Hemos dado más relevancia los medios de comunicación al regreso de Chavero que lo que la afición cartagenerista le brindó en la mañana de ayer en el Cartagonova. Creíamos todos que por su forma y manera de marcharse y por las críticas recibidas tanto de la directiva del club como de los propios aficionados, el exjugador cartagenerista se iba a encontrar en el recinto deportivo un ambiente muy hostil.

Nos equivocamos de parte a parte. Si bien es verdad que el Cartagena no arrancó bien el partido, algo dormido quizá, peor fue lo de Chavero, que pasó sin pena ni gloria por un Cartagonova que lo ha despedido muchas veces la pasada campaña con una ovación.

El jugador recibió algún que otro silbido cuando se acercaba a banda y algún que otro 'pesetero' que salía de la grada. Pero sin más. Probablemente fue él quien le dio más importancia a eso que casi nadie dijo y que él, atento, sí que escucho desde el campo.

La afición albinegra se había olvidado por completo del centrocampista del Ibiza cuando empezó el espectáculo goleador con el que los jugadores cartageneristas brindaron a su afición. Los tantos fueron cayendo uno tras otro y el recuerdo de aquella infidelidad pasó a la historia, la de una temporada que ya terminó, y que nadie quiere recordar.

El público acabó con gritos de 'ole' ante la exhibición ofensiva del bloque local y la inoperancia de un rival que asustaba más de oído que por fútbol.

Luego llegó la ola por todo el estadio que barrió definitivamente el mal rollo con cualquier futbolista e inundó de alegría y optimismo la mañana en el Cartagonova.

Chavero se acordará del encuentro, no tanto por convertirse en el centro de las miradas del público, sino por haber estado en aquel equipo al que el Cartagena le endosó seis tantos en solo 35 minutos casi sin inmutarse y él se convertía en un convidado de piedra ante tal espectáculo.

Luis Verdú volvía a su casa y pudo saludar a amigos y familiares. Su última comparecencia fue con el Jumilla, aunque ahora este trotamundos se ha hecho un hueco en este mediático Ibiza y se ha convertido en un peso pesado.

Candelas y Germán son los otros exalbinegros que ya habían vuelto con otra camiseta por Cartagena. El primero guardará para siempre un fantástico recuerdo porque la pasada campaña ascendió aquí con el Extremadura. El segundo apenas ha hecho ruido cuando ha vuelto como rival, casi tanto como cuando estuvo con la elástica albinegra hace dos temporadas.

El último reencuentro del que voy a escribir hoy aquí es el que tuvieron Palop y Munúa en los banquillos. Ambos han sido jugadores de Primera División y se han enfrentado unas cuantas veces defendiendo diferentes equipos a lo largo de su trayectoria en la máxima categoría del fútbol español. El entrenador del Ibiza tuvo unas palabras de elogio hacia el técnico del Cartagena a la conclusión del partido.

Seguro que conocen aquel dicho que afirma que 'Goles son amores y no buenas razones'. Eso es lo que parece que ha sido capaz de hacer Gustavo Munúa gracias a los tantos que han aupado a su equipo a la tercera posición en la tabla clasificatoria. El preparador uruguayo no las tenía todas consigo al comienzo de la temporada y con aquella racha de cuatro encuentros sin ganar en otras tantas jornadas iniciales perdió la confianza de un sector de la grada.

Recuerdo entonces que el propio entrenador pedía paciencia, argumentaba sus motivos para esgrimir tranquilidad, pero sin goles poco se puede entender. Los goles han llegado y con ellos la confianza hacia un entrenador que tiene ante sí una papeleta complicadísima, ya que todos sabemos que el Cartagena de la pasada campaña fue líder más de la mitad de la temporada y se quedó a treinta segundos del ascenso. El camino que mantiene este equipo mejora jornada a jornada, pero nada valdrá sin el ascenso el próximo mes de junio.

De momento, para descanso del técnico, su fútbol convence a todos.