¿Cómo llegó al mundo del waterpolo?

Fue por mi hijo. Él estudiaba en Los Olivos y dentro de las actividades deportivas estaba la natación, pero llegó un momento en el que los críos se aburrían de estar calle para arriba y calle para abajo. El monitor, que sabía de waterpolo, creó el club y todos los padres fuimos detrás. Después, cuando los chicos llegaron a la categoría cadete, casi no teníamos niños y entonces nos fuimos al Club Waterpolo Murcia.

Pero una cosa es ser madre y otra presidenta.

Siempre hemos ido con mi hijo a todos los partidos y entrenamientos y soy una madre que adora el waterpolo desde ese momento. Cuando llegué al club, la directiva quería que hubiese un cambio para dar un giro estructural en todos los sentidos, tanto a nivel deportivo como económico. Eso conllevaba que los entradores, que hasta ese momento eran voluntarios, pasaran a estar contratados. Me propusieron ser la presidenta y no me lo pensé, no dije 'mañana os doy una respuesta', respondí en el momento. Y no me arrepiento porque desde que cogimos el club, hemos hecho bastantes cosas.

¿Y qué conocía del waterpolo antes de todo esto?

Nada, cero, no tenía ni idea, pero ahora tampoco me preguntes mucho de las reglas porque es un deporte bastante complicado y tendría que cogerme el reglamento para contestarte. Sí es cierto que llevo muchos años y ya no puedo criticar a los árbitros alegremente, ya lo hago con conocimiento de causa.

¿Se ha animado a practicarlo alguna vez?

Nunca, pero lo veo. Yo hago deporte a nivel de usuario. He jugado al tenis, pádel y voy al gimnasio, me gusta mantenerme en forma y siempre he hecho deporte, salvo en la época de crianza de mis dos hijos.

¿No es el waterpolo el patito feo de la natación?

Para mí no es el patito feo, es el fin directamente. Los nadadores quizás consideran el waterpolo como una disciplina, pero yo lo veo al revés, porque necesitamos tener muy buenos nadadores. El waterpolista disfruta jugando y al ser un deporte de equipo, les hace diferentes. Es tan sacrificado que une muchísimo y hace grandes piñas. Nosotros hemos conseguido en el club que haya gente de 40 años que sigue jugando.

¿Y qué medios tienen para practicarlo?

No tenemos. Ahora mismo solo contamos con la piscina de Inacua, donde pagamos como usuarios porque aquí cada jugador paga su cuota. El club solo tiene la subvención del Ayuntamiento y los 40 euros que pagamos los padres todos los meses. El espacio es reducido porque tenemos tres o cuatro calles desde las ocho de la tarde hasta las once de la noche, poquito margen. Pero siempre que hemos hecho algún torneo, David Misionero, gerente de Inacua, no nos ha puesto problemas, sino todo lo contrario, al igual que el concejal Felipe Coello. He pedido cien mil veces al concejal cien mil cosas porque soy cansina, pido mucho y soy persistente, pero casi nunca pido dinero, solo medios. Nos gustaría tener la piscina de Espinardo, pero está sin terminar.

¿Qué es más difícil de gestionar, la economía de un club o la familiar?

De un club y más teniendo en cuenta que nuestro tesorero lo cuadra todo. El presupuesto sale de los padres, de la subvención del Ayuntamiento y de la ayuda de la dirección general de Deportes para nuestro torneo. Antes teníamos un patrocinador, pero ya no está.

Los entrenadores de muchos deportes huyen de los padres. ¿Aquí es igual?

En el waterpolo creo que somos bastante diferentes los padres, aunque eso no quita que en un partido decisivo siempre haya críticas a los árbitros y nos pongamos muy forofos, pero somos muy comedidos porque sabemos el trabajo que cuesta. ¿Tú sabes lo que cuesta sacar árbitros de waterpolo? Ni te lo imaginas. Hemos tenido que hacer un gran esfuerzo para tener colegiados, y por ello ahora no los vamos a criticar, sino al revés, los tenemos que mimar y mucho, sean del club que sean. Como somos poquitos y son nuestros propios jugadores, padres y entrenadores los árbitros, los mimamos y los queremos mucho a todos. Y también necesitamos a los padres, por eso les damos mucho cariño.

¿Los waterpolistas son nadadores frustrados?

No, la gran mayoría son chicos y chicas que juegan al waterpolo porque quieren. De la natación han venido algunos, pero tienen que coger la técnica. Empezamos el año pasado el equipo femenino y salvo una chica que viene de la natación, el resto son solo de waterpolo.

¿Y las mujeres, se alistan a este deporte?

Están respondiendo muy bien. De hecho, en el último año hemos tenido muchas más altas de chicas que de chicos. A ellas se les ha quitado el estigma de que es un deporte de chicos. No tienen complejos de ningún tipo. Tenemos alguna jugadora a la que ves un poco gordita físicamente, pero en el waterpolo es una condición óptima porque las necesitamos de todos tipos.

¿Y por qué cree que no hay más mujeres en órganos directivos del deporte?

Por lo mismo que no hay en otros ámbitos como la empresa o las instituciones. A las mujeres nos cuesta muchísimo llegar hasta esos puestos y también muchas no quieren tener responsablidad. Yo soy un poco atípica, pero hay pocas mujeres porque el mundo sigue siendo de hombres. Llegar a puestos como el mío es cuestión de ganas, pero hay otros donde una mujer tiene que demostrar todos los días que vale. Deberíamos ser bastantes más las mujeres dirigiendo porque tenemos una forma diferente de hacerlo, ni mejor ni peor, pero sí diferente.