La Plataforma de Apoyo al Real Murcia nació el 17 de octubre. Su objetivo, según la nota publicada en su cuenta de Twitter, era claro: «Canalizar las aportaciones del murcianismo para hacer frente al pago de salarios atrasados de trabajadores y futbolistas», decía. Sin embargo, aunque en el comunicado no aparecía en ningún sitio, la mirada de la mayoría de los integrantes de este grupo estaba puesto en el consejo de administración de la entidad grana. «No descartamos entrar en el club», decía Pablo Guzmán, portavoz de la PARM, ese mismo día en una entrevista radiofónica. El contacto con Víctor Gálvez ha sido continuo. Sabedores de que el presidente estaba en la cuerda floja, siempre se posicionaron como sus sustitutos en el consejo, pese a disponer de un porcentaje mínimo de acciones y a que el propietario es Mauricio García de la Vega. El domingo 28 de octubre, después de que el alicantino les prometiese cederles el control, el grupo se reunía para definir los cargos. No tardaron en posicionarse las caras de siempre. Francisco Tornel aceptaba ser presidente del Real Murcia e Higinio Pérez, pese a las responsabilidades penales que puede tener si finalmente deciden no inscribir a De la Vega, podría ejercer de secretario. Las sillas se fueron repartiendo. Enrique López y Stefan Settels se aseguraron su vuelta -estuvieron con Abarca, se mantuvieron con Raúl Moro y ahora probarán suerte tras la marcha de Gálvez-; Xavi Juliá, que hace unos meses se ofrecía a Mauricio García de la Vega como director deportivo, también entraría en el órgano de control, al igual que Torregrosa, que debutó como consejero con Raúl Moro, dimitiendo en abril tras denunciar el golpe de estado de Deseado Flores y Miguel Martínez. Todos esos cargos salieron de una votación democrática entre los miembros de la PARM, sin embargo, no son seguros, porque Víctor Gálvez y Raúl Moro, según informaron ayer algunos medios, podrían reservarse capacidad de veto para impedir la entrada de aquellos consejeros que no les convenzan.