El Fútbol Club Cartagena vencía en un partido. Sobre todo, en el segundo acto, cuando apareció la mejor versión de los locales. De ahí, que Gustavo Munúa, entrenador del Cartagena, asegurase al final del partido que «estos tres puntos son importantísimos ante un rival fuerte, duro, muy intenso y que tiene muy claro como se plantea cada partido. Nosotros estuvimos muy serios, contundentes y ordenados. Supimos madurar el partido y desgastar al rival. A medida que pasaban los minutos, nos fuimos haciendo con el control, creando ocasiones de gol y el equipo terminó muy bien. Me parece que somos justos merecedores de los tres puntos. Si había un ganador hoy, teníamos que ser nosotros».

Casi sin voz, pidiendo agua debido a su incansable actividad desde el banquillo, proseguía Munúa asegurando que «el equipo tuvo varias ocasiones para poder abrir el marcador, tanto en el primer tiempo como en el segundo. Solo en la primera parte hemos tenido dos o tres ocasiones claras. En la seguda, alguna más. Por lo que recuerdo, los últimos minutos del primer tiempo han sido muy buenos. Conforme avanzaba el encuentro ibamos creciendo y no recuerdo ninguna ocasión clara del San Fernando, a no ser que fuera a balón parado o alguna segunda jugada, pero alguna cosa muy puntual».

El bloque albinegro no pudo exhibir su mejor versión porque delante había un rival bien plantado. Entrar por el carril central era prácticamente imposible, por lo que el equipo volcó el juego a las bandas, una de las señas de identidad de la escuadra cartagenerista. «Tenemos jugadores para poder seguir con nuestra idea de juego. No podíamos entrar en lanzar en largo, buscando una segunda jugada. Si lo hubieramos hecho, ellos se hubieran sentido más cómodos», decía el entrenador.

Munúa afirmaba que, al descanso, se corrigieron ciertos aspectos del juego que no estaban terminando de salir bien y la clave de la mejora estuvo en «abrir más el campo. Ellos presionaban bien y en cualquier pérdida nuestra, la sensación era espantosa. Enseguida nos montaban un contragolpe. Vimos que podíamos hacer daño agrandando más el campo y encontramos los espacios».