El bonito espectáculo que brindaron los dos primeros clasificados del Grupo IV estuvo a la altura de lo esperado: muchas ocasiones, dominio alterno, polémica y también goles. Rendía visita el UCAM al líder, un Melilla que apareció totalmente desorientado por el césped y que dio la vuelta a la situación en la segunda mitad de forma magistral.

Y es que, intentando efectuar una lectura del resultado para los intereses del UCAM Murcia, las posibilidades son múltiples. El Melilla había ganado los cuatro partidos disputados en su estadio hasta ayer, y, pese a que los universitarios también contaban por victorias sus duelos disputados a domicilio, empatar en el Álvarez Claro siempre se valora de forma más que positiva.

Sin embargo, tras disputarse la primera mitad del choque entre ambos, marcharse ganando por la mínima -que era la ventaja que campeaba en el marcador (1-2)- al descanso, parecía poco botín. Pero el UCAM, de forma sorprendente, y más allá de la dificultad de la plaza y del rival que había enfrente, mostró su cara más condescendiente, aquella que ya mostró en el primer tiempo frente al FC Jumilla y que tanto decepcionó.

Por tanto, ese empate que se firmaba antes del partido, fue malo en su transcurso y terminó por volver a ser bueno tras lo acontecido sobre el césped. La primera igualada de la temporada para el UCAM dejó notas más que positivas, como la confirmación de Isi Ros como jugador más en forma del ataque universitario, o lo que podría ser el inicio de una buena racha goleadora, ya que Onwu marcó por segunda semana consecutiva.

Parecen tenerse tomada la medida norteafricanos y murcianos, ya que el de ayer fue el tercer empate seguido entre ambos. Pero esta nueva historia, a diferencia de las anteriores, tuvo miga desde el inicio.

En el minuto 3 de partido, el UCAM ya mandaba en el marcador gracias al tanto de Amaya, el octavo goleador distinto de la temporada de la plantilla universitaria. El tanto del central llegó precedido de un golpe franco directo del centrocampista Britos (única novedad ayer en el once) que repelió el larguero. La jugada continuó desde la banda izquierda a la derecha, donde la recogió Isi Ros. El extremo de Las Torres de Cotillas se marchó en el uno contra a uno de su par para adentrarse en el área y, con su pase de la muerte, asistió a un Amaya que la empujó para batir a un descolocado Dani Barrio.

A partir de ahí, y aunque enfrente estuviera un rival como el Melilla, el UCAM se convirtió en su propio enemigo. Pese a jugar muy bien durante muchos minutos, desplegando los que posiblemente fueron los mejores momentos de juego de la temporada, la falta de puntería en las ocasiones de gol se convirtieron en el principal enemigo de un UCAM que lo hacía todo bien hasta llegar a los metros finales.

Isi Ros, especialmente activo en la primera mitad, arrancó por dentro para plantarse ante el meta Dani Barrio. No fue capaz de concluir con un buen disparo, ya que reclamó penalti por un posible derribo del meta visitante. En todo caso, los colegiados parecen tenerle más que tomada la matrícula al jugador del UCAM, al que cada vez le señalan menos faltas a favor al considerar que simula en exceso en sus caídas.

Sin embargo, las apariciones del extremo torreño no acabaron ahí, ya que a los trece minutos de juego apareció tras una rápida recuperación en campo contrario para servir en bandeja un balón a Julen Colinas que podía suponer el 0-2. Sin embargo, el vasco, en el mano a mano ante Barrio, cruzó demasiado y mandó la pelota fuera.

El Melilla se vio, más que sobrepasado, abatido prácticamente desde antes de salir al campo, ya que las primeras fases del partido fueron un monopolio de balón de claro color universitario. De hecho, la noticia más destacado para los locales a los veinte minutos de juego era la lesión de Menudo, el encargado de ajusticiar al Cartagena la semana anterior.

Sin uno de los hombres más desequilibrantes sobre el césped, las cosas parecían complicarse para el Melilla. Pero, en lo que fue el lunar de la buena primera parte del UCAM, los norteafricanos igualaron la contienda por medio de su buque insignia, el delantero Yacine. Ruano, que junto al atacante franco-marroquí provocó casi todo el peligro local, dibujó un centro desde la banda con mucha rosca que el ´9´ melillense cabeceó de forma inapelable.

Era totalmente inexplicable que el UCAM no disfrutase de una buena ventaja en el marcador, y se ve que por ello Manu Onwu, delantero universitario, se encargó de aparecer para espantar a esos fantasmas. Tras recibir dentro del área, se giró con calidad para recortar, fintar hasta dos veces y disparar cruzado para enviar el balón al fondo de las mallas y hacer inútil la estirada del meta Dani Barrio.

Regresó así la versión más dominadora del UCAM, más calmado y sosegado que un Melilla que no daba de sí para achicar espacios. Disfrutaron los universitarios, junto antes del descanso, de una doble oportunidad que Dani Barrio fustró en primera instancia con sus piernas antes Colinas y que Javi Fernández no pudo remachar después tras disparar por encima del travesaño.

Cuando parecía que solo uno de los dos equipos quería verdaderamente llevarse la victoria, y ese no era otro que el UCAM, el descanso cambió totalmente las tornas, como si única y exclusivamente solo prevaleciese el marcador con el triunfo momentáneo de los de Munitis. Como si se hubieran intercambiado las camisetas, el Melilla se dejó los complejos en el campo y apretó de manera inapelable en busca del empate.

De nuevo espoleado por Ruano, el equipo de Luis Carrión acumuló ocasión tras ocasión para terminar igualando la contienda. En el minuto 50, una doble oportunidad en botas de Otegui que blocó primero Germán y que después mandó fuera el propio Ruano implicó los primeros avisos para el portero del UCAM. Después serían Yacine, por partida doble, y Lolo Garrido los que cabecearon buenas llegadas que Germán desbarató.

Pero a la hora de partido, en el 61´, el Melilla empató el duelo. Ruano cedió a Óscar García para que este, desde el vértice derecho del área, disparase con potencia y precisión con una parábola cruzada que no pudo detener Germán. De gustarse sobre el césped a ese torrente ofensivo del Melilla hubo pocos minutos de diferencia, pero, pese a alargarse durante el segundo tiempo, el UCAM resistió. Incluso llegó de nuevo al arco rival, ya que se le anuló un gol por fuera de juego a Ismael.

El Melilla batalló hasta la extenuación, y aunque el UCAM perdonó en botas de Isi Ros una última oportunidad de gol, esta fiesta del fútbol modesto acabó en tablas y sin un equipo ganador. Eso sí, el que ganó fue el espectador, que bien disfrutaría de un encuentro que enfrentó a los dos mejores del Grupo IV, una etiqueta merecida para ambos.