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En ´Dime de qué presumes y te diré de lo que careces´. El popular refrán español encaja a la perfección en la actualidad del Real Murcia. Aunque lo parezca, no hablamos de la situación institucional, donde Víctor Gálvez llegó pavoneándose de su gran músculo financiero y va a acabar con nóminas impagadas, pagarés sin fondos y dinero del club en paradero desconocido. Nos referimos a lo deportivo. A una plantilla que en verano todos aplaudían por contar con una delantera temible -Víctor Curto, Manel Martínez, Chumbi y Dani Aquino-, y en la actualidad todo el mundo, incluido Manolo Herrero, habla de la falta de gol.

Se generan ocasiones, unas veces más y otras menos, aunque las suficientes en una categoría como la Segunda B, sin embargo pocas veces los murcianistas destacan por su voracidad en el área rival. Más que el rey de la selva son un lindo gatito sin hambre que se entretiene jugando con los grillos y las lagartijas en el jardín.

Lleva el técnico grana con el mismo cuento desde hace ya varias jornadas. «Nos falta maldad», decía ayer, pero por más que repite sus penas, estas no acaban de solucionarse, como se volvió a ver en el Municipal de La Línea. Como el que no se consuela es porque no quiere -seguiremos con los refranes-, muchos recordarán hoy la dificultad de ganar en el campo de la Balona, olvidando que los de Roger solo han vencido allí al Atlético Malagueño -colista- y han dejado escapar puntos ante equipos de la tabla media o baja -Jumilla, Almería B, Villanovense y Sevilla Atlético-. Pero, aceptando pulpo como animal de compañía, seguiremos pensando que en determinados lugares siempre es importante puntuar.

Como no había que pensar mucho para saber qué partido se iba a ver, la sorpresa inicial la puso Manolo Herrero. Sabedor de que el Linense apostaría por la batalla cuerpo a cuerpo, el técnico grana modificó lo que hasta ahora venía haciendo. Juanma Bravo se convertía en titular para formar parte de un trivote que intentaba asegurar el centro del campo, pero que impidió que el Murcia respirara por bandas, una zona que cada semana que pasa está más capada -primero nos quedamos sin las cabalgadas de Fornies y ayer sin el desborde de Pena-. Sin el regate y el desparpajo del ex del Racing, la banda izquierda apenas ofreció frutos. Dani Aquino, desplazado a esa zona, se sintió tan perdido que prefirió saltarse las normas y apostar por la libertad de movimientos, aunque, otra vez más, demasiado lejos de la zona en la que suceden las cosas importantes. Un detalle que se repite jornada tras jornada y que impide ver la mejor versión del murciano, que cada vez que da el paso al frente y enciende la luz, logra que sus compañeros se sientan bellos. El otro cambio destacado aparecía en ataque. Si había que batallar y desgastarse, mejor elegir a Manel Martínez.

Con los dos equipos con la misma idea, el partido fue de todo menos divertido, aunque Manolo Herrero destacase lo contrario en rueda de prensa. No hubo brillantez en el juego, ni combinaciones largas. Tampoco se vieron grandes detalles. Los saques de esquina y las faltas eran el desahogo de ambos equipos. Ahí volvió a destacar la fortaleza de Hugo Álvarez, quien se agiganta en defensa y sorprende en ataque.

No llegó el gol. La timidez era demasiado grande. Los disparos llevaban la misma fuerza que los golpes de un bebé cuando inicia una guerra de cojines con su padre. Cada intento murcianista acababa cómodamente en las manos de Montoya.

Esa debilidad ofensiva contrasta con la moral y confianza en el resto de zonas. A Juanma no le afectó la falta de partidos; Corredera y Maestre no sufrieron, aunque tampoco tuvieron el control absoluto; Julio Delgado lo intentó por banda y Nahuel de vez en cuando se dio un paseo por las nubes. Manel, sin gol, se desfondó entre la defensa y Dani Aquino ofrece detalles de otra categoría, pero todavía no cambia partidos. El que más sufrió fue el debutante Migue Leal. Pierre le buscó una y otra vez, encontrándole las costillas en más de una ocasión.

Como no cobran sus sueldos, nadie puede reprochar nada a los granas, sin embargo ni la apuesta más defensiva de Manolo Herrero ayudó ni la falta de confianza en ataque corresponde a una plantilla con jugadores que están llamados a marcar diferencias.

De hecho, por mucho que el técnico grana hablase de oportunidades perdidas, la más clara de todo el partido no la provocó un jugador con la camiseta del Real Murcia, sino que la protagonizó el local Juan Delgado. Demasiado solo en el centro del área aprovechó un centro lateral para realizar un remate que se estrelló en la madera.

Si la primera parte fue mala, la segunda fue peor. Una vez más el Real Murcia se mantuvo en pie, pero sin claridad de ideas. Los acercamientos iban disminuyendo con el paso de los minutos. Pese a ello, la tuvieron los de Herrero. Otra vez tuvo que entrar en juego Aquino para que la electricidad corriera por los cuerpos. Un taconazo que dejaba a Víctor Curto en una zona de privilegio. No suele el delantero catalán fallar. Siempre tiene demasiado hambre. Pero en esta ocasión, como todo se pega menos la hermosura, al ´9´ grana le afectó el síndrome del ´lindo gatito´ y, ante Montoya, disparó como el padre que nunca metería un gol a su hijo.