¿Cómo entró en su vida el deporte?

Me viene de pequeña, no ha sido algo que haya introducido en mi vida hace poco. Siempre he estado jugando al fútbol con los chicos de mi clase o corriendo; en cualquier tipo de deporte, ahí estaba yo. Estuve muchos años en el Club Atletismo Fuente Álamo, aunque siempre ha estado en mí ir corriendo a todos lados, como ir a comprar cuando me mandaba mi madre.

¿Y qué tal atleta fue de joven?

Siempre se ma ha dado bien tanto el atletismo, donde fui campeona de vallas y subcampeona de disco porque mi entrenador me apuntaba a todo, como cualquier otra disciplina. En baloncesto también hicimos un equipo y yo era siempre la que se llevaba la pelota corriendo, pero no encestaba ninguna, eso lo hacía mi compañera Mara. Y al fútbol jugué en otro equipo, pero duró poco.

¿Cuándo empezó a correr por montaña?

Empecé hace cuatro años porque en el gimnasio había compañeros que hacían senderismo y ellos me decían que a mí se me iba a dar bien. Al principio me resistí porque siempre he tenido mucho vértigo, incluso me daba miedo asomarme por La Fuensanta. Pero me sorprendí a mí misma porque a través de la montaña superé el miedo al vértigo. Lo primero que hice fue subir el pico del Águila, en Moratalla, donde notaba sudor frío, escalofríos. A partir de ahí contacté con el club Sport-Ti porque buscaba gente afín a mí, que me entendiera, y mi día a día con ellos me llevó a correr cada día más.

Es que esto de correr engancha.

Así es. No sé con qué edad empecé, pero fue desde bien pequeña, y solo lo he dejado en algunas etapas de mi vida, como en la pubertad.

¿Le gustan los retos como los ultratrail?

Un reto también es un objetivo, una superación, pero de momento no me veo en un ultratrail, con la cabeza preparada para tanta distancia. Soy un poco miedosa, tengo mucho respeto a la montaña y a que pueda pasar factura en mi cuerpo. Pero un reto que sí me he marcado ahora es hacer el triatlón de mi pueblo, Fuente Álamo, del que fui voluntaria. Me apetece mucho.

¿Ha sufrido muchas lesiones?

No, nunca, solo un esguince he sufrido este año por la carga de entrenamientos que he llevado. Fue en el Campeonato de España, en la Transgrancanaria, pero me retiré a tiempo para que no fuera a más.

Intuyo que nunca se ha obsesionado con estar en las selecciones de atletismo o montañismo.

Yo pensé que esto sería un ocio, una forma de vivir, pero me he ido metiendo y al final me he visto al lado de gente que se dedica profesionalmente a esto. He aparecido de la nada y siempre con la presión de querer hacerlo bien, pero sin más.

¿Y las carreras de asfalto no le van?

Sí, siempre, yo soy muy ´asfaltera´. Antes buscaba las carreras por el periódico o por carteles en las calles. Recuerdo que cuando descubrí la agenda de Correbirras fue algo muy emocionante porque tenía ahí un calendario con todas las pruebas a las que me podía inscribir.

¿Esto puede llegar a ser caro?

Yo no he hecho nunca cuentas, pero mi salario, al margen de los pagos cotidianos, es para las carreras. Además, hacemos turismo en función de las pruebas e incluso cuando salgo fuera por trabajo, me llevo las zapatillas.

¿En sus inicios había muchas chicas que corrían?

No. Siempre recuerdo correr por el paseo de Los Alcázares y ser la casi la única mujer, pero este verano he visto casi más mujeres que hombres. Eso está cambiando hoy en día porque hay mujeres que después de tener un hijo vuelven a las carreras en un año. La cuestión es que alguien te pueda ayudar a cuidar los críos cuando corres.

¿Y en el pueblo, qué le decían?

Pues iban a mi madre a decirle que me habían visto corriendo sola por el trasvase. A mis padres les costó asumirlo al principio, pero ahora sí que son conscientes. Ten en cuenta que en un pueblo pequeño es raro que una niña siempre esté pensando en salir a correr.

¿Compatibiliza bien el trabajo y el deporte?

Sí, en Fundación Diagrama la flexibilidad horaria se aplica tanto para madres como para las que no lo somos. Incluso me dieron reducción de jornada para preparar el Campeonato de España. Coincide que a mi director le gusta el deporte y ha hecho Ironman, mientras que otro de mis jefes estuvo organizando la FalcoTrail. Soy rarica por lo que hago, pero mis directores me entienden.

¿Cuál es el sitio más increíble que ha visitado?

Mi sitio especial es La Sagra, en la Puebla de Don Fabrique. El pueblo y la montaña me tienen enamorada y voy unas diez veces al año. Pero lo más impresionante fue subir en Marruecos al Toubkal, de 4.000 metros, para celebrar uno de mis cumpleaños. Fíjate si al final conviertes correr en un modo de vida que mi mejor cumpleaños ha sido a cuatro mil metros de altura.

¿Lleva las cuentas de las carreras que ha ganado?

No. El año pasado me hice un currículum deportivo porque me lo pidieron, pero sí es cierto que me dio gusto ver todo lo que he ganado.

¿Y qué prueba le gusta más?

El Buitre, en Moratalla, me gusta mucho esa carrera, por el desnivel, la subida que tiene. Y por supuesto El Valle, que es mi zona de entrenamientos y parece que no, pero tiene sitios que te enamoran, como El Partidor, La Asomada, el King Kong, zonas muy bonitas.

¿Y por qué pertenece al club Sport-Ti?

Porque es como una familia donde quedamos a entrenar y a tomar nuestros aperitivos. He recibido ofertas de otros clubes más competitivos muy buenas que me hacen ilusión, pero de momento soy más familiar.

¿Correr ya no es un boom?

Se ha convertido en rutina, igual que ocurre con los gimnasios, donde antes iba poca gente. Hoy en día vas al gimnasio un domingo y hay una cantidad de gente brutal. Antes la gente hacía deporte después del verano y de Navidad, pero ahora se mantiene durante todo el año.