En Nueva Condomina pasa con el gol lo mismo que con el amor. Llega cuando menos te lo esperas. (Pincha aquí para ver las imágenes) Da igual que el Real Murcia domine, da igual que Héber Pena y Jesús Alfaro se pongan durante unos minutos su mejor colonia, da igual que el rival, en este caso el Ibiza, ofrezca una imagen decepcionante, la de un equipo al que a los veinte minutos ya se le han caído todas las letras. Tampoco importa que las llegadas al área se vayan sucediendo ni que los laterales -Forniés y José Ruiz- se lancen a la pista de baile. Al final, cuando más lo intentas, cuando más lo buscas, lo único que consigues es que en la grada todo se queda en 'uy'.

Todo eso ocurrió ayer en la primera parte de un partido en el que el dominio y las buenas sensaciones siguieron sin traducirse en ocasiones y goles. Sin embargo, cuando el encuentro se embarró, cuando los futbolistas de uno y otro equipo sustituían la ausencia de ideas con faltas, refriegas y parones continuados, una jugada aislada acabó con el gol que daba la primera victoria del curso en Nueva Condomina.

Fue desde el punto de penalti, lo que no cura totalmente la pelea de los de Herrero con el último pase; pero es suficiente para un conjunto que hasta el momento había agradado a la afición desde el césped pero no desde el marcador. Además, el tanto murcianista significó el reencuentro con el gol de Víctor Curto. Sigue el delantero dando pasos en su vuelta completa a los terrenos de juego. De nuevo disfrutó de media hora -no quiere el cuerpo técnico forzarle para evitar males mayores- y nada más que el colegiado señalaba el punto de penalti tras una mano de Núñez, el catalán no lo dudó ni un segundo. Se desconoce quién es el tirador oficial del Real Murcia, pero ayer, en el minuto 88, nadie se atrevió a quitarle al '9' favorito de la afición la posibilidad de sentirse de vuelta de forma definitiva, porque no hay mayor paso para un delantero lesionado que volver a dar en el centro de la diana.

Un 1-0 que compensó la buena imagen del Real Murcia durante la primera media hora, aunque llegó cuando ya nadie lo esperaba. Y es que el encuentro tuvo dos partes muy diferenciadas. En la primera, los granas volvieron a ponerse sus mejores galas para saltar a la pista. Jesús Alfaro y José Ruiz se entendieron a la perfección en la banda derecha y en la izquierda Héber Pena siguió mostrando sus virtudes, aunque también repitió sus defectos, porque su buena conducción se acaba cuando hay que pararse y buscar dónde está el interruptor de la luz. Lo intentó Corredera, la olió Maestre y no llegó por poco Manel a un centro de Aquino.

Pero nada de lo bueno de la primera parte se vio en el segundo periodo, demasiado decepcionante. Como un bizcocho cuando se viene abajo al abrir el horno antes de tiempo, los de Herrero apenas fueron capaces de desnudar a un Ibiza encerrado e incapaz de dar dos pases seguidos. Un disparo de Corredera que se marchó rozando el palo (49') fue de lo poco destacado de los granas dentro del área.

Con el Ibiza encantado con el punto y las cabezas de ambos equipos más pendientes de intentar parar el juego y tomarse un respiro, posiblemente por el intenso calor, que de sacar la varita mágica, los minutos de juego fueron cada vez menos y las posibilidades de victoria grana casi nulas.

Todo estaba destinado al 0-0. Pasado el minuto 85, la mayoría pensaba ya que se marcharía a casa sin poder ver la primera victoria murcianista del curso. Pero una acción aislada lo cambió todo. Fue con un disparo a la desesperada de Dani Aquino. Un chut desde fuera del área que en su camino golpeó primero en la cara de Núñez y posteriormente en la mano. No dudó el colegiado, que inmediatamente señaló el punto de penalti.

Había que marcarlo, sin embargo en la grada ya se sentía la victoria. Sobre todo cuando vieron a Víctor Curto ponerse el balón bajo el brazo y encaminarse hasta el centro del área. Allí, sobre el punto de cal, el catalán, recibido por la afición como al aguador que aparece para servirnos un refresco cuando más calor hace, colocó con cariño el esférico y, como si nunca hubiera estado fuera, como si su lesión ya fuera historia, esperó a que el portero se tirara a un lado para guiar el cuero en su camino a la red.