Ese quo vadis huertano habría que preguntarle al hombre orquesta del Real Madrid tras la deriva calamitosa del que es su equipo más que nunca, sin Cristiano, y el colofón de la debacle en el Camp Nou.

Algunos queríamos albergar al principio de temporada la esperanza de que el capo de ‘tutti blanco’ hubiera reconvertido su vieja afición galáctica multinacional hacia el romanticismo de la juventud y los de casa. No traer figuras extranjeras para dar opciones a los Asensio, Isco, Ceballos y compañía nos hacía ensoñar tal anhelo. Pero no es así. Para hacer creíble tan loable estrategia debería haber explicado a sus devotos madridistas que les aguardaba un desierto hasta conseguir un equipo aspirante de nuevo a todo tras la marcha de su mejor goleador histórico. Y no hubiera sido difícil, pues la historia le hubiese dado la razón con lo que hizo en 1963 don Santiago Bernabéu cuando invitó al primer monstruo merengue, Di Stéfano, a dejar el club. Tres años después, en el 66, conquistó su sexta copa de Europa con un equipo de jugadores españoles, la mayoría jovencísimos salvo el veterano capitán Gento. Cuando se va el figurón que ha guiado a un equipo muchos años no tiene sustituto. Hay que reinventarse.

Pero no nos engañemos, en el fondo subyace la misma realidad del antiestético fichaje de Lopetegui. El exseleccionador fue el postre desesperado de una empachosa comida de cinco indigestos platos; los que le dijeron que no antes de sacar el antitanques y cargarse a la selección española. Y si no es así, aún está a tiempo de explicarlo. De ahí el ¿ande vas, Pérez?

La tozuda realidad es que no ha traído unas cuantas figuras porque le costaban demasiado, en un periodo en el que remodelar el estadio es su obsesión, o porque le han dicho también que no, como Mbappé antes de irse del Mónaco al PSG. Una verdad tan tozuda como don Florentino, que tiene ya tantos años como soberbia, prepotencia y vanidad para cambiar el paso, por mucho que saque la vocecilla de humilde curica cuando se enfrenta a foráneos y a la prensa. Ahora tiene la ocasión de demostrar su peregrina creencia de saber más de fútbol que de otra cosa -es lo que confía a sus más cercanos-. El Real Madrid está a la deriva sin timonel y sin velas, veremos si también sin gobierno.

En lo meramente deportivo, el Barça goleó con justicia por su gran partido sin Messi ¡Chapeau! Y Lopetegui se irá derrotado por una serie de circunstancias adversas, además de por la mala planificación crónica reciente. No recuerdo que los blancos hayan jugado tanto con los palos contrarios en lugar de con las redes. ¿Alguien recuerda otra racha semejante de casi goles en su historia? Incluso en Barcelona se puso de manifiesto con el tiro al palo de Modric que hubiera sido el empate. El Madrid jugó unos esperanzadores quince minutos y de tener fortuna en ese lance el partido hubiese sido distinto. El estado de ánimo juega demasiado en el fútbol, los culés se hubieran ido hacia arriba y el Madrid, crecido y a la contra, hubiese tenido opciones de ganar, que no de golear, porque carece de matadores para este trabajo.

El Quo Vadis murciano

El UCAM de Munitis -¡qué gran labor está haciendo el cántabro con sus esforzados jugadores!- ha encontrado con los buenos resultados el buen juego. El domingo hicieron un partido espléndido ante el filial sevillista, con fases de superior categoría y media docena de canteranos en liza, lo cual tiene un mérito extraordinario. Parecía un duelo de filiales de calidad. Pero la veteranía de Isi Ros y Onwu inclinó el partido hacia los universitarios, ahora líderes y con renovadas expectativas. Pinta bien el invento de este año.

¿Y el Murcia qué? se preguntan miles de aficionados. Lo comentábamos el otro día en Radio Marca y en Onda Regional, y con Faustino, Carlos, Antonio y el maestro Ibarra el jueves, y ayer mañana en la Condomina con excelentes socios veteranos del UCAM y murcianistas todos, no obstante. Incluso el pasado miércoles en Cartagena en mi comida con un grupo de entrañables amigos caballistas. Pues lo primero es saber quién es el dueño. Es una SAD y se rige por normas legales. Así que al margen de los encomiables intentos de un grupo de entusiastas aficionados, lo primero es saber a quién preguntarle: ¿acho, ande vas?