Gustavo Munúa ha superado el centenar de partidos dirigidos desde que debutara en julio de 2015 con el Nacional de Uruguay en la máxima competición de su país. Desde aquel 0-3 con el que ganó al Club Deportivo Oriente Petrolero en la primera ronda de la Copa Sudamericana, el preparador nacido hace 40 años en Montevideo ha mejorado sus números y estadísticas hasta alcanzar sus mejores datos en Cartagena. La entidad albinegra lo ha hecho mejor entrenador en todos los sentidos. Se podría decir, no obstante, que es una simbiosis en la que técnico y equipo salen beneficiado por el trabajo conjunto.

El preparador colgó las botas justo ese año en el que se le ofrece desde su club la dirección del equipo. Allí se mantuvo toda una temporada, con un total de 44 encuentros en el banquillo e inmerso en tres competiciones diferentes: Copa Sudamericana, Libertadores y Primera División (Apertura y Clausura). Sus datos son buenos y pese a no conseguir el torneo Apertura, llegó a cuartos de final de la Copa Libertadores y solo Boca lo eliminó por penaltis.

En esa etapa que transcurre desde julio de 2015 hasta el 5 de junio de 2016 donde presenta su dimisión, Munúa permaneció 44 partidos, de los que ganó 20, perdió 11 y empató 13. Sus números son sobresalientes, más si cabe en un torneo como el uruguayo, con una media de 1,66 puntos logrados por partido disputado; 1,5 goles a favor; 1,22 goles en contra y 10 victorias a domicilio.

Pasó de una etapa brillante y ser considerado un entrenador emergente a darse de bruces con la realidad de otra competición, otro país y otros jugadores que no tenían nada que ver con lo que había entrenado en Uruguay. En enero de 2017 arranca su etapa en el LDU Quito, equipo de la máxima categoría del país andino. Allí no cuaja y en 20 encuentros -hasta el 2 de julio de ese mismo año-, el de Montevideo solo es capaz de ganar dos partidos entre la competición regular y la Copa Sudamericana. Firma unas estadísticas muy pobres: 9 partidos perdidos, 11 empatados y solo 2 ganados. Una media de 0,85 puntos por partido con 1,04 goles a favor y 1,6 tantos en contra.

Tras este fiasco, decide, tras la llamada del Deportivo de la Coruña, dar el salto a Europa y probar en un equipo de Segunda B, en el Deportivo Fabril, que es el filial del conjunto deportivista.

Dirigió en A Coruña a su equipo durante 25 jornadas de Liga y dos partidos de play off de ascenso. En la competición regular alcanzó la segunda posición solo a un punto del Rayo Majadahonda, fruto de los 12 triunfos y 5 empates sumados en ese periodo. En el play off cayó con el Extremadura por el valor doble de los goles, ya que en su campo ganó por 3-2, pero perdió 2-1 en Almendralejo.

No obstante, sus números son casi idénticos a los de su etapa en el Nacional, con 1,64 puntos logrados por encuentro; 1,2 goles anotados por partido y 1,07 recibidos en contra. Eso sí, quizá su punto débil estuvo en los choques a domicilio, donde ha mejorado ostensiblemente en el Cartagena, ya que allí solo pudo ganar 4 partidos.

Solo ha dirigido al bloque albinegro en 20 oportunidades, 18 de ellas en Liga y 2 en Copa del Rey. No obstante, sus estadísticas son superiores a cualquiera de los equipos en los que estuvo con anterioridad. Y eso que en las cuatro primeras jornadas de Liga -dos derrotas y dos empates-, la impresión era que empeoraría sus números.

En el equipo albinegro ha alcanzado una media de 2 puntos sumados por partido y elevado a 1,7 los goles que es capaz su equipo de anotar por encuentro jugado. Además, ha descendido a 0,6 los tantos que encaja cada jornada.

Uno de los aspectos que ha conseguido Munúa enfatizar es la fortaleza demostrada por el Cartagena a domicilio. Lejos de su campo ha sumado 18 puntos, el 50% de los que lleva hasta ahora, y es el segundo mejor equipo como visitante de la Segunda B -superado solamente por el Mirandés con 20 puntos-. En casa ha sometido a la mayoría de sus rivales y ha conseguido enlazar cinco victorias consecutivas.

Munúa parece haber encontrado el equilibrio perfecto en el Cartagena, aunque, como el uruguayo siempre dice, todo es mejorable.

Le espera una segunda vuelta en la que calcar los números sería luchar por el ascenso.