No hay que echar la mirada demasiado lejos para contemplar como en el UCAM Murcia CB se celebraba cada defensa exitosa como una canasta sobre la bocina, cada tapón como un triple o cada robo como una victoria. El equipo, la afición y el club tenían una especie de 'pacto'. Pelear cada partido hasta el final, pasara lo que pasase, se había convertido en su principal seña de identidad. Atacar con el escudo en lugar de con la espada era ya parte de su ADN. Pero ayer en Zaragoza todo eso se rompió (88-68).

Se podría hablar de accidente si no fuera porque la plantilla que dirige Javier Juárez ya es reincidente en escenarios parecidos, como ocurrió ante el Baskonia o el Barcelona Lassa hace unos meses. Pero lo ocurrido en el pabellón Príncipe Felipe fue la golta que colmó un vaso que se comenzó a llenar con las derrotas ante el Divina Seguros Joventut y el Movistar Estudiantes hace unos días. Lo que preocupa en el UCAM no es que se haya metido en la pelea por la permanencia, que también, si no que todo lo construido en los últimos años ha sido derribado en un tiempo récord. Y lo peor es que nadie parece tener claro el remedio que ponga solución. Si pasa por relevar en el banquillo a un Javier Juárez que no ha logrado convencer en su estreno en la Liga Endesa, o por una plantilla que parece haber renunciado a funcionar como una unidad en un abrir y cerrar de ojos.

Y es que el equipo murciano no tuvo ninguna opción de pelear por la victoria ante el Tecnyconta Zaragoza tras su nefasto inicio de partido. Un parcial de salida de 9-0 hizo temer lo peor con Nemanja Radovic y Bo McCalebb dejando en evidencia a la defensa del UCAM. Juárez partió en el quinteto inicial con un Marcos Delía dolorido por un esguince de tobillo, como ocurrió en su día con Sadiel Rojas o Kevin Tumba cuando arrastraban molestias, y vendaval ofensivo del Zaragoza en el primer cuarto fue el entrante del esperpento partido que realizó el equipo murciano. Nada se puede salvar del encuentro de ayer. Ni siquiera un Sadiel Rojas irreconocible esta temporada y que tanto él como Urtasun fueron castigados por el 8/9 en triples de un estelar Okoye.

El equipo murciano fue un juguete en manos del Tecnyconta Zaragoza durante el primer cuarto. Los constantes fallos en ataque, con pérdidas innecesarias, y los desajustes en defensa, constantes en las últimas dos semanas, dieron alas al cuadro aragonés desde el inicio (14-2), más todavía cuando la falta de actitud sobre la pista acompaña a todo ese cóctel. Con las rotaciones, el guión del partido no cambió pese a los primeros puntos de Charlon Kloof y Rudez, en su vuelta a Zaragoza. Además, Justiz y Nacho Martín, con otro triple, hicieron más sangre (31-14).

Un parcial de salida para abrir el segundo cuarto de 0-6 a favor del UCAM, con los primeros puntos de Booker, tan solo fue un espejismo de la reacción que se esperaba por parte de los universitarios. La falta de ideas en ataque era cada vez más evidente, y el equipo murciano tan solo era capaz de anotar a base de acciones individuales. Todo eso en medio del vendaval que desató Okoye. El alero del equipo aragonés no tuvo piedad de un rival roto y con serios problemas para imponer sus virtudes y esconder sus carencias desde hace varias semanas. Okoye firmó un 6/7 en triples en la primera mitad y lideró el 57% de acierto en tiros de campo de los locales (35-22). El equipo de Javier Juárez ya estaba muy tocado por el marcador y ni siquiera sus visitas al tiro libre, al estar en bonus el Tecnyconta, servían para maquillar el resultado con el que se llegó al descanso (43-27).

El paso por vestuarios tampoco ayudó. Ni siquiera para sacar la cara más rabiosa de un UCAM dolorido por el marcador. Juárez tuvo que llamar la atención a los jugadores despitados en los tiempos muertos y su discurso no terminaba de calar. Tan solo las acciones individuales permitían llevar el descalabro, y el Zaragoza siguió a lo suyo. Con un 14-8 durante estos minutos que agrandó la sangría. El cuadro local se tomó un respiro en ataque y el UCAM intentó controlar la situación con Cate en pista, sin embargo, la intensidad defensiva del Zaragoza no bajó y tan solo un triple de Rudez y las canastas de Tumba y Booker evitaron que la distancia en el marcador no superase la veintena de puntos (61-44).

El base norteamericano, también en el centro de los focos desde el inicio del curso, se encargó de recortar la distancia a costa de mejorar sus números en los últimos diez minutos tras otro parcial de 15-3. Para entonces el UCAM ya había bajado los brazos hace tiempo y daba igual la distancia con la que acabase el marcador. El daño ya estaba hecho (88-68).