Las Navidades suelen ser el peor enemigo de nuestro estómago. Solo tienen que poner las palabras claves en Google para encontrar cientos de artículos en los que nos enumeran numerosos remedios para evitar que la acidez y el ardor nos fastidien las fiestas y las numerosas comidas y cenas que llenan la agenda en este mes de diciembre. Si prefieren no complicarse, aunque sí estar los primeros en la mesa, solo tienen que acudir a una farmacia y pedir alguno de esos medicamentos que nunca sobran en el botiquín de casa. No hace falta ni nombrarlas para que a sus cabezas venga la imagen de los sobres de Almax o del bote de Sal de frutas Eno.

Los problemas estomacales del Real Murcia han surgido incluso antes de que en el calendario aparezca el último mes del año. Comenzaron en octubre y se alargaron en noviembre. En total, seis jornadas consecutivas sin ganar, dinámica que había dejado tocado a Manolo Herrero y señalada a una plantilla en la que los futbolistas de caché juegan más por decreto que por merecimiento.

No encontraba el técnico murcianista el remedio a la crisis. Hasta que ayer se unieron los astros o, mejor dicho, apareció enfrente un rival que reunía todos los ingredientes ideales de la dieta blanda. Al igual que cuando sufrimos gastroenteritis lo primero que recibimos cuando acudimos a la consulta del médico es una hojita con los alimentos que podemos tomar y cuáles quedan absolutamente prohibidos, en el día de ayer, ante los problemas estomacales del cuadro grana, el Almería B hizo de Almax. Y eso que a los dos minutos, los rojiblancos ya habían asaltado la banca. Un equipo en descenso, con solo tres victorias en lo que va de liga, con 28 goles en contra, con solo 13 tantos a favor, solo necesitaba 120 segundos para poner patas arribas a una defensa que ha sido la última afectada por la acidez y el ardor que no deja vivir al Real Murcia. Como siempre, todo comenzó en la banda defendida por Forniés. Se ha empeñado el lateral en ser protagonista negativo de cada choque de los granas, y ayer no iba a ser diferente. Sin embargo, mientras que el alicantino suma minutos y errores; Nahuel calienta banquillo.

En la primera jugada del encuentro, Guirao ya le había quitado la ropa. El exmurcianista nunca lo había tenido tan fácil para encontrar el camino. Lo peor es que a la vez que caía la ficha de dominó representada por el grana, el resto de la defensa de Manolo Herrero hizo prácticamente lo mismo. El despiste llegó a Armando, quien hacía de central ante la baja de Hugo Álvarez, y continuó por Charlie Dean. Incluso Mackay puso cara de susto cuando Toril remataba a placer agravando la crisis murcianista.

Youness y Abenza consiguieron durante los siguientes minutos repetirse una y otra vez alargando el empacho grana. Guirao sabía que Forniés era su amigo y siguió cultivando esa relación, mientras que Toril buscaba el hueco. No creaba el Almería B ocasiones, pero sí retrataba a un rival sin ninguna creatividad en el centro del campo. Y es que solo hay que observar los movimientos de Corredera para entender su juego mentiroso. Pases fáciles, balones horizontales, visión nula, y mientras que el catalán ralentizaba cualquier opción de contra, el Murcia se retorcía de dolor en busca de otros recursos. Tampoco busquen a Jesús Alfaro. La estrella del verano, el fichaje más buscado, el futbolista mejor pagado, sumó otros 68 minutos en paradero desconocido.

Solo había transcurrido un cuarto de hora y el pesimismo ya se había instalado completamente en el bando murcianista. Pero nadie se acordaba en ese momento cuáles son los números del Almería B, el equipo más goleado de todo el Grupo IV. Como lo habían olvidado los murcianistas, Urri se encargó de recordarlo. Se adelantaba la Navidad en el estadio Juegos Mediterráneos cuando el central local se hizo tal lío que dio su regalo de Reyes a Dani Aquino. Y eso que todavía queda un mes para que sus majestades lleguen a nuestras casas. No dudó ni un segundo el atacante murciano en abrir su paquete. Impaciente y necesitado de reivindicarse, sacó su lado más asesino. Como los tiburones, olió la sangre y ya nadie le frenó. Con un regate de calidad se quitó de encima a Batalla, y a partir de ese instante todo el mundo sabía lo que iba a ocurrir. El empate a uno ya estaba en el marcador incluso antes de que el delantero golpease el esférico.

Por fin el Almax empezaba a hacer efecto. La dieta blanda ofrecida por el Almería B daba resultados. Y Aquino quería más. Como ocurre cuando nuestros estómagos acumulan varios días sin admitir alimentos sólidos, el delantero murciano apostaba por volver a probar cosas fuertes. Otro que no quería perderse la fiesta fue Josema. El muleño se atreve cada día a más cosas, y ayer empezó a ser decisivo. Si en sus primeros choques le costaba creérselo, si sufría cuando tenía que decidir con el balón en los pies, en Almería se sintió tan cómodo que se convirtió en el mejor amigo de sus compañeros.

El larguero evitó que los granas dieran la vuelta al marcador en la primera parte. Sin embargo, los segundos cuarenta y cinco minutos, en los que los locales perdían a Guirao por lesión, permitirían ver la mejor versión de la conexión Aquino-Josema.

En el minuto 67, el muleño sacó la ceras de colores para pintar un centro maravilloso, uno de esos balones que al verlos salir de la bota sientes la necesidad de pedir un deseo, como si de un estrella fugaz se tratase. Se desconoce si eso es lo que hicieron los aficionados murcianistas que seguían el partido, pero lo que si se sabe es que ocurrió lo que todo el mundo quería. El esférico, como esos coches teledirigidos, fue directo al punto de penalti. Por allí, demostrando en qué territorio se siente más cómodo, apareció Dani Aquino. Sin oposición, en otro ingrediente más de la dieta blanda ofrecida por los locales, el murciano se elevó para disparar a bocajarro a un Batalla que poco o nada pudo hacer.

Todo parecía perfecto. Si lo que se lleva ahora en el club es el ADN murciano, dos jugadores de la tierra se echaban al equipo en las espaldas; si lo que se pide a Aquino son goles, el atacante hacía doblete; si todas las miradas están puestas en Josema, el muleño daba un paso al frente; si Herrero paseaba sobre el alambre, el triunfo le daba un respiro... Pero a las primeras de cambio, en el momento en el que se intentó comer algo fuera de la dieta, el Real Murcia volvió a sufrir demasiado. Todavía hoy nadie sabe cómo Javi Pérez se estrelló en el palo cuando lo tenía todo a favor para poner el 2-2 y devolver a los murcianistas a su única realidad, la de un equipo que ni juega ni compite.

Con el Almería B volcado, con los andaluces sumando saques de esquina, volvió a aparecer Josema para seguir demostrando que se le da bien dibujar estrellas fugaces. Esta vez su centro fue despejado por Batalla, pero el balón rechazado encontró por su camino a un Julio Delgado que se colaba en un partido 'made in Murcia'.