Víctor Gálvez, tras el bochornoso incidente encarándose desde un balcón a los aficionados granas, quienes se manifestaban por los impagos a la plantilla y a los trabajadores del club, ha realizado una declaraciones sin preguntas en la 7 Región de Murcia en las que, básicamente, no ha despejado ninguna de las dudas que verdaderamente le importan al murcianismo. El empresario oriolano ha dicho que tiene intención de ser presidente hasta que concluya en noviembre la ampliación de capital al mismo tiempo que también se ha puesto el traje de víctima para explicar "que yo solo soy un intermediario que quiere arreglar la situación, ya que aquí el problema es de Raúl Moro y de Mauricio García de la Vega", añadiendo como extra algo que venía defendiendo con uñas y dientes al reconocer públicamente que no es el dueño de la centenaria entidad.

Víctor Gálvez está viviendo una etapa que todo indica que se acerca a su fin después de que recién comenzada la temporada la plantilla tenga ya pendientes dos nóminas. Eso por no contar que hay empleados que llevan hasta seis meses sin ver ni un euro, una situación que ha dejado la Nueva Condomina y al club en una situación insostenible. Ahora Gálvez tiene delante un papel complicado, porque hasta que no se ponga al día en lo económico todo apunta a que la afición ya le ha puesto fecha de caducidad, por mucho perdón que haya pedido "de corazón".

Gálvez tiene que sportar detrás la sombra de Mauricio García de la Vega, ya que el empresario mexicano tiene en su poder un documento del Tribunal de Arbitraje Deportivo y otro del Consejo Superior de Deportes que le validan como máximo accionista de la entidad, aunque se le tiene prohibida la entrada a Nueva Condomina.