Gary Player no ha descuidado ni un solo día su figura, de ahí que fuera apodado 'Mr. Fitness'. A base de entrenamiento y alimentación rigurosa, y una destreza por encima del resto de los mortales, el golfista sudafricano ha pasado a la historia como una de las patas del trío de los grandes del golf, con Arnold Palmer y Jack Nicklaus. Player hizo célebre una frase, que no por su lógica deja de ser clarividente: 'Cuanto más entreno, más suerte tengo'.

Así lo han demostrado miles de deportistas, tanto los que ilustran las portadas de los diarios deportivos como los que obtienen el reconocimiento en su humilde club. Nadie regala nada en el deporte.

Hasta hace bien poco Ángel Gómez Sánchez -Aranjuez, 1947- era una hormiga obrera en ese apasionante mundo el atletismo. Miles de kilómetros a sus piernas en más de dos mil carreras populares lo habían convertido en una de las personas más respetadas y queridas, no solo en su club, Atletismo Mandarache, sino en el panorama deportivo regional. No aspiraba a otra cosa que a pasarlo bien, competir y tener ocupada su mente. La muerte de su mujer, Maribel Díaz, tras 35 años de feliz matrimonio pesaba como una losa en su enjuto cuerpo. Nada ni nadie podría sustituir su pérdida, pero no estaba dispuesto a languidecer postrado al sillón, mientras se le deshacía la vida entre las manos. «Me metí de lleno aquí, y aquí sigo. Me ha ayudado a evadirme, a desconectar y a que mi mente descansara. El atletismo ha salvado mi vida. Tengo mucho que agradecerle a este deporte», reconoce Ángel con esa sinceridad que demuestran sus vidriosas pupilas cada vez que recuerda a Maribel.

No había tiempo que perder, así que decidió calzarse zapatillas con las que no ha dejado de correr hasta ahora. Tiene perfectamente catalogadas todas sus carreras, un inmenso currículum que me mostraba con la dignidad de un jornalero de la pequeña competición. Sobre el papel de varias cuartillas un sinfín de pruebas. Nadie puede imaginar las horas que ha pasado sobre el asfalto Ángel.

Pero, inquieto por naturaleza, quiso ir un paso más allá. Cuando muchos a los 70 años se preocupan solo de los achaques que van cayendo uno tras otro fruto de la edad y del desgaste, a Ángel su capacidad para ir hacia adelante le llevó a participar en Campeonatos de España, Europa y del Mundo en las modalidades de velocidad -100, 200 y 400 metros lisos- para veteranos. No se arredra este cartagenero ante retos así, de ahí que su tesón, su disciplina -se considera un autodidacta- y su entrenamiento le hayan llevado a conquistar hasta seis medallas en diferentes campeonatos de España en 200 y 400 metros y una plata y un bronce por equipos en el Mundial de este mismo mes de septiembre celebrado en Málaga. Ahí es nada.

En 2017 se lanzó a la competición y tras los Regionales participó en los Nacionales en categoría M70. Fue bronce en Elche en 200 y 400 metros lisos y bronce en Madrid en las mismas categorías, en pista cubierta y aire libre.

El éxito no ha hecho más que engordar su ambición. Consciente de sus limitaciones, sabe gestionar sus entrenamientos, su alimentación, la competición y su descanso. Todo está medido al milímetro. Él no lo sabe, es su forma de vivirlo, pero destila la aspiración del joven atleta que comienza y empieza a ver el fruto a su esfuerzo.

Este 2018 ha sido para enmarcar. Ha pasado del reconocimiento individual con su bronce en 400 metros en el Nacional de Salamanca y el logrado en Vitoria en 200 metros lisos, a enfundarse la elástica de España.

Con el equipo español subió al cajón con una plata en el 4x100 -con récord de España incluido (58:77)-, y un bronce en el 4x400 (5:01:10) en la categoría M70 por equipos, junto a Isidro Ramos, Juan Colmenarejo, José Santamaría y José Luis Romero. «Quiero seguir dando guerra», explica Ángel.

«He dejado de correr carreras populares para centrarme exclusivamente en la competición de corta distancia y no voy a parar hasta subir a lo más alto del podio», añade el atleta. «Tengo unas ganas locas de ser campeón de España, aunque sea jugando al parchís», dice el corredor mientras exhibe con aprecio casi paternal el segundo puesto que logró con 21 años en una prueba de 1.500 metros organizada mientras efectuaba la mili, el día de la Patrona, hace 50 años. Eso fue el principio de todo.

Mientras descansa a caballo de Cartagena y Mazarrón, su cabeza no para de dar vueltas pensando en el próximo Europeo de Veteranos de 2019 que se disputará en Venecia. No necesita de nadie para lanzarse al nuevo episodio de su vida. La edad no es ni mucho menos un inconveniente para él, más bien todo lo contrario. Es por ello por lo que analiza sus entrenamientos con minuciosidad, sin pedir ayuda a nadie. «No tengo entrenador porque sé cómo funciona mi cuerpo. No sé si sería capaz de hacer lo que un entrenador me exija, tengo la experiencia suficiente para saber qué debo hacer. Me lo guiso y me lo como yo solo todo», subraya Ángel.

Para acabar este 2018 le gustaría participar en la San Silvestre de Cartagena. «Es como mi homenaje personal a esta carrera y a la gente que me apoya». En Mandarache ha encontrado una segunda familia. Admirado por muchos de ellos, habla de uno de sus excomponentes, Wafilla Benali, casi como su hija. De ella, dice, ha aprendido mucho. «Aunque siempre me comenta que es ella la que aprende de mí». Orgulloso de su identidad, siempre lo acompaña en su equuipaje la camiseta a cuadros del club, para que todo el mundo sepa de dónde es.

Además dice sentir pasión por su sobrino de 12 años. Trata de no perderse un partido del joven futbolista de la EF Santa Ana y a Raúl van dedicados sus triunfos ahora. «Mi máxima ilusión es que pueda sentirse orgulloso de su tío. Me dice que yo soy su campeón del Mundo», comenta Ángel.

Como Gary Player, Ángel Gómez no pierde su porte, ni tampoco un ápice de aspiración por estar cada vez más arriba. Eso sí, sabe que la suerte no llega sola, viene acompañada de adiestramiento, disciplina y preparación.

La edad, en su caso, dejó de ser una carga para convertirse en una motivación.