A veces el presente nos reconcilia con el pasado. Es indiscutible que el Real Madrid hizo un partidazo contra el Roma y que los madridistas y los buenos aficionados disfrutaron hasta la añoranza por los equipos que tanto nos hicieron disfrutar. Pero pontificar que el de Lopetegui es el mejor Madrid de los últimos años o compararlo con escuadras legendarias como el Barça de Guardiola es una hipérbole. Una evidente exageración producto de la euforia transitoria porque acaban de iniciar el camino; el partido contra el excelente Español de Rubí lo manifiesta.

Sin embargo, muchos de esos aficionados sí empiezan a distinguir el trigo de la paja. Nada más acabar el partido de Champions me dijo mi amigo Juan Ignacio, el Maestro Ibarra, que había disfrutado como hacía tiempo y que la proyección que intuía en el juego de los blancos le gustaba incluso más que el mejor de la quinta del Buitre. Y llevaba razón, porque al núcleo esencial de este Madrid le avalan tres Champions consecutivas y a aquel que reinó durante cinco años en la Liga con fases exquisitas de juego le faltó la guinda de coronarse también en Europa. Otro futbolero añejo, Antonio Sánchez Carrillo, señalaba, no obstante, que la falta de efectividad ante el gol, porque pudieron ser seis o siete goles en lugar de tres, era preocupante. Y le asistía también la razón.

A ese respecto, Julián Fernández, vecino y amigo de las Bojadillas de Nerpio, menos ducho en temas futboleros, me comentaba acertadamente el sábado viendo el partido contra el Español que el Madrid jugaba más como equipo sin Ronaldo. Es lo que apreciamos desde que el luso no acapara la finalización del juego blanco y lo que da valor y lustre al trabajo de Lopetegui. Realmente es un juego más atractivo por mucho que la sombra de Cristiano seguirá siendo alargada hasta que el rejuvenecido y españolizado equipo merengue empiece a cuajar en títulos lo que promete en vistosidad.

Creo que esas tres opiniones reflejan la realidad del Madrid. Como también la subraya que al margen de tropiezos puntuales y fases grisáceas, que son consustanciales a todos los equipos del mundo a lo largo de la historia, es muy atrayente para el aficionado; engancha.

Como engancharon en su momento y ya no hay quien las pare algunas tontunas que ciertos cenutrios pusieron de moda hace años. Por ejemplo, eso de llamar hat-trick en lugar de triplete a hacer tres goles, que ya lo dicen hasta los niños en las escuelas de fútbol o por la calle y lo repiten sin cesar desde demasiados comunicadores veteranos hasta quienes cogen una alcachofa radiofónica o televisiva por primera vez o quienes empiezan a emborronar cuartillas. Con lo rico que es nuestro idioma para definir o adjetivar cualquier vicisitud diaria o futbolera, nunca faltarán cenutrios que adapten anglicismos de fortuna debido a la ramplonería galopante que nos asola. De pena.

Como lamentable es que otros lumbreras, seguramente por presumir, se arroguen sapiencias de las que carecen al hablar de jugadas de estrategia. Si ya es absurdo que quienes dictaron en su momento los manuales en las escuelas de entrenadores llamaran estratégicas a las jugadas ensayadas a balón parado, cuando en cualquier otra actividad nunca se entiende lo estratégico como puntual ni a corto plazo, desde la ciencia de la guerra a las organizativas, políticas o empresariales, por citar las más comunes; resulta tan hilarante como ridículo y desesperante que esos indocumentados llamen jugada de estrategia a cualquier saque de esquina, de banda, falta o golpe franco. Y citaré un ejemplo real que no hace mucho leí por ahí.

El titular decía: "Hat-trick de estrategia de Cristiano". A saber, el goleador blanco había marcado una falta directa, tras desviar un defensa el balón; había hecho el segundo de cabeza en un saque de esquina tras salir el portero a por uvas, cuando lo tenía todo a favor agarrarla o despejar la pelota; y había hecho el tercero tras rechazar otro defensa una falta lateral botada por Kroos. Es decir, todas esas circunstancias las había previsto en los entrenamientos el estratega de turno de Zidane para las jugadas ensayadas de balón parado.

Volviendo al principio, esperemos que el Madrid de Lopetegui no eche en falta los dobletes y tripletes de Cristiano, sean de mal llamada jugada estratégica, giliestrategia, tontiestrategia o lo que sea. Y que los comunicadores enriquezcan su lenguaje y sean menos cenutrios y ramplones.