. La sonrojante derrota ante el Obradoiro en el Palacio (47-83) fue la gota que colmó el vaso ese curso y el técnico cántabro se marchó después de cuatro derrotas consecutivas y un balance de 5-11 (el mismo que presenta el UCAM actualmente) en la clasificación. La cifra se engordó con Marcelo Nicola al frente del banquillo, segundo entrenador hasta entonces, pero el técnico argentino finalmente encontró el camino para que el UCAM lograse ese año la permanencia sin acabar sufriendo demasiado.

«Me preocupa muchísimo la marcha del equipo», afirmó el entrenador Javier Juárez el pasado domingo tras la derrota ante el Iberostar Tenerife, la tercera consecutiva en casa. Por esta razón, el equipo murciano tratará de romper la mala dinámica en la que está metido en una pista que históricamente no se le ha dado bien y ante un rival que está en apuros tras compaginar la Euroliga con la ACB. El UCAM tan solo ha logrado la victoria frente al Herbalife Gran Canaria en Las Palmas en dos ocasiones (2013 y 2015) y necesita dar un golpe en la mesa después de que esta sequía haya dejado señalados tanto a varios jugadores, como son los casos de los norteamericanos Milton Doyle y Askia Booker, como al propio Javier Juárez. El equipo murciano se enfrentará mañana al Sidigas Avellino en la Champions League para intentar asegurar la primera plaza en la fase de grupos (20.30 horas, Popular TV).