El pasado domingo, antes del choque ante el Talavera y en plena manifestación de los peñistas por los impagos, el presidente del Real Murcia salió al balcón de la fachada de Nueva Condomina y llamó 'caraduras' a los seguidores en unas imágenes que han sido emitidas en casi todos los informativos nacionales en las que Víctor Gálvez se lleva la mano a la cara en señal de desprecio al medio millar de indignados que pedían su marcha de la centenaria entidad. Todo el murcianismo esperaba en mayor o menor medida que Gálvez pidiera disculpas públicamente, pero la realidad es que ayer le bastaron poco más de siete minutos en un comunicado emitido por las cámaras de La 7, la televisión autonómica, para añadir todavía más incertidumbre a la situación de un club en el que cada semana aparece la palabra 'liquidación'.

Y es que, al margen de pedir disculpas «de corazón» asegurando que «a mí me duele más lo del domingo que a los aficionados», el actual presidente grana, por primera vez desde que está en el cargo, reconoció públicamente que «no soy el propietario del club, ya que yo estoy en medio de una guerra entre en señor Raúl Moro y el señor Mauricio y lo último que quiero es pagar yo los platos rotos». Raúl Moro es un empresario de Extremadura que, presuntamente, y asesorado por Deseado Flores y Miguel Martínez, cometió una doble venta, primero con Mauricio y después con Gálvez Brothers.

Las dos nóminas pendientes que tiene la plantilla, el plante de los jugadores el pasado domingo y todo lo que se le debe a los empleados fueron los temas que el presidente pasó no tocó en su intervención televisiva, ya que no fue capaz de aportar ningún dato respecto al asunto más grave que tiene ahora mismo la entidad, la falta de liquidez y que tiene al club cogido con alfileres.

Tras los incidentes del pasado domingo se han multiplicado los detractores del oriolano y muchos de los que creían en su gestión se han visto defraudados por una entidad que ha mostrado sus primeros problemas financieros cuando todos los clubes tienen liquidez asegurada, tras el cierre de la campaña de abonos.

«Si he decidido llevar a cabo una ampliación de capital es para que el Murcia no se aun auténtico barco a la deriva, pero no es agradable encontrarse en medio de uno que no paga y otro que dice que ya ha puesto», explicó un Gálvez que tiene al vestuario a punto de estallar por el hecho de los retrasos en sus pagos. Los jugadores ya realizaron un plante ante el Talavera de unos 30 segundos que provocaron que el presidente abandonara el palco del estadio: «Cuando la afición empezó a silbarme decidí irme del palco no porque me obligara nadie, pero no quería que los pitos molestaran a nuestros jugadores y a nuestro entrenador y a mí solo me importaba que ganar el equipo, por eso me fui del palco».

Sobre la manifestación del domingo en la que numerosos aficionados le pedían que se pusiera al día en los pagos o que abandonara el club, Gálvez tampoco se mordió ayer la lengua delante de las cámaras y soltó que «quiero que la gente tenga una cosa muy clara y en cuenta, si el dinero ve miedo, no viene, esto funciona así, y con cosas como las del otro día es más difícil que entre el dinero». «No tengo intención de irme ni de dimitir. Me iré del club el 25 de noviembre cuando termine la ampliación de capital. Entonces dimitiré y la entidad se quedará en manos de gente solvente con dinero, que es lo que necesita este club. Tenemos que reunir como sea los 18 millones de euros de la ampliación, ya que cualquier empresa acreedora que quiera puede ir al juez y pedir la liquidación. Yo precisamente he puesto en marcha la ampliación de capital para que no pueda llegar nadie y liquidar el club, ya que hay mucha gente que persigue esa idea, pero no es la mía».

La buena trayectoria deportiva del conjunto de Manolo Herrero ha provocado que los problemas de los impagos hayan tardado un poco más de la cuenta en salir a la luz pública. Sin embargo los jugadores no han aguantado más y el pasado domingo ya dejaron claro con un 'parón' simbólico que están bastante enfadados, por lo que Gálvez necesita ya encontrar el dinero que ha desparecido de la campaña de abonados para ponerse al día con unos jugadores y unos empleados que antes o después, de seguir así, van a tirar la toalla.

Gálvez, al margen de las disculpas y en contra de lo que todos pensaban, anunció que seguirá al frente del club. Otra cosa es que los juzgados intervengan y, tras reconocer él mismo que no es el propietario, tenga que sacar su Porsche para no tener que volver a meterlo más en el garaje de Nueva Condomina.